domingo, 21 de junio de 2015

TRIATLÓN DE LAREDO: o como llegar vacío a meta

Seis días después del duro triatlón de Suances tocó volver a enfundarse el traje de luces para torear en el Olímpico de Laredo, aunque finalmente se quedó a poco de ser olímpico, pues la carrera a pie fueron 8, en lugar de 10 kilómetros. Tercera edición en la que participo de este triatlón, tras ser 4º en 2013 y 5º en 2014, siempre a las puertas del pódium. Por eso, este año y, aprovechando el buen estado de forma en el que creo que estoy, quería subir un escaloncito más y colarme en tan cotizado pódium.

Como suele ser habitual, al triatlón de Laredo se desplazan corredores de otras comunidades, sobre todo del País Vasco, dándole un plus de interés y nivel a la prueba. De entre los 320 inscritos solo tenía controlados a los cántabros, por lo que la incógnita era saber cuántos vendrían de fuera con opciones de meterse adelante.

Con dos horas de margen llegué a Laredo, aparqué a la sombra y recogí el dorsal, chip y gorro. El día era de 10, un cielo azul espectacular y algo de brisilla (aunque luego en bici me parecería un huracán). Además, la ciudad estaba volcada con la prueba. Las calles del centro cortadas y mucho público en los aledaños del circuito. Una de las señas de identidad de este triatlón siempre fue la buena organización, y esta vez no lo fue menos y lo bordaron ¡OLE!



A las 16:15h nos reunimos los integrantes del Bénder en la zona de boxes, todos juntitos colocados. No se recuerda haber visto en la historia del triatlón cántabro más postureo por metro cuadrado. El equipo formado por Lucía Blanco, Pablo Antón, Pedro Cantero, José Benaite, Iván Polo, Pablo Gutiérrez, Miguel Marsella, José Manuel Sobaler, Oscar Delgado y yo mismo, Pelayo Menéndez, y acompañado desde fuera por Pablo Iriondo, Gonzalo Montoya, Ignacio Agüeros, su hijo y Cantero Junior (el presente y futuro del Bénder), llegaba a la villa pejina en plena forma, con todos sus hombres motivados y con ganas de repetir el pódium por equipos de San Vicente. No iba a ser fácil, pero lucharíamos hasta el último metro por ello.

De camino hacia el agua, fui encontrándome con los que serían los candidatos a la victoria: Gorka Bizkarra, Sergio Correa, Sergio Sobrino, Zapico, Guillermo Ruíz... Tras un breve calentamiento nos llamaron a línea de salida. Formamos en la arena una larga fila de triatletas que ocupábamos casi 100 metros de arena a lo ancho. Me coloqué a la izquierda del todo, pegadito a Sergio Correa ¿A quién mejor si es el que siempre sale primero del agua? El circuito de natación era a dos vueltas de 750 metros, teniendo que salir a la arena en cada vuelta. Creo que esto no me beneficia mucho, pues el proceso de incorporarme y correr después de nadar me resulta complicado... siempre salgo muy mareado del agua. Aún así, tenía ganas de empezar a dar caña sobre el "plato" laredano.



A toque de silbato se dio la salida. Corrí rápido al principio, detrás de Correa y con Zapico a mi derecha. Empezamos a nadar hacia la primera boya y veo que llevo a poca gente delante. Buena salida, para lo que suelo estar acostumbrado. No soy rápido en las primeras brazadas y me suelen pasar por encima, pero en Laredo, al tener que nadar 1500 metros, la gente salió más comedida y eso me permitió nadar en puestos delanteros desde el principio. Enfoqué la primera boya de frente, mientras el grupo se abría a la derecha. Convencido de que era yo el que lo estaba haciendo mal, me paré, miré y vi que no, que yo estaba enfocando la boya en buena dirección, mientras que muchos eran los que se estaban desviando. Pasé esa primera boya sin problemas, la segunda estaba cerca y también la pasé sin complicaciones. Fue entonces cuando tocaba volver a la arena y la boya de referencia estaba tan alejada que costaba mucho orientarse. Si a eso le sumas el sol que nos daba de cara, da como resultado unas trayectorias natatorias de todo menos rectas. Con esfuerzo y solo, siempre solo, toqué tierra, giré la boya corriendo y vi que iba entre los 20 primeros. Buena señal. 



La segunda vuelta la empecé tranquilo, pero concienciado de la importancia de llevar una buena orientación, por lo que durante la vuelta entera iba parando para corregir mi trayectoria o confirmar que era la correcta. Veía a grupos completamente torcidos y fuera del camino más rápido entre boyas. Se me hizo larga esta segunda vuelta, sobre todo el último largo pero, una vez hube tocado tierra, las buenas sensaciones se confirmaron con el puesto. Había salido el 12º del agua, sin duda un gran resultado y bastante cerca de los grupos predecesores. Sin embargo, Sergio me había metido 2 minutos y medio, lo que me obligaba a exprimirme si quería optar a la victoria. Por detrás de mí, a poco más de 30 segundos, salieron Gorka y Sobrino, dos cracks que en bici iban a tener mucho que decir.




Tras una eterna transición hasta los boxes, consigo hacer un buen cambio y salgo en bici como pollo sin cabeza, igual que en Suances. Quizás tenga que empezar a controlar estos calentones que me pego en los primeros kilómetros de bici, aunque en Laredo, salir así me permitió ponerme quinto al final de la primera subida, y tercero al final de la bajada.

La segunda de las duras ascensiones la empecé un poquito más relajado y con la silueta de Guillermo Ruíz al fondo, a quien rebasé antes de coronar, colocándome segundo en el kilómetro 10 de bici. Pero poco me duró la alegría, porque las dos locomotoras que llevaba por detrás también me dieron caza antes de coronar este segundo puerto. Primero fue Sobrino, que me pasó dejándome la sensación de ir parado ¡qué animal! Y poco después fue Gorka el que hizo lo mismo, sin embargo, este último decidió dejarme pasar de nuevo al empezar la bajada. Yo seguí tirando con todo. Bajé con algo de respeto, pues el viento lateral soplaba fuerte en ese descenso y era peligroso, pero una vez llegamos al llano y empezamos los 7 kilómetros restantes hasta el giro, pude dar rienda suelta a mis buenas sensaciones y conseguí incluso acercarme a Sobrino y mantenerle a unos 50 metros. Gorka, seguía detrás de mí, sin adelantarme, lo cual me sorprendió porque sé que él tiene mejor bici que yo. Posteriormente confesaría que lo hizo para dejarme a mí la responsabilidad de marcar el ritmo que diera caza a su compañero de equipo Sergio Correa.



La vuelta hacia Laredo se me empezó a hacer dura tan pronto como empezamos a subir lo que antes habíamos bajado. Dos altos por delante y ambos de plato pequeño, por lo menos para mí, porque para el Vasco Zorión no. Este triatleta nos adelantó, tanto a Gorka como a mí, al inicio de la subida A-CO-PLA-DO. Me llevé las manos a la cabeza al verle subir las rampas del 10% sobre los acoples de su cabra con lenticular. ¡Qué animalico! Fue en ese instante cuando Sobrino abre gas y lo pierdo de vista. Gorka me supera y pasa a tirar detrás del vasco. Yo sufro para no quedarme, siempre guardando la distancia, y consigo coronar con ellos este primer escollo. En la bajada, cuando pensaba descansar, mis compañeros de grupeta me dejaron claro que no estaban por la labor de dejarme y me llevaron dando pedales en toda ella. Eso me hizo llegar asfixiado a la última ascensión antes de lanzarnos cuesta abajo hacia Laredo. Y dicha asfixia se manifestó en impotencia por no poder seguir el ataque que lanzó Gorka desde abajo. Me quedé toda la subida detrás de mi amigo vasco, sufriendo y ya con síntomas de deshidratación que me pasarían factura a posteriori. Coronamos a unos 30 segundos de Gorka, mientras que por delante, Sergio Sobrino era capaz de dar caza a Correa y bajarse primero de la bici.



Llegué a boxes justito justito, a poco más de 1 min de los dos Sergios del Santander, a 30 segundos de Gorka y justo detrás de Zorion. Es decir, me bajé el quinto de la bici, tras un sector duro duro duro de narices.



Cambio de zapatillas, vuelta al dorsal y empiezo como un caza la persecución del los líderes. Pronto me pongo cuarto y con la referencia visual de Gorka. Las sensaciones eran buenas en esos primeros 2 kilómetros, en los que consigo recortar muchos segundos, aunque a Gorka me está costando más pillarle. Al final de la primera vuelta doy cuenta de Sobrino. Ya soy tercero y el pódium es difícil que se escape, pero quiero intentar ir a por la victoria.



 Me cantan 30 segundos con Sergio Correa, quedan 3 kilómetros y aún lo veo viable, pero durante esos tres últimos kilómetros mi motor se va apagando y me desinflo como un globo. No hay más gasolina, al contrario que en Suances, esta vez no tengo ese plus a pie que me suele permitir remontar. Y tanto es así que sufro el último kilómetro para siquiera poder entrar en meta corriendo. Lo consigo, a duras penas y en tercera posición tras Sergio (primero) y Gorka (segundo). ¡EXHAUSTO! y deshidratado crucé la meta de Laredo. 



Si en vez de 8 kilómetros a pie son 10 no habría podido acabar. Aún así tengo que estar contento con la carrera porque, salvo esos kilómetros finales, creo que rendí al nivel que lo estoy haciendo estas últimas semanas, y ya van 4 consecutivas sin bajarme del pódium. De cara al circuito Caja Cantabria de Triatlón, se me complica la cosa. Sergio, además de ganar, consiguió meter a un rival en medio (Gorka) que me quita 5 puntitos preciosos, así que, en ese sentido no fue el mejor resultado. Pero no pasa nada, yo me lo pasé pipa una vez más y todavía quedan 3 carreras por delante donde darlo todo.
Tras recuperar el cuerpo de la paliza de este triatlón comiendo plátanos y bebiéndome hasta el agua de los floreros, disfrutamos de una ceremonia de pódium multitudinaria, como en ninguna otra carrera. Sinceramente increíble el montaje y la organización. Aunque no todo salió redondo, porque por equipos, pese a haber sido terceros (¡OEEEE OE OE OEEEEEE OEEEEEE OEEEEEE!) un error en las clasificaciones hizo que no nos subieran al pódium ni que pudiésemos disfrutar de ello.




Y ya para rematar el día y el éxito del Bénder, con presencia en los pódiums absolutos masculino (yo tercero) y femenino (Lucía segunda), nos fuimos de cena y de fiesta con esta gran familia de la que cada vez me siento más orgulloso de pertenecer. ¡Gracias equipo!


martes, 16 de junio de 2015

TRIATLÓN DE SUANCES: La máquina carbura ¡2º puesto!

La edición 2015 del Triatlón de Suances fue, sin duda, la mejor carrera en lo que llevo de temporada. Era la cuarta vez que me ponía en línea de salida de este durísimo, pero precioso, triatlón, con unas distancias especiales (1200 metros de natación, 30 kilómetros de bici y 8 kilómetros de carrera a pie). ¡Cómo pasa el tiempo! Aún me acuerdo de aquel "no tan lejano" 2011, entrando al sprint con Dani Lanza, luchando por el puesto 41º. Desde aquel día, que supuso mi debut en triatlón, también corrí las ediciones de 2013 (6º clasificado), 2014 (5º clasificado) y la de este año, cuyo resultado, sensaciones y satisfacción superan con creces a los anteriores.
¡Empezamos!

La semana previa al triatlón de Suances dio para mucho. Una de las mejores semanas de entrenamiento de bici y bastante decente de carrera a pie. No tanto de natación, ya que por las circunstancias que se dieron solo pude acumular 3200 metrillos, que me supieron a poco. Aún así, soy consciente que, tras pasar un pequeño bache de forma (que no he querido reconocer mientras lo pasaba) tras el europeo de duatlón, en Abril, estoy de nuevo en línea ascendente, me encuentro mejor cada día y estoy pudiendo apretar en cada entreno. Además, los resultados están saliendo, con pódiums como los de los triatlones de San Vicente y San Esteban de Pravia. Por tanto, Suances supondría un nuevo peldaño de la escalerita que creo que estoy subiendo poco a poco.

Con ganas, me desperté el domingo de la carrera a las 5:00 am para desayunar. Me gusta hacerlo con mucha antelación y tranquilo. Subí la persiana y pude comprobar, aliviado, que la tromba de agua que había caído por la noche había dado paso a un cielo despejado y a una mañana aparentemente agradable.



Llegué a Suances con Vanesa una hora antes de la salida. Sin prisa fuimos colocando todo el material en boxes, saludando a los miembros de mi equipo y en especial a Iri, a quien no veía desde que hace un año se nos fue para los Estados Unidos. Una motivación extra tenerle animando desde la barrera, al igual que Gonzalo y Agüeros. Afición no iba a faltar, y con mis padres y Vanesa ya puedo estar agradecido. ¡Qué paciencia tienen conmigo, con mis manías y con mis carreras! ¡GRACIAS!

Se fue acercando la hora de la salida, bajamos a la playa de "Los Locos", que más bien parecía la playa de "Los Tranquilos" porque el mar estaba como un plato e ideal para nadar. Tras dar unas brazadas de calentamiento, o de enfriamiento, porque el agua estaba a dos o a tres "suputamadre", formamos los más de 150 triatletas tras una línea imaginaria a la espera de que Fede diera la salida. Correa, Osoro principales rivales para luchar por la victoria, pero también otros como Esteban, Zubi, Loroño, Jorge, Sergio Bolado, Aja, Miguel... podían estar adelante.



Preparados... ¡Peeeeeeeee! ¡Todos al agua! Circuito a una sola vuelta de 1200 metros. La primera boya estaba cerca de la orilla y nos la pusieron para evitar que la gente se metiera contra las piedras de la derecha de la playa, por donde suele haber una corriente a favor cuando nadas mar adentro. Cogí mal esta primera boya, muy abierto, pues tras las leches de San Vicente quería evitar problemas, pero quizás fue una decisión muy conservadora. Una vez superada la primera boya, enfilamos un largo muuuuy largo hasta la siguiente, donde empecé a remontar. Cada poco levantaba la cabeza para orientarme pues no había una traza bien definida y cada uno nadaba muy a su bola. Llego a la primera boya, miro al frente y veo poca gente, unos 20. El largo paralelo a la orilla lo hago a la par de otro triatleta con quien "juego" a intentar adivinar quién es, pero no hay manera. Alargo la brazada y empiezo a pillar al grupito que me precede, al que llego justo al girar en la tercera y última boya y afrontar el interminable "recto" hacia la orilla. Me pongo a pies del último del grupo, voy bastante calentito ya, y nos quedamos cortados de nuestros predecesores. Intento pasarle pero empiezo a dar bandazos sin sentido, así que vuelvo a sus pies. Hoy no tenía la orientación muy afinada, por lo que es mejor que me lleven.... igual aparezco en la Arnía...



Sufriendo cada vez un poco más llego a la orilla, donde identifico a mi compañero de viaje: Iván Peláez. ¡Buena natación entonces!, pienso. Bueno, en realidad lo pienso ahora, porque al instante iba bastante borracho y, al salir del agua, solo tenía entre ceja y ceja coger la bici y ponerme a remontar. Me quito el neopreno en la orilla y subo las escaleras con él en la mano, pero con más pena que gloria. Llego a boxes, busco mi bici... ¿pero dónde cataplines está? No la encuentro, me desoriento. La borrachera al salir del agua hace que mi mente procese las imágenes más lento de lo que van ocurriendo. Cuando por fin encuentro mi sitio he perdido unos 20 segundos. No pasa nada, sigo erre que erre  pensando en remontar.



Me subo a la bici junto a Peláez y a Hedesa, me calzo y me lanzo con todo a por todos. Sé que la clave de llegar a pillar a Sergio pasa por hacer una buena bici. Dos minutos me separaban al salir del agua con Correa, que lideraba la prueba. Sin embargo yo ya sabía que Pello Osoro, que había salido 30 segundo antes que yo del agua, tenía todas las papeletas para ponerse primero en este sector.
Primeros repechos saliendo de Suances y empiezo a pasar corredores. Varios del Santander, también a Ánder, alguno de fuera... Voy fuerte y me encuentro como nunca. Antes de llegar al pueblo de Ubiarco paso a Ruma y ya voy 5º. A unos metros van Esteban Cerro e Iván Cazorla, a quienes adelanto nada más empezar la subida. Llevamos 7 kilómetros y ya voy tercero. ¡Puffff qué calentón! Subo Ubiarco fuerte y abro hueco con los de detrás. Sergio Bolado es peligroso en bici y sabía que venía cerca, así que había que abrir hueco. Al frente no veo a nadie. Sergio y Pello no están en mi campo de visión.



Afronto la bajada hacia Viveda con la intriga de ver cuando me cruzo con los líderes. Pello va primero (lo que me imaginaba) y me saca un mundo, pero a Sergio Correa calculo que le he recortado un minuto. Empezamos la vuelta y me sirve también para coger referencias con los de detrás. Bolado viene cerca, pero le tengo controlado. Sabiendo que podía pagar el sobreesfuerzo en la carrera a pie, decido bajar una marcha y regular en la subida. Me siento cómodo y con la sensación de ir guardando. Así llego al alto y empiezo a bajar hacia Suances. Sergio ya está a tiro, a pocos segundos, y todo huele a que va a haber un bonito duelo a pie.

Y cuando apenas quedan 3 kilómetros para llegar a boxes siento una explosión en la rueda de atrás... ui ui ui... Tubular pinchado... ¡Mierda! Queda poco para llegar y aunque no tenga nada de aire noto que puedo dar pedales; despacito, pero puedo. Así que. con más pena que gloria, llego a boxes, donde soy sobrepasado por Sergio Bolado. El imprevisto me cuesta unos 30 segundillos que voy a tener que sufrir en la carrera a pie para recuperar. Pero no pasa nada, en lugar de hundirme pienso en la suerte que he tenido de pinchar tan cerca de boxes y haber podido llegar entero y sin fastidiar la rueda.



Salgo a correr cuarto, tras Sergio Bolado. Pronto le paso y empieza la lucha por el segundo puesto con el otro Sergio. Unos 30 segundos por delante rueda Correa, a quien voy pillando poco a poco en la primera vuelta. Mis piernas sufren, mucho más de lo que me esperaba tras las buenas sensaciones en bici, pero da igual, hay que luchar. Los metros siguen cayendo y también la diferencia. Son solo 6 segundos los que nos separan al terminar la primera vuelta... y aún quedan 4 kilómetros. En triatlón, normalmente, cuando alguien te pilla a pie por detrás es porque tiene más ritmo y es complicado, física y psicológicamente, mantenerle. Eso pensé que iba a pasar cuando cogiera a Sergio, pero no fue así. Sergio es el triatleta más duro que conozco y, lejos de seguir a su ritmo, se pegó a mí como una lapa y empezamos los tres últimos kilómetros juntos. La seguridad con la que venía recortando por detrás desapareció de un plumazo por la entrega y pundonor de Sergio. Empecé a dudar que pudiese aguantarle hasta el final, así que a falta de 2,5 kilómetros, en plena cuesta, pegué un tirón. Fue una bala de fogueo para ver si él reaccionaba, y lo hizo. Volví a intentarlo bajando, y volvió a reaccionar... Quedaba 1,5 kilómetros y a mí ya solo me quedaba una bala que volví a gastar en balde porque Sergio de nuevo respondió.



Fue entonces cuando empezamos la durísima subida que precede la bajada hacia meta. Yo voy justísimo ya y solo pido que no me ataque ahí porque me suelta fijo. Pienso en el posible sprint, me mentalizo, y todo eso mientras subo la puñetera cuestita a ritmo. Pero, entre tanto pensamiento, giro la cabeza y para mi sorpresa Sergio no está. Había cedido unos metros que me dan un plus de energía para volver a cambiar y no dar opción. Me tiro a lo camicace por la cuesta y encaro la recta de meta donde más público había. Confirmo con una mirada de reojo mi posición pero sigo apretando hasta meta para arañar segundos que puedan valer al equipo. Gonzalo se echa las manos a la cabeza, yo me exprimo, y  cruzo el arco segundo, exhausto y contento por haber dado el máximo, por saber sobreponerme a los pequeños contratiempos y, sobre todo, por haber disfrutado tanto sufriendo junto a Sergio. Condenados a encontrarnos en muchas carreras, unas veces son para él y otras para mí. Tras la suya de San Vicente tocó la mía en Suances, que nos iguala en la clasificación del Circuito Cántabro.



La victoria de la carrera se la llevó un intratable Pello Osoro, el favorito desde el principio, que salió bien del agua y sentenció en bici, bajándose con tres minutos de margen y pudiendo darse un paseo por la costa de Suances.




Finalmente por equipos solo pudimos ser quintos. Las bajas importantes de Iván y de Oscar, sumado a los  "mocos" del presi, nos dejó un poco mermados y, pese al carrerón de Miguel, no conseguimos superar ni al Polanco(3º)  ni al Trisport(4º). Pero tranquilos, que en Laredo volveremos con ganas.
... y que dure...


Quiero agradecer a los artistas que estaban por allí sueltos, cámara en mano: Luismi, Ana, Noe, Berta, Pablo, Silvia y a los Oficiales de Triatlón en Cantabria. ¡GRACIAS! La mitad de este post es vuestro :)

domingo, 7 de junio de 2015

TRIATLÓN DE SAN ESTEBAN DE PRAVIA: ¡Por fin VICTORIA!

Volver a casa siempre se agradece, y más cuando no suelo hacerlo muy a menudo. Lo que pasa es que "Pelayín" es de culo inquieto y ya que se vuelve a Asturias un fin de semana ¿cómo no va a competir? Este año 2015 he hecho muy buenas carreras en mi tierra: 1º en los 10km de Oviedo y 2º en los 10km Oviedo-Las Caldas, por ejemplo. Por eso, la coincidencia del Triatlón de San Esteban de Pravia con mi regreso a casa hizo que no me lo pensara dos veces y me inscribiera.

 Había dos carreras: distancia sprint, donde yo me apunté, y distancia olímpica, donde correrían Bayón, Barroso, Zapico o Rodri, entre otros. La decisión de correr la corta fue el hecho de que las dos siguientes semanas tengo dos triatlones exigentes (Suances y Laredo) y no quería hipotecar esta semana de entrenos con un olímpico, que suelen dejarme bastante tocado.

En un día gris y lluvioso pusimos rumbo a San Esteban mis padres y yo. El mal tiempo parece que es una constante este año, nunca había corrido tantas carreras con lluvia como en 2015 y, aunque no me gusta nada el segmento ciclista con asfalto mojado, me estoy empezando a acostumbrar.

Llegamos a San Esteban con tiempo, pero no suficiente como para reconocer el circuito de bici, por lo que me tuve que fiar de los consejos de mi amigo Luis Cue, que debutaba esta temporada y que había ido a reconocer los recorridos la semana antes.



Tras una larga espera hasta la salida, pues los de distancia olímpica partían 40 minutos antes que nosotros, llegó la hora de vestir el neopreno. No sin antes hacer un pequeño calentamiento a pie que me permitió ratificar las buenas sensaciones. Aunque la semana previa no fue muy allá en cuanto a entrenos, mermado por un trancazo primaveral, las ganas de resarcirme de la mala carrera que había hecho en ese mismo escenario un par de años antes, suplían con creces cualquier atisbo de duda sobre mi rendimiento.

El objetivo era salir a por la victoria. Como rival más fuertes estaba, sin duda, Ivan Fernández Moro (Academia Civil), aunque llegaba un poco tocado y eso le podía restar en la carrera a pie. También buenos nadadores como Ruiz y Nacho Legazpi (T. Aviles) o Diego Martínez (Castrillón Triatlón) y buenos corredores a pie como Ricardo Alcalde (Club Triatlón IMD).



Con retraso me metí en las gélidas aguas de la ría de San Esteban. Apuré hasta el último minuto e hice bien, porque los que tuvieron que esperar dentro del agua a que se diera la salida debieron de pasar un frío de "aupa".  Formamos, los casi 100 participantes, una línea imaginaria entre dos boyas. Por delante, un circuito de natación de 750 metros, con cuatro largos, el primero con corriente en contra. Un segmento de bici de 20 km a dos vueltas, con subida por la famosa rampa de San Esteban (25% de desnivel) y una bajada muy técnica que no me gusta nada... veremos. Y por último, un segmento de carrera a pie por el puerto de San Esteban (5 kilómetros a una única vuelta).



Dan la salida y empiezo a ritmo, intentando entrar en calor y buscar unos buenos pies que me lleven. Lui Cue está a mi izquierda e intuyo que intentará seguirme. Pronto levanto la cabeza y veo a mi derecha la "punta de lanza" que marcan los nadadores más rápidos. Hago una diagonal hacia ella y, pese a nadar unos metros de más, me coloco a pies del primer grupo y llego a la primera boya relativamente cómodo. Entre la segunda y la tercera empiezo a pensar en la técnica y en deslizar bien. Ir a pies me permite no tener que levantar tanto la cabeza para orientarme y preocuparme un poco más de nadar bien.



Sin sobresaltos y sin apurones llego a las escaleras de salida del agua el 11º, pero en el grupito que va desde el 5º puesto. Buena natación, con fuerza y con sensación de poder dar más.

Hago una transición normalita, y mientras, veo que Moro (A. Civil) está saliendo ya de boxes. Calculo un minuto perdido respecto a él. Me subo en la bici y a los 300 metros nos encontramos con el "repechón", seguido de una subida de 2 kilómetros entre el 5% y el 10% que hace mella en los triatletas. Me veo fuerte, tanto, que antes de coronar ya había adelantado a todos menos a Moro, sin que nadie me cogiera la rueda, y ya era segundo. De ahí en adelante solo faltaba bregar sólo en persecución. En el llano de Muros del Nalón atisbo la figura de Barroso, que va unos 400 metros delante de mí, pero en su tercera vuelta del Olímpico. Aprieto y lo alcanzo, pero justo antes de la bajada, así que dejo que tire el delante, sabedor de que yo no me la voy a jugar ni un pelo entre las callejuelas estrechas, asfalto mojado y hojas. Situación idéntica a Górliz, pierdo por completo a Barroso e incluso las chicas del olímpico de adelantan bajando... pero no me importa ni me arrepiento por ello, es mía la decisión de no jugármela así que tendré que apretar el doble cuando se pueda, es decir, cuesta arriba y corriendo.

Empiezo la segunda vuelta y pierdo con Moro 1min 30 segundos. Demasiado ya. Pese a que tengo la sensación de estar subiendo bien, Moro está intratable en bici. En plena subida vuelvo a alcanzar a Barroso y, esta vez sí, sigo para adelante. Zapico, que también corría la olímpica y venía desde atrás en bici como un avión, alcanza a Fer y se ponen a tirar en la zona llana del Muros del Nalón. Me motiva mucho llevarlos 50 o 100 metros detrás (aunque ellos estén en la carrera larga) y ver como les cuesta pillarme. Poco antes de la bajada bajo el ritmo para dejarlos pasar antes de lanzarnos por las callejuelas. Hago bien, porque así evito situaciones peligrosas. Se tiran los dos a saco y yo, como en la primera vuelta, bajo tranquilo pensando en la remontada que me va a tocar hacer en los 5 km a pie si quiero ganar.



Llego a boxes a 30 segundos de Barroso, Zapico y Bayón, a quien los dos primeros habían dado caza bajando. Salgo a pie cual pollo sin cabeza y empiezo a comerles terreno. Dos minutos de desventaja respecto a Moro, que parecen insalvables pero bueno, me apetecía lucharlo. En el kilómetro dos adelanto a la primera chica de la carrera sprint, que habían salido unos minutos antes que nosotros. Me cuesta pasarla, y con razón, va fortísimo. Después doy cuenta de Barroso y de Zapico, y por delante, cada vez más cerca, va Moro. La mala suerte se alía con él y comienza a cojear, permitiéndome a mí pasar a cabeza de carrera sprint antes del kilómetros 2,5. Una pena lo suyo porque estaba haciendo un carrerón y, posiblemente, se hubiese llevado la victoria. Empezamos la vuelta hacia meta por la carretera paralela a la ría de San Esteban. Voy ya bastante relajado y saboreando la que va a ser mi segunda victoria absoluta en triatlón tras Somo 2013.



Me voy cruzando con triatletas que me animan. Choco la mano con Cue, que va bastante bien, y sigo "comiendo" metros. Bayón va por delante, pero cada vez más cerca, a unos 10 segundillos. Entro en el pueblo, y veo al fondo el arco de meta con la cinta... ¡Cómo me gusta esa cinta! Aunque no tengo mucha práctica, me paro antes de entrar, la cojo, la levanto y disfruto del momento.

Fue una carrera en la que, con la cabeza puesta en Suances y Laredo, no me exprimí al máximo y preferí evitar caídas, lesiones o heridas en el pie; y pese a eso me puede llevar al victoria.

Espero al segundo y al tercero, que son Moro y Ruíz respectivamente. Me veo con mis padres y con Juan Ojanguren, Miguel Figaredo y Carmen Grimaldos y Mario Muñíz, que habían ido a ver al carrera y me habían estado animando, y se lo agradezco. En ese momento, tengo el recuerdo de mi última participación en San Esteban, donde compartí pódium Sub-23 con Lucas y Juan, y me acuerdo mucho de este primero, a quien dedico la victoria y le sigo mandando ánimos para que siga luchando como hasta ahora. Todo un ejemplo.



Y nada más, con esto y un bizcocho, nos vemos en Suances la semana que viene. Sean ustedes felices y prudentes.

Muchas gracias al Triatlón Avilés por las fotos


Un saludo

viernes, 5 de junio de 2015

TRIATLON DE SAN VICENTE DE LA BARQUERA 2015: "Como Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como"

El título de la crónica resume perfectamente lo ocurrido en el primer triatlón de la temporada en Cantabria. Una carrera disputada sobre distancia sprint, donde me tocó bregar, sin respiro, desde el primer hasta el último metro. Pocas veces había terminado un triatlón tan molido y con la sensación de haberme vaciado de esta forma.  Pero empecemos por el principio.

Dos semanas después del triatlón de Górliz y con las pilas cargadas para empezar la temporada cántabra de triatlones, me desplacé hasta San Vicente de la Barquera en un día más digno del verano que de la primavera. Hasta la villa marinera llegamos un ejército de “Benders”: Pablo Gutiérrez, Jose Benaite, Iván Polo, Pablo Antón, Berto, Oscar Delgado, Lucía Blanco, Soba y el menda que escribe; además de los que nos animaron desde la barrera y a quienes espero ver pronto vestidos de corto y depilados: Gonzalo y Agüeros.

La motivación para esta carrera la sustentaban dos motivos principales: Primero, a nivel de club, cumplir el sueño de subir a un pódium por equipos por primera vez en la historia del Bénder. Segundo, empezar con buen pie individualmente y luchar por estar en la disputa de la carrera.



La semana previa sirvió para seguir remontando el vuelo tras el pequeño bache de rendimiento por el que pasé después del Europeo de Alcobendas. Buenos entrenos a pie, en bici y, sobre todo, nadando, me daban la confianza suficiente para saber que podía optar al triunfo. Al coincidir el mismo día con el Medio Ironman de Bilbao, varios de los "míticos" del triatlón cántabro fallaron a esta primera cita, pero, aún así, más de 150 eran los inscritos a la prueba. Entre ellos Sergio Correa, sin duda, el rival más fuerte y con quien llevo una bonita temporada de luchas deportivas. Siempre es un placer poder competir de tú a tú con él. También estaban en parrilla de salida buenos triatletas como Guillermo Ruíz, Esteban Cerro, Edu "Belfo", Zubi, Loroño, Cazorla… Pero lo que más me inquietaba era la cantidad de buenos nadadores que había, pudiendo formar un grupo de bici difícil de alcanzar para los que fuésemos por detrás en persecución. Si bien suelo tener clara la estrategia de cada carrera y pronosticar cómo se va a desarrollar, en esta ocasión no lo tenía nada claro. Mis pronósticos pasaban por, en el mejor de los casos, salir cerca del agua de Guillermo e intentar hacer la primera subida en bici a gatillo para enlazar con él e ir a por cabeza de carrera. Lo que pasó realmente lo sabréis si seguís leyendo.

Con bastante holgura metimos el material en boxes, calenté un poquito a pie, me puse el neopreno y di unas brazadas para “catar” el agua. De primeras, las sensaciones eran muy buenas, los brazos estaban sueltos y las ganas de arrancar la temporada crecían por momentos.

A las 15:28 fuimos llamados a la rampa de salida. Tras guardar un minuto de silencio, comenzamos a racanear centímetros, poco a poco, esperando una salida a "la cántabra".



Suena la bocina y me lanzo a dar brazadas como un loco. Salgo en primera fila pero pronto me pasan varios y me quedo un poco atascado. Hago los primeros metros en medio de la vorágine hasta que siento cómo una mano me toca el tobillo, soltándome el velcro del portachip. "¿no podía haber pasado un poco más adelante, cuándo las posiciones estuvieran ya definidas?", pienso. Pero no, sucedió nada más empezar y tuve que parar 5 segundos y ajustar de nuevo el velcro. Sólo 5 segundos perdí en ese instante, pero muchos más en diferido... En esos 5 segundos me pasaron por encima (literalmente) una decena de triatletas, y cuando retomé el nado me encontraba atrapado en medio del pelotón. ¿por dónde paso yo ahora? Mi nado era mucho más rápido que el de los triatletas que en ese momento me rodeaban, pero claro, no había ni un hueco para adelantar, así que tuve que hacer una diagonal, primero a la derecha y después a la izquierda, para poder ganar posiciones. Llegué a la primera boya con todo el mogollón, la cogí por fuera y hasta la segunda boya pude nadar más tranquilo. Fue un atracón de adelantamientos el que me metí antes de esta segunda boya, donde de nuevo tuve que abrirme para evitar golpes.



Enfilo la rampa de salida y cuando toco tierra y miro a mi alrededor solo soy capaz de distinguir a Edu y a Zubi. Después de la odisea en el agua acabo saliendo con el mismo grupo que salía el año pasado (buena señal). Querrá decir que algo estoy haciendo bien este año.
Me quito el neopreno a todo correr, cojo la bici, me subo y no pienso. Los 3 kilómetros de subida nada más empezar son mi baza para intentar enlazar con el grupo de cabeza. Empiezo el sector ciclista y la gente va completamente desperdigada. Empiezo a pasar gente, el primero Zubi, del Santander, que se pone a mi rueda. Me siento como un tren recogiendo vagones toda la subida. No miro para atrás, tengo claro que no me va a ayudar nadie y que me lo voy a tener que cocinar yo solo si quiero llegar a contactar. Cuando coronamos el Alto, giro por primera vez la cabeza y veo que llevo un grupo de unos 10 conmigo, entre ellos varios del Santander y del Buelna, al igual que otros corredores sueltos de diferentes equipos, como el júnior Ánder, que estaba  punto de marcarse un carrerón.



Empezamos la bajada y comienzo a acusar el esfuerzo. Voy a ritmo y los que van a rueda van muy cómodos, yo voy muriéndome. Algún intento breve de relevo de Emilio Alonso (Buelna) y de Pablo Herrero (Trisport) pero sigo llevando yo la iniciativa del grupo. Pronto se nos une Loroño, que va como una moto y con la intención de ponerse a tirar como él sabe, pero cuando ya me las prometía felices y pensaba que iba a tener colaboración, Zubi le echa el alto diciéndole que no tire... Clara táctica de equipo para dejar que yo me desgaste y no pueda contactar con el grupo de Sergio Correa y Guillermo. De antemano iba mentalizado de que esto podía pasar, que el triatlón Santander trabajaría como un equipo para proteger a Sergio y a Guillermo, y que el objetivo de los que me acompañaban en el grupo era que yo me desgastara.



Acepto y respeto al máximo su decisión, de hecho, me motiva pensar que el mejor equipo de Cantabria me considere el rival más peligroso, aunque no comparto que en un deporte individual, en el que uno se prepara con ilusión durante semanas para darlo todo el domingo de carrera, llegue el momento y uno se tenga que reprimir de darlo todo. A mí, la verdad es que me da igual que entren o no entren al relevo y no necesito que nadie se disculpe por ello, yo estoy feliz cual perdiz por el mero hecho de saber que lo he dado todo, pero me da pena por los que quizás podrían haberlo hecho mejor, aunque como digo, no soy quien para juzgar su decisión ni me ha parecido mal ni nada por el estilo ;).

Siguiendo con la carrera, antes de llegar al punto de retorno nos cruzamos con el grupo de cabeza. Seis integrantes lo conforman y parece que nos sacan más de un minuto. Llegamos a la rotonda, voy muerto, y en ese instante un chico del "3Style" ataca. Intento salir al cambio y lo consigo con mucho esfuerzo, pero me deja muy tocado y no tengo piernas para seguir tirando del grupo, así que muy a mi pesar me tengo que dejar caer y claro, nadie tira, los del Santander se ponen delante y paran el grupo hasta que Edu decide ponerse a tirar. Fue entonces cuando Cueto (T. Santander) aprovecha la oportunidad para atacar e irse unos metros. Ni lo intento, porque, como digo, voy fundido. Tengo dudas de si podré bajarme a correr. El desgaste en la ida tirando todo el rato fue tan grande que me cuesta hasta progresar en el grupo. Encaramos la subida de vuelta a San Vicente y veo más cerca de lo que pensaba al grupo cabecero. Esto me hace sacar fuerzas de donde no las hay y poner de nuevo en fila al pelotón. Tiro, tiro, tiro y tiro hasta que reviento. Tengo que pararme unos segundos y vuelvo a la carga, esta vez con un ataque suicida que no va a ningún sitio, porque Emilio está atento y logra cerrar el mini hueco que había abierto, llevándose consigo a todos los integrantes del grupo.



Coronamos el alto y ya solo queda bajar, pero ahora sí que voy vacío. Tanto, que no sé ni quien es el que acelera y, en un abrir y cerrar de ojos, paso de ir el primero a ir el último del grupito. Así llego a San Vicente, me bajo de la bici sobre el puesto 15. Me cantan que el grupo de cabeza, integrado por 6 hombres, está a poco más de un minuto por delante.



En ese momento, con la petada tan monumental que llevaba de la bici y la distancia que había que recortar en 5 kilómetros para llegar a los primeros, sólo pensaba en terminar lo más dignamente posible, sin obsesionarme con la posición. Consigo hacer una transición rapidísima y, pese a entrar en boxes el último del grupo, salgo a correr el tercero. Cuan pollo sin cabeza recorro la acera del paseo marítimo y a los 200 metros ya soy el primero de mi grupo. Por delante... la nada.
Las sensaciones no son buenas, pero estoy acostumbrado y sé que el paso de los kilómetros me beneficia. Empieza la cuesta abajo por la carretera general y me voy soltando, aunque noto los pasos de Edu bastante cerca. Cuando empiezo a asumir que me voy a quedar sin premio, veo a lo lejos al triatleta que cierra el grupo de cabeza. Es Iván Cazorla.



Sin duda, verle fue una inyección de motivación enorme. Tanto, que tardé muy poco en darle caza y empezar a tachar de la lista los que quedaban para llegar al pódium. Antes del giro para volver a San Vicente paso a otros dos y llego hasta Guillermo Ruíz, que en ese momento era tercero. Por delante viaja Correa, con mucha ventaja, y Esteban Cerro, que lo tengo a tiro y lo paso nada más girar en el cono. Voy segundo a falta de 2,5 kilómetros... Si me lo cuentan al salir de boxes no me lo creo. Pero el esfuerzo empieza a pagarse y en la subida hacia San Vicente tengo que aflojar porque si no, no llego. Veo que la distancia con Sergio Correa es cada vez menor, por lo menos ya lo tengo a golpe de vista, pero no es suficiente y al afrontar la última recta asumo que voy a ser segundo. Así entro en meta, dando todo hasta el final, arañando segundos pensando en la clasificación por equipos, y exhausto, tras un inconmensurable Sergio ¡Enhorabuena!



Entonces, mi atención se centra en ver cuando llegan mis compañeros del Bénder y en saber si podremos subir al pódium por escuadras. En el puesto 25 entra Pablo Gutiérrez ¡qué carrerón! Llega doblado y se nota que lo dio todo. Poco después entra Ivan Polo y acto seguido Oscar y Soba. ¡OLE OLE Y OLE! Acabamos de hacer realidad el objetivo principal del año: subir a un pódium por equipos. El tercer puesto nos sabe a gloria, y si a eso le sumamos el tercer puesto absoluto de Lucía y el segundo mío podemos decir que el rojo Bénder estuvo bien presente en el primer triatlón de la temporada. No sólo del postureo vive este equipo, ahora hasta damos guerra deportivamente jejeje.




Con el cuerpo molido pero con una sonrisa de oreja a oreja me vuelvo de San Vicente. Varias cosas claras y, sobre todo, muy ilusionantes de cara a las próximas carreras de Suances y Laredo (sin drafting). 

Vuelvo a estar en línea ascendente y eso es buena señal. ¡Que duren las buenas sensaciones!
Y como siempre, muchas gracias a todos los fotógrafos que ayudan a ilustrar estos tostones de crónicas. Se agradece mucho :)

Saludos