miércoles, 23 de septiembre de 2015

Verano de millas, verano de velocidad

Ya se está convirtiendo en una tradición veraniega el hecho de aprovechar el parón en el calendario triatlético para correr alguna milla. Carreras rápidas, de 1609 metros a pie, en las que, como dice un amigo mío, “hay que cerrar los ojos y que sea lo que Dios quiera”.

Con el único objetivo de pasármelo bien, decidí, a ultimísima hora (digamos que el mismo día) correr la milla de Santander. Los triatlones no son la mejor preparación para este tipo de carreras, que requieren rodar a ritmos por debajo de 3 minutos el kilómetro, por lo que experimentar estas nuevas sensaciones me motiva y me gusta.

Casi sin tiempo para pensarlo ya me encontraba en línea de salida del paseo de la Hermida de Santander para tomar parte de la carrera de federados. Éramos unos 20 y más o menos los conocía a todos. Quizás lo más emocionante era el hecho de coincidir en carrera con mis dos compañeros de equipo y de entrenos, Adri y Nacio.




Se dio la salida. Tres vueltas a un circuito de casi 600 metros, de ida y vuelta; la ida con el viento en contra y la vuelta a favor. Manu Heras salió tirando fuerte desde el principio y en las dos primeras rectas cedí unos metros con los 4 primeros. Aproveché el giro antes de empezar la segunda vuelta para engancharme a ese grupito y no dejar escapar ninguna opción. El cuerpo fue entrando en calor y me iba encontrando cada vez mejor. Llegamos a la última vuelta, con Manu tirando todo el tiempo. Tan solo quedábamos cuatro atletas en cabeza: Manu, Toumani Sidibe, un chico joven de Pamplona (Fernando Serrano) y yo. La ida con viento en contra nos hizo pararnos casi por completo, ninguno queríamos tirar y gastar fuerzas, parecía más una carrera ciclista tratando de hacer abanicos que una prueba de atletismo. Preferí guardar las buenas sensaciones para el final. Último giro en el cono y últimos 300 metros en los que cierro los ojos y tiro con todo lo que tengo. Cuando los vuelvo a abrir voy primero. ¡qué largo se me estaba haciendo el sprint! Consigo abrir un hueco importante con mis perseguidores y a falta de 50 metros me relajo y  disfruto de la meta y de una victoria totalmente inesperada.





Debutar en una milla ganando, aunque no sea la Elite, me hizo mucha ilusión y me animó a preparar con ganas las dos siguientes citas: Milla de Polanco y Milla de Selaya.
Estas habían sido las millas que corrí el año pasado y las primeras de mi vida. En Polanco conseguí un tercer puesto en la carrera federada, mientras que en Selaya sobreviví como pude en una carrera Élite que se me quedó un poco grande.

Tras una semana de muy buenos entrenos rápidos a pie (rápidos para lo que soy yo), llegué a Polanco con la misma filosofía que a Santander: disfrutar de la sensación de volar bajo. Ver en el reloj un 2 en lugar de un 3 hace mucha ilusión.


En parrilla de salida formamos una veintena de atletas que, con puntualidad alemana, fuimos colocándonos en nuestro sitio. El nivel era sensiblemente más alto que en Santander. Además de los que compitieron el fin de semana anterior, se unió Mohamed, mi compañero de equipo, que este año está como un avión y cuya táctica de carrera siempre es salir a muerte hasta que reviente. No iba a ser menos en Polanco, así que nada más darse el pistoletazo de salida puso tierra de por medio y se fue en solitario a por las tres vueltas que teníamos que dar alrededor de un parque. Detrás de él salió un joven atleta de Burgos, Pablo Gómez Sánchez, y en tercera posición yo. En los primeros 300 metros se decidieron las tres plazas del pódium, pero el orden dio un vuelco en la última recta cuando el joven Pablo Gómez, que perseguía a Mohamed, se hizo con el triunfo in extremis. Personalmente sufrí como un perro, corriendo 1609 metros yo solo, sin opciones de pillar a nadie ni de ser pillado, y repitiendo nuevamente un tercer puesto en esta milla al que ya estaba predestinado desde el principio. Prefiero las carreras tácticas, en las que llegamos un grupito al final y nos la jugamos en los últimos metros, pero como no siempre van las cosas sobre el guión, lo mejor que pude hacer fue esa sacar esa medallita de bronce.



Y para cerrar el ciclo de millas, el siguiente fin de semana participé en la más especial de todas, en la organizada por mi club, el Selaya-Reparte. Al igual que el pasado año, fui invitado a la milla Elite, así que me tomé el día como un premio por la temporada que llevaba y una oportunidad de competir con grandes atletas. Inicialmente estaba prevista la participación del reciente medallista de plata en 5000 del Cto de España, Antonio Abadía, pero la norma de la federación Española de Atletismo de no dejar competir a sus atletas becados en ninguna prueba fuera del calendario oficial, hizo que no estuviera en línea de salida. Aún así, los mejores atletas regionales se dieron cita en la capital del sobao: Pepín, Adrián Cano, Samuel Abascal o Ilian, entre otros, además de nombres como Workneh Fikire, Álvaro Gutiérrez o Marcos Peón…



Tras ser presentados uno a uno ante el público selayense, nos fuimos colocando en parrilla de salida los 21 participantes en carrera Élite. En algún momento se me pasó por la cabeza intentar hacer el paripé de empezar tirando los primeros 500 metros y salir en la foto delante de todos esos grandes atletas, pero la idea se quedó ahí, y la realidad me puso en mi sitio, que era el pelotón de cola. Salí a muerte los primeros metros pero fue imposible evitar quedarme entre los 4 últimos. Las tres vueltas que había que dar constaban de una ida picando ligeramente hacia arriba y una vuelta picando hacia abajo. Empecé un poco atascado y el ritmo frenético de los pros me hizo quedarme descolgado. En la primera vuelta solo tenía por detrás a mis compañeros del Selaya Barata y Víctor, pero poco a poco fui entrando en carrera. Primero superé a mi compañero Yassine, luego hice lo propio con Youseff Benkert (AD Gijón Atletismo) y en la última vuelta, en un plus de esfuerzo rebasé a Nacho Peña (Torrelavega)  y a Víctor Ramón Peña(Polanco) para concluir el 14 de 21, bajando mi marca en esta milla de 4:49 del año anterior a 4:42 de este año. Sensible mejoría motivada por el hecho de ir de menos a más, algo que hice esta vez sin querer, pero sobre todo, preciosa la experiencia de correr a 2:50 con verdaderos especialistas en la distancia.


Y ¿ahora qué? Pues ahora tocan unas vacaciones creo que merecidas, desconectar durante una semana para volver enchufado a preparar las carreras de Septiembre. Con el Triatlón de Comillas como principal objetivo y otros pequeños retos que poco a poco iré haciendo saber.


Como siempre, disfrutad del camino, que la guinda del pastel se come sola.

Saludos

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