viernes, 5 de junio de 2015

TRIATLON DE SAN VICENTE DE LA BARQUERA 2015: "Como Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como"

El título de la crónica resume perfectamente lo ocurrido en el primer triatlón de la temporada en Cantabria. Una carrera disputada sobre distancia sprint, donde me tocó bregar, sin respiro, desde el primer hasta el último metro. Pocas veces había terminado un triatlón tan molido y con la sensación de haberme vaciado de esta forma.  Pero empecemos por el principio.

Dos semanas después del triatlón de Górliz y con las pilas cargadas para empezar la temporada cántabra de triatlones, me desplacé hasta San Vicente de la Barquera en un día más digno del verano que de la primavera. Hasta la villa marinera llegamos un ejército de “Benders”: Pablo Gutiérrez, Jose Benaite, Iván Polo, Pablo Antón, Berto, Oscar Delgado, Lucía Blanco, Soba y el menda que escribe; además de los que nos animaron desde la barrera y a quienes espero ver pronto vestidos de corto y depilados: Gonzalo y Agüeros.

La motivación para esta carrera la sustentaban dos motivos principales: Primero, a nivel de club, cumplir el sueño de subir a un pódium por equipos por primera vez en la historia del Bénder. Segundo, empezar con buen pie individualmente y luchar por estar en la disputa de la carrera.



La semana previa sirvió para seguir remontando el vuelo tras el pequeño bache de rendimiento por el que pasé después del Europeo de Alcobendas. Buenos entrenos a pie, en bici y, sobre todo, nadando, me daban la confianza suficiente para saber que podía optar al triunfo. Al coincidir el mismo día con el Medio Ironman de Bilbao, varios de los "míticos" del triatlón cántabro fallaron a esta primera cita, pero, aún así, más de 150 eran los inscritos a la prueba. Entre ellos Sergio Correa, sin duda, el rival más fuerte y con quien llevo una bonita temporada de luchas deportivas. Siempre es un placer poder competir de tú a tú con él. También estaban en parrilla de salida buenos triatletas como Guillermo Ruíz, Esteban Cerro, Edu "Belfo", Zubi, Loroño, Cazorla… Pero lo que más me inquietaba era la cantidad de buenos nadadores que había, pudiendo formar un grupo de bici difícil de alcanzar para los que fuésemos por detrás en persecución. Si bien suelo tener clara la estrategia de cada carrera y pronosticar cómo se va a desarrollar, en esta ocasión no lo tenía nada claro. Mis pronósticos pasaban por, en el mejor de los casos, salir cerca del agua de Guillermo e intentar hacer la primera subida en bici a gatillo para enlazar con él e ir a por cabeza de carrera. Lo que pasó realmente lo sabréis si seguís leyendo.

Con bastante holgura metimos el material en boxes, calenté un poquito a pie, me puse el neopreno y di unas brazadas para “catar” el agua. De primeras, las sensaciones eran muy buenas, los brazos estaban sueltos y las ganas de arrancar la temporada crecían por momentos.

A las 15:28 fuimos llamados a la rampa de salida. Tras guardar un minuto de silencio, comenzamos a racanear centímetros, poco a poco, esperando una salida a "la cántabra".



Suena la bocina y me lanzo a dar brazadas como un loco. Salgo en primera fila pero pronto me pasan varios y me quedo un poco atascado. Hago los primeros metros en medio de la vorágine hasta que siento cómo una mano me toca el tobillo, soltándome el velcro del portachip. "¿no podía haber pasado un poco más adelante, cuándo las posiciones estuvieran ya definidas?", pienso. Pero no, sucedió nada más empezar y tuve que parar 5 segundos y ajustar de nuevo el velcro. Sólo 5 segundos perdí en ese instante, pero muchos más en diferido... En esos 5 segundos me pasaron por encima (literalmente) una decena de triatletas, y cuando retomé el nado me encontraba atrapado en medio del pelotón. ¿por dónde paso yo ahora? Mi nado era mucho más rápido que el de los triatletas que en ese momento me rodeaban, pero claro, no había ni un hueco para adelantar, así que tuve que hacer una diagonal, primero a la derecha y después a la izquierda, para poder ganar posiciones. Llegué a la primera boya con todo el mogollón, la cogí por fuera y hasta la segunda boya pude nadar más tranquilo. Fue un atracón de adelantamientos el que me metí antes de esta segunda boya, donde de nuevo tuve que abrirme para evitar golpes.



Enfilo la rampa de salida y cuando toco tierra y miro a mi alrededor solo soy capaz de distinguir a Edu y a Zubi. Después de la odisea en el agua acabo saliendo con el mismo grupo que salía el año pasado (buena señal). Querrá decir que algo estoy haciendo bien este año.
Me quito el neopreno a todo correr, cojo la bici, me subo y no pienso. Los 3 kilómetros de subida nada más empezar son mi baza para intentar enlazar con el grupo de cabeza. Empiezo el sector ciclista y la gente va completamente desperdigada. Empiezo a pasar gente, el primero Zubi, del Santander, que se pone a mi rueda. Me siento como un tren recogiendo vagones toda la subida. No miro para atrás, tengo claro que no me va a ayudar nadie y que me lo voy a tener que cocinar yo solo si quiero llegar a contactar. Cuando coronamos el Alto, giro por primera vez la cabeza y veo que llevo un grupo de unos 10 conmigo, entre ellos varios del Santander y del Buelna, al igual que otros corredores sueltos de diferentes equipos, como el júnior Ánder, que estaba  punto de marcarse un carrerón.



Empezamos la bajada y comienzo a acusar el esfuerzo. Voy a ritmo y los que van a rueda van muy cómodos, yo voy muriéndome. Algún intento breve de relevo de Emilio Alonso (Buelna) y de Pablo Herrero (Trisport) pero sigo llevando yo la iniciativa del grupo. Pronto se nos une Loroño, que va como una moto y con la intención de ponerse a tirar como él sabe, pero cuando ya me las prometía felices y pensaba que iba a tener colaboración, Zubi le echa el alto diciéndole que no tire... Clara táctica de equipo para dejar que yo me desgaste y no pueda contactar con el grupo de Sergio Correa y Guillermo. De antemano iba mentalizado de que esto podía pasar, que el triatlón Santander trabajaría como un equipo para proteger a Sergio y a Guillermo, y que el objetivo de los que me acompañaban en el grupo era que yo me desgastara.



Acepto y respeto al máximo su decisión, de hecho, me motiva pensar que el mejor equipo de Cantabria me considere el rival más peligroso, aunque no comparto que en un deporte individual, en el que uno se prepara con ilusión durante semanas para darlo todo el domingo de carrera, llegue el momento y uno se tenga que reprimir de darlo todo. A mí, la verdad es que me da igual que entren o no entren al relevo y no necesito que nadie se disculpe por ello, yo estoy feliz cual perdiz por el mero hecho de saber que lo he dado todo, pero me da pena por los que quizás podrían haberlo hecho mejor, aunque como digo, no soy quien para juzgar su decisión ni me ha parecido mal ni nada por el estilo ;).

Siguiendo con la carrera, antes de llegar al punto de retorno nos cruzamos con el grupo de cabeza. Seis integrantes lo conforman y parece que nos sacan más de un minuto. Llegamos a la rotonda, voy muerto, y en ese instante un chico del "3Style" ataca. Intento salir al cambio y lo consigo con mucho esfuerzo, pero me deja muy tocado y no tengo piernas para seguir tirando del grupo, así que muy a mi pesar me tengo que dejar caer y claro, nadie tira, los del Santander se ponen delante y paran el grupo hasta que Edu decide ponerse a tirar. Fue entonces cuando Cueto (T. Santander) aprovecha la oportunidad para atacar e irse unos metros. Ni lo intento, porque, como digo, voy fundido. Tengo dudas de si podré bajarme a correr. El desgaste en la ida tirando todo el rato fue tan grande que me cuesta hasta progresar en el grupo. Encaramos la subida de vuelta a San Vicente y veo más cerca de lo que pensaba al grupo cabecero. Esto me hace sacar fuerzas de donde no las hay y poner de nuevo en fila al pelotón. Tiro, tiro, tiro y tiro hasta que reviento. Tengo que pararme unos segundos y vuelvo a la carga, esta vez con un ataque suicida que no va a ningún sitio, porque Emilio está atento y logra cerrar el mini hueco que había abierto, llevándose consigo a todos los integrantes del grupo.



Coronamos el alto y ya solo queda bajar, pero ahora sí que voy vacío. Tanto, que no sé ni quien es el que acelera y, en un abrir y cerrar de ojos, paso de ir el primero a ir el último del grupito. Así llego a San Vicente, me bajo de la bici sobre el puesto 15. Me cantan que el grupo de cabeza, integrado por 6 hombres, está a poco más de un minuto por delante.



En ese momento, con la petada tan monumental que llevaba de la bici y la distancia que había que recortar en 5 kilómetros para llegar a los primeros, sólo pensaba en terminar lo más dignamente posible, sin obsesionarme con la posición. Consigo hacer una transición rapidísima y, pese a entrar en boxes el último del grupo, salgo a correr el tercero. Cuan pollo sin cabeza recorro la acera del paseo marítimo y a los 200 metros ya soy el primero de mi grupo. Por delante... la nada.
Las sensaciones no son buenas, pero estoy acostumbrado y sé que el paso de los kilómetros me beneficia. Empieza la cuesta abajo por la carretera general y me voy soltando, aunque noto los pasos de Edu bastante cerca. Cuando empiezo a asumir que me voy a quedar sin premio, veo a lo lejos al triatleta que cierra el grupo de cabeza. Es Iván Cazorla.



Sin duda, verle fue una inyección de motivación enorme. Tanto, que tardé muy poco en darle caza y empezar a tachar de la lista los que quedaban para llegar al pódium. Antes del giro para volver a San Vicente paso a otros dos y llego hasta Guillermo Ruíz, que en ese momento era tercero. Por delante viaja Correa, con mucha ventaja, y Esteban Cerro, que lo tengo a tiro y lo paso nada más girar en el cono. Voy segundo a falta de 2,5 kilómetros... Si me lo cuentan al salir de boxes no me lo creo. Pero el esfuerzo empieza a pagarse y en la subida hacia San Vicente tengo que aflojar porque si no, no llego. Veo que la distancia con Sergio Correa es cada vez menor, por lo menos ya lo tengo a golpe de vista, pero no es suficiente y al afrontar la última recta asumo que voy a ser segundo. Así entro en meta, dando todo hasta el final, arañando segundos pensando en la clasificación por equipos, y exhausto, tras un inconmensurable Sergio ¡Enhorabuena!



Entonces, mi atención se centra en ver cuando llegan mis compañeros del Bénder y en saber si podremos subir al pódium por escuadras. En el puesto 25 entra Pablo Gutiérrez ¡qué carrerón! Llega doblado y se nota que lo dio todo. Poco después entra Ivan Polo y acto seguido Oscar y Soba. ¡OLE OLE Y OLE! Acabamos de hacer realidad el objetivo principal del año: subir a un pódium por equipos. El tercer puesto nos sabe a gloria, y si a eso le sumamos el tercer puesto absoluto de Lucía y el segundo mío podemos decir que el rojo Bénder estuvo bien presente en el primer triatlón de la temporada. No sólo del postureo vive este equipo, ahora hasta damos guerra deportivamente jejeje.




Con el cuerpo molido pero con una sonrisa de oreja a oreja me vuelvo de San Vicente. Varias cosas claras y, sobre todo, muy ilusionantes de cara a las próximas carreras de Suances y Laredo (sin drafting). 

Vuelvo a estar en línea ascendente y eso es buena señal. ¡Que duren las buenas sensaciones!
Y como siempre, muchas gracias a todos los fotógrafos que ayudan a ilustrar estos tostones de crónicas. Se agradece mucho :)

Saludos


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