martes, 17 de febrero de 2015

CROSS DE PUNTA PARAYAS: Historia de una chocolatada...

No podía haberse previsto una mañana más desapacible para la práctica deportiva que la de este Domingo. Además, se trataba de un día con mucha actividad en la región. Por un lado, con la disputa del Duatlón de Galizano (el primero de la temporada) y por otro, el Cross de Punta Parayas (Campeonato Regional por Clubes). Como ambos eventos coincidían en fecha y hora, tuve que decantarme por uno de ellos, y en este caso fue el Cross, ya el último de la temporada para mí. El compromiso con mi equipo, el Selaya Reparte, me hizo enfundarme de nuevo las botas de clavos para luchar junto mis compañeros Yassine, Nacio y Adrián, entre otros, por el pódium regional por equipos.

La motivación era inversamente proporcional a la bondad meteorológica de la mañana del Domingo, es decir, máxima; y las sensaciones al levantarme eran muy buenas. Amaneció lloviendo lo que no está escrito, y, aunque la temperatura no era del todo mala (12 grados) el viento hacía que la sensación térmica fuera de algún grado menos.



A las 12:00 h recogí a Adri y llegamos a Parayas poco después. Mirábamos reticentes por la empañada ventanilla del coche cómo el barro impregnaba la ropa  de aquellos que bajaban del prado donde se disputaba la carrera. Nos refugiamos en el coche un buen rato y 20 minutos antes de la salida nos pusimos los clavos y nos fuimos a calentar. ¡Cómo jode esa primera pisada en la que te llenas de mierda y te mojas los pies! Es breve pero asquerosa. De todas formas, no tardamos en anestesiar nuestros pies durante el propio calentamiento. Los apenas 100 atletas que íbamos a salir en la prueba Sénior mirábamos de reojo el circuito por donde unos minutos más tarde nos íbamos a jugar el cocido. Si algún día aquello había sido un prado verde, que baje Dios y me lo cuente, porque el trazado era una mezcla entre chocolatada y piscina de agua turbia, con pocas zonas donde se pudiese "correr" y muchas zonas donde se podía nadar. En ese momento tuve serias dudas de que en la laguna, frente a los cajones de salida, se pudiese hacer pie.



El caso es que, después de calentar (es decir, después de darnos la primera capa de pintura color mierda), correr 10 kilómetros parecía un mero trámite... pero no fue así. Nos repartimos por los cajones los diferentes equipos. En el Selaya, nuestro jefe de filas, Yassine, se puso el primero. Yo detrás. Delante de nosotros una laguna y aún la incógnita de si haríamos pie. Con impaciencia esperamos al pistoletazo de salida y tras él arrancamos como búfalos sobre la laguna. El primer largo lo hice a croll, luego ya me di cuenta de que igual la braza era más efectiva jejeje. ¡Seamos serios! Cogí la primera curva en puestos cabeceros del pelotón. La gente salió timorata mientras el barro iba invadiendo cada centímetro cuadrado de nuestra piel.



Daríamos 5 vueltas de 2 kilómetros a un circuito pestoso, donde el mejor equilibrista sobre el barro se llevaría la victoria. Cualquier símil con correr era mera utopía ¡qué locura! Por suerte, la primera vuelta pasó rápido, y las posiciones se fueron afianzando. Yo viajaba en el segundo grupo, tras la estela de Pedro Muñoz y Manu Vega. Pero pronto empecé a notar que mi lugar estaba más atrás.



 En la segunda vuelta noto pasos cerca, por detrás, y de una tacada me adelantan Luis Alberto y Pablo Martínez Serna (Laredo) e Iván (Piélagos). Intento seguirles y me noto con fuerza pero cuando llego a los charcos me hundo como un plomo, me trastabillo y me quedo clavado, así que poco a poco se me escapan. En la tercera vuelta hacen los propio conmigo Andrés Meviavilla (Cayón) y Miguel Ángel Cobo (Cárcoba) ¿pero qué es esto? Menuda sangría de puestos. Por suerte pude recuperar uno de ellos en detrimento de Manu Vega, que al parecer es como yo, más de duro que de blando. Mi adelantamiento fue como el de los caracoles: a cámara lenta. Parecíamos los dos recién salidos de una discoteca con una moña del quince, tambaleándonos de lado a lado de la cuerda que delimitaba el trazado.



Y por fin última vuelta, no sé cómo voy, pero calculo que sobre el puesto 15, aunque Raúl Gándara me viene recortando a pasos agigantados por detrás y Diego Cuadrado tampoco va lejos, así que hago el último largo a croll de nuevo, volteo y entro en meta. 

Lo hago con barro hasta las cejas, sin haber podido sufrir muscularmente pero con la sensación de haber hecho lo que he podido. Yassine, espectacular, se hizo con el tercer puesto absoluto, y cerrando el equipo del Selaya entraron Alberto y Adri, poco más de un minuto detrás de mí.
Tortura de cross y, en cierta medida, decepción por no lograr clasificar al  equipo tercero, lo que nos daría plaza para el campeonato de España. Pero bueno, lo hemos dado todo y si se da todo uno tiene que estar satisfecho. Está claro que no termino la temporada de Cross con el mejor sabor de boca, porque este maldito barro no se me da nada bien, pero sé que estoy en un gran momento de forma y me estoy encontrando bien en los entrenamientos y en las carreras, así que para el próximo Domingo, que estreno temporada de duatlón con mi nuevo equipo, en Astillero, espero resarcirme y estar lo más adelante posible.

No quiero despedirme sin antes agradecer la gran labor de los pocos fotógrafos que se atrevieron a sacar las manos del bolso y dejarnos alguna imagen para el recuerdo: Penagos, Paco Cuadrado, Gustavo y al Diario Montañés.

Y nada más por hoy, espero no haberos aburrido mucho ni haberos hecho pasar hambre hablando de tanto chocolatada jejeje.


Saludos!

No hay comentarios:

Publicar un comentario