domingo, 29 de marzo de 2015

ESE BUEN AMIGO LLAMADO RODILLO

Llega el invierno y con él las horas de luz se reducen y el mal tiempo y el frío se hacen cada vez más frecuentes. No es nada que no sepamos, pero la llegada del invierno nos pilla a los triatletas un poco desprotegidos a la hora de entrenar el sector ciclista. Y encima yo, que soy un acojonado y que cuando llueve no me atrevo a coger la bici, me veo obligado a buscar una alternativa a los entrenamientos sobre las dos ruedas al aire libre.

Hace dos años hice una de las inversiones más rentables que he hecho nunca en tema de material deportivo: me compré un rodillo. Y ya voy tres inviernos con él.¿Sirve realmente para algo? Pues he de decir que en mi evolución de estos últimos tres años, el rodillo ha sido clave. No tengo ni idea de métodos de entrenamiento, ni nunca me he puesto en manos de nadie para que me oriente (quizás me estoy equivocando) así que a mi experiencia me remito:

- Año 2011: En Mayo debuto en un duatlón sin drafting en Polanco, donde hago el parcial Nº 52 bici. Sólo había cogido la flaca un día desde Septiembre, y había sido para correr el duatlón de Santander.

- Año 2012: En Septiembre corro el triatlón de Comillas, haciendo el parcial 31 en bici, con un tiempo de 1h:09':04''. ¿Cuánta bici había entrenado ese año? Pues no llegaba a los 300 kms (el Erasmus hizo estragos).

Fue al terminar la temporada 2012 cuando decidí que lo de ir a las carreras y perder esas minutadas en bici no podía seguir pasando, así que me compré un rodillo para, por lo menos,  acostumbrar el culo al sillín. Durante todo el invierno de 2012 entrené en el rodillo 3 días a la semana, una hora cada sesión, y siempre siempre haciendo series. Son muchas y muy variadas las combinaciones de entrenamiento que puedes hacer en el rodillo.

- Año 2013: Llega la primera de carrera sin drafting de la temporada: Duatlón de Astillero. Antes había corrido un par de ellas con drafting pero que no son representativas del nivel de bici. Y allí hago el 7º mejor parcial en bici, a un minuto de gente que unos meses antes, en Comillas, me metían más de 5 minutos. ¿Y con qué base de entrenamiento he llegado a esa carrea? pues con rodillo, rodillo y más rodillo.

- Año 2014: Repito estrategia y entreno en el rodillo todo el invierno, dándome unas buenas palizas. Esta vez llego al Duatlón de Astillero sin haber rodado ni un solo kilómetro en la calle y consigo el 10º mejor parcial en bici.

A partir de Marzo, cuando los días se alargan y mejora el tiempo empiezo a salir en bici a la hora de comer, desde el trabajo. Siempre, o casi siempre el mismo circuito, cronómetro en mano y a cañón. Cuando uno tiene poco tiempo, si quiere sacar rendimiento al entreno hay que hacer calidad. Salidas de una hora, como máximo, se convierten en una constante para mí. De hecho, mis entrenamientos outdoor se parecen bastante a los de rodillo: cortos e intensos.

Y con lo que acabo de contar lanzo una pregunta:
Para entrenar corta distancia (sprint y olímpico) ¿es suficiente con una hora de bici dos o tres días a la semana?

Pues sí, es suficiente, quizás no para ganar carreras, pero sí para rendir a un nivel aceptable, siempre y cuando entrenes rápido, pero con cabeza, para no lesionarte. Como digo, no soy entrenador ni nunca antes nadie me ha asesorado, pero en los cuatro años que llevo haciendo triatlón me he dado cuenta de que el método que mejor me funciona para compaginar "trabajo-estudios-familia-entrenos-rendimiento en carrera" es ese: poco tiempo y calidad en los entrenamientos.


Y así seguiré por ahora ;)

martes, 24 de marzo de 2015

10 KM REXONA STREET RUN DE OVIEDO: ¡Victoria!

Cuando uno se encuentra a gusto con lo que hace, lo disfruta y lo vive con pasión, los resultados van llegando solos. No sé si este es un año para dar otro saltito, para mantenerme o para qué, pero lo que sí sé es que llevo todo el invierno compitiendo con las mismas ganas del primer día.

El finde pasado en Alcobendas aprendí lo que es ser atleta de verdad, midiéndome con lo mejorcito de España y asumiendo que no soy nadie en este mundillo. Aunque pueda ser difícil de creer, esta nueva perspectiva que tengo desde esa carrera creo que me va a venir muy bien para, en el futuro, saber valorar cada resultado.

Este fin de semana volvía a mi ciudad, Oviedo, a disputar junto a Vanesa la carrera de 10 kilómetros que, desde el año 2010, se lleva celebrando en la capital carbayona. Atletas como Chema Martínez (2011), Carlos Alonso (2013) o Pablo Ibáñez (2014) dejaron su nombre escrito en el palmarés de esta prueba.



En 2015 las cosas eran distintas, un recorrido nuevo, aparentemente menos duro, y una participación masiva de gente (más de 1000 personas) pero con menos atletas de renombre en línea de salida.
Aún con todo, la "carrerita" no tuvo una previa tranquila... El viernes por la tarde, tras llevar casi 8 horas sentado en mi silla del IH Cantabria, decidí calzarme las zapatillas y salir a soltar un rato... Me dio por subir a un monte que hay cerca de donde trabajo, por un caminillo bastante empinado, por lo que la bajada me costó un poco y la hice medio caminando, medio corriendo. Pues bien, esa idiotez de "experimentar" dos días antes de una carrera me hizo levantarme el domingo con unas agujetas en el cuádriceps izquierdo que me costaba hasta caminar normal... ¡Manda narices! Toda la semana entrenando y descansando bien para joderla un par de días antes... Pero bueno, no hay mejor analgésico que correr en Oviedo, así que, pese a las malas sensaciones antes de la carrera, nada más asomar por la calle Uría y ver el ambiente, me olvidé de las agujetas por completo.

Bien abrigados en una mañana oscura y fría, que poco tenía que envidiar a la del eclipse, calentamos Vanesa y yo juntos, dando vueltas por el Parque San Francisco. Es fácil cerrar los ojos y recordar esa misma escena, pero unos meses atrás, el 31 de Diciembre. Mismo escenario que el de la San Silvestre, pero distinta carrera ¿sería por fin la buena? Llevo años buscando una victoria por las calles de mi ciudad y ahí estaba de nuevo dispuesto a luchar por ello.



Nos fuimos acercando a las 10:30h y tomando posición en la salida. Aconsejé a Vanesa situarse más adelante de lo que habitúa. Esta vez me hizo caso y la jugada salió bien. Yo me coloqué en segunda fila, no me gusta ser el protagonista al principio de la novela, prefiero serlo al final, así que cedo este papel a otros corredores. Sé que los primeros metros se hacen rápido, ya sea saliendo de primera, segunda o tercera fila, así que no tenía por qué haber estorbos. Desde atrás escaneo al personal. Hay muchas caras conocidas y que van a luchar por la victoria. El primero que me sorprende el Mohamed Bakkali, atleta muy joven del Lugones y con una planta de corredor que asusta. Junto a él otros míticos del atletismo asturiano, como Esteban Tejedor, Fernando Canellada, Victor Álvarez... No va a ser fácil.

Se da la salida y desde mi posición de actor secundario me dedico a contemplar los movimientos y a actuar en consecuencia. Hoy no es el día de hacer marcas, hoy hay que ir a ganar. Además, el circuito, pese a estar homologado, no invita a realizar grandes registros (la subida por Viaducto Marquina es rompedora, por ejemplo, y hay que hacerla dos veces).



Con aun casi los 10 km por delante, se forma un grupo de unas 10 unidades, comandado por Moha y un chico al que no conozco pero que tiene pinta de correr bien. El ritmo es cómodo para ser una carrera de 10 km. Nada más salir sufrimos los efectos de la primera subida por Viaducto Marquina para coronar en la Losa y lanzarnos calle abajo hacia la Florida. En la subida se hace el primer corte y nos quedamos 8 en el grupo. Ninguna sorpresa hasta el momento, todos los que tengo en lista siguen al pie del cañón. Llegamos al punto de retorno y la cosa no se mueve. Ritmo machacón de 3:17, más o menos, que alguno no puede seguir y se va descolgando.



Entramos en Uría todos juntitos, oímos los ánimos del público allí presente y del speaker. Al paso por el kilómetro 5, el chico que tenía pinta de correr bien decide entrar en meta (se podía elegir entre hacer 5 o 10 km) y gana con facilidad la carrera de 5 kilómetros. El resto seguimos a lo nuestro, pero pronto se rompe la paz. Movimiento también esperado: en la segunda subida a Viaducto Marquina, Esteban Tejedor cambia de ritmo y nos vamos solos él y yo. 



Dudo por un instante si pasarle y poner mi marcheta hasta el final, pero faltan 4 kilómetros y me estoy jugando la victoria, así que prefiero esperar... ya habrá carreras para hacer experimentos. Bajamos juntos hasta la Florida y ya volviendo, a falta de 2 kilómetros, Fernando Canellada nos da caza y se pone a tirar. ¡De lujo! La nueva incorporación al grupo hace que Esteban se quede cortado y todo apunta a que la victoria se va a decidir entre Fernando y yo en el último kilómetro.



Pasamos la pancarta del kilómetro 9. La distancia con nuestros perseguidores va en aumento. Me lo pienso... ¿cuándo atacar?  En ese momento me acuerdo de las series de 300 metros con Adrian del Miércoles y me da confianza. Tanto, que a falta de 500 metros salto y me lanzo a por la victoria con todo. No me lo puedo creer, faltan 300 metros y me veo ganador. Enfilo la calle Fruela, con el arco de meta al fondo en Uría. Atisbo la cinta de ganador que me espera. Miro hacia atrás para asegurarme de que tengo tiempo para celebrarlo y cruzo la meta levantando la cinta al cielo ovetense.




Pufff ¡QUÉ SENSACIÓN! ¡POR FIN! Pero si mi alegría parecía insuperable, veo a Vanesa que se acerca a mí, me abraza y me dice que ha ganado la carrera de 5 kilómetros ¡Ahora sí que estoy flotando! ¡Buaaa! Me pellizco porque no me creo que sea verdad. Compartir victoria con ella era algo inimaginable.



Nos entrevistan a los dos, primero el speaker de la carrera y después para el reportaje que suelen emitir en teledeporte sobre cada una de las carreras de 10 km del circuito "rexona street run". Y por fin me abrazo con mi padre, que tras de estos meses jodido le veo sonreír y ese es el mejor trofeo que me llevo del día de hoy. También mi madre y mi tío estaban allí animando, siempre al pie del cañón. ¡MIL GRACIAS!




Entrega de trofeos por parte del alcalde de Oviedo, Agustín Iglesias Caunedo, y vuelta a casa con el mejor sabor de boca que recuerdo en mucho tiempo.

Vanesa ¡ENHORABUENA! No creo que haya en el mundo un novio más orgulloso de su novia de lo que lo estoy yo de ti.

...y que dure...




Es curiosa la repercusión que esta carrera ha tenido en los medios de comunicación. Así que os dejo todos los enlaces de prensa en los que se han hecho eco de la noticia:

El Comercio:

La Nueva España:

Real Federación Española de atletismo:

Web del Selaya:


Y también adjunto un enlace a la página con los vídeos de la carrera:

Y antes de terminar quiero agradecer a todos los fotógrafos que nos han dejado unas imágenes para el recuerdo imborrables y preciosas: Pedro Pablo Heres, La Tabernilla de Oviedo, MV Foto y los fotógrafos de la organización !GRACIAS!


viernes, 20 de marzo de 2015

CAMPEONATO DE ESPAÑA DE CROSS 2015: De cabeza de ratón, a cola de león

Apenas recuperado del subidón de la media maratón de París, recibo la noticia de que finalmente estoy en la selección. Cántabra de Cross que el domingo siguiente a la cita parisina se iba para Alcobendas al Campeonato de España de Campo  a través. Sinceramente, la noticia me sorprende y me alegra. Toda la temporada de invierno cobra sentido con esta selección que, quizás, me llega un poco joven, pero que pienso aprender de ella como nunca y ser una esponja al lado de los mejores crosistas de la región, como Javi Crespo o Roberto Ruiz, gente a la que admiro desde que empecé en esto del atletismo y con la que iba a tener la suerte de compartir equipo.





Afronto la semana con mucha calma y dándole al cuerpo exactamente lo que él me pide. Es difícil recuperarse de una carrera larga como una media en tan poco tiempo, así que nada de excesos, para intentar llegar a Alcobendas lo más fresco posible. El sábado por la mañana cojo el bus en la Albericia, ataviado con el chándal rojo de la selección y acompañado por los equipos junior, promesa, Sénior y algún veterano como mi amigo Poo que casualmente ha estado siempre presente en las carreras más importantes que he corrido. Todo un placer tenerle de nuevo a nuestro lado.



El equipo Sénior masculino finalmente estaba formado por Sergio Correa, Javier Crespo, Marcos Fernández Roberto Ruiz, David Álvarez, Yassine Laazzaoui y yo. Las bajas de última hora  de Hachoumi y Pepin hicieron que fuéramos solo siete los presentes, debiendo acabar al menos 6 para puntuar. Luego, el primer objetivo personal estaba claro: ser uno de esos 6 que puntuasen para el equipo.
Llegamos a Alcobendas a las 18:00h. Santi Velasco, el delegado de la Federación que nos acompaña, hace el reparto de habitaciones. A Sergio Correa y a mí nos toca juntos.¡ Perfecto! porque nos conocemos bien y ya habíamos compartido Selección Cántabra de Triatlón en los pasados Campeonatos de España en Navajas (Valencia).

Sin apenas tiempo para dejar las cosas nos reunimos toda la delegación para reconocer el circuito y soltar las piernas. Las primeras impresiones sobre el mismo fueron de sorpresa. Me resulta difícil calificarlo, pero lo más apropiado sería decir que es una mezcla entre tortuoso y duro. Y cuando digo duro me refiero a los dos sentidos de la palabra: duro por las cuestas que tiene y duro por el terreno, que en su mayoría transcurre por caminos de tierra seca. Se hizo de noche en Alcobendas y la temperatura, cada vez más baja, invitaba a refugiarse en el hotel.



A las 21:00h cenamos todos juntos un menú típico de atletas, aunque demasiado tarde, para mi gusto, y quizás un poco copioso (yo soy de los que ceno poco la noche antes). Pero, es ver la comida en el plato y no me puedo reprimir. Arroz blanco con tomate de primero, pescado a la plancha con patatas cocidas de segundo y un plátano de postre. Listos para irnos a dormir y darlo todo por mi "tierruca" de adopción atlética.
A las 8 de la mañana sonó el despertador, miré el móvil y me encuentro con un mensaje de mi madre que dice algo así como que está en la cafetería de mi hotel ¡NO ME FASTIDIES! ¡SORPRESÓN! Aunque viniendo de ella no me sorprende nada. La muchacha se plantó en Madrid tras salir de Oviedo en autobús a 1 de la madrugada. Eso sí es amor de madre. Desayuné con ella y me volví a la habitación. Nuestra carrera era a las 13:05h y, como el circuito estaba a unos 5 min trotando desde el hotel, no había ninguna prisa por ir pronto. Tanto Sergio como yo disfrutamos de las carreras de los junior por televisión, apurando hasta el último momento para descansar y relajarnos.

A eso de las 11:30h pusimos rumbo al circuito con la intención de ver a los promesa. ¡Qué ambientazo! Por lo sinuoso que era el trazado, permitía al público estar completamente encima de los atletas y formar pasillos humanos. Dejamos la mochila en la carpa de la selección cántabra, habilitada por la organización (¡qué nivel!) y nos pusimos a calentar con casi una hora de margen para la carrera.



Las sensaciones de ese primer trote suelen decirme a la perfección cómo me voy a encontrar, y, pese a haber corrido una Media Maratón una semana antes, las sensaciones fueron espectaculares. Todos los integrantes Sénior Masculino de la Selección Cántabra calentamos juntos. Es un lujo cruzarte en el calentamiento con las figuras de atletismo nacional: Carlos Alonso, Toni Abadía, Abad, Mechal, Bezabeh, Javi Guerra, Villalobos... ¡Casi nada! ¡Qué de gallos en un mismo corral y qué privilegio estar allí, como uno de los elegidos para representar a la tierruca! Me sorprendió el ambiente de concentración que había durante el calentamiento. Yo, acostumbrado al  ambiente más distendido y relajado de los crosses de Cantabria, me resultaba extraño ver a la gente que apenas hablaban unos con otros y cuyas caras de concentración denotaban la importancia que le daban a esta carrera.
Pese a ello, disfruté del calentamiento como nunca en mi vida, y un cuarto de hora antes de la salida nos pasamos la cámara de llamadas. Estamos dentro, ya no hay vuelta atrás, encerrados en el corralito de los atletas intentaba hacer progresivos al lado de todos los gallos. Esta carrera es, quizás, la más importante de España en la disciplina del Cross, pues reúne a atletas de todos los perfiles, desde medio fondistas de 800 y 1500, hasta maratonianos.





Nos colocamos en el cajón número 15. Yo decido ubicarme el último de la selección, pues a priori entré como reserva a última hora y es justo que ceda las plazas a mis compañeros. Yassine y Crespo se colocan los primeros, uno al lado del otro. Vista al frente. La pista de tierra por la que vamos a volar en apenas unos segundos apunta al cielo y se pierde en el horizonte. Se puede cortar la tensión con un cuchillo, todos preparados...¡SALIDA!



Me quedo atascado en el cajón (lo previsto) y cuando por fin me libero, corro como si no hubiera un mañana persiguiendo a la manada de búfalos que me precede. La polvareda que se levanta es tal, que de repente dejo de ver más allá de 10 metros, pero soy consciente de que voy de los últimos. Llueven codos por coger posición para la primera curva. La temida recta inicial de subida se termina y giramos a la derecha para hacer un bucle por la hierba y tirarnos pista abajo como camicaces. 



Sigo de los últimos, pero no me importa. Pasarse en los primeros metros significa hipotecar la carrera y, probablemente abandonar antes de completar las 6 vueltas (12 kilómetros) de los que consta la carrera. En la bajada empiezo a ganar posiciones y me coloco a la par de mi paisano Pablo Ibáñez. No miro el reloj, pero noto que el pulso va alto, esto no va a ser como la Media de París, aquí me voy a tener que exprimir mucho más, primero, para no ser doblado y segundo, para no quedar de los últimos. Completo la primera vuelta y parece que me voy asentando, hasta que me adelantan dos chicos que vienen a buen ritmo y me animo a sufrir para ir con ellos. ¡Acierto! Pegado a su estela empezamos a pasar corredores con cuentagotas. Ya antes había pasado a David Álvarez, por lo que en ese momento era el sexto de Cantabria y, por tanto, estaba en puesto para puntuar.
A mitad de segunda vuelta levanto la cabeza y para mi sorpresa veo a Sergio muy cerca. Le paso y observo que lleva mala cara. Solo espero que sea una crisis pasajera y recupere el ritmo que tiene en las piernas. 





Yo sigo a lo mío, a la estela de mis dos amigos, sufriendo, pero con la sensación de ir rápido (dentro de lo que el "cuestudo" circuito nos permite). Empezamos la tercera vuelta y justo al inicio de la zona de subida con curvas (tipo Alpe D´huez) me veo encima de Yassine, a quien supero sin que intente siquiera seguir mi ritmo... ¿qué está pasando? ¿tanta factura ocasionó la primera rampa de salida? Pues sin comérmelo ni bebérmelo ya soy el cuarto del equipo. Por delante viajan Crespo, Tico y Marcos.





La cuarta vuelta transcurre sin sobresaltos y en la quinta me doy cuenta de que estamos alcanzando al grupo de Marcos y Pablo Ibáñez, este último, con quien empecé la carrera, me había dicho "hasta luego" en la segunda vuelta. Termina el quinto giro y justo en al inicio del sexto contacto con el grupo de Marcos y Pablo. Es en ese momento cuando mis dos compañeros de fatigas deciden cambiar el ritmo y me revientan por completo. Se me va el grupo con el que acaba de contactar y empiezo a pagar los excesos. Solo queda una vuelta, pero mis piernas dicen que "ya valió de correr" Cada zancada es un suplicio, literalmente, ¡voy muerto! Llego a las últimas curvas por el césped. Oigo los ánimos de mi primo, que había venido a verme tras el partido jugado en Leganés el día anterior, y me vengo arriba. Últimos metros, recupero la distancia perdida con mis predecesores, mente en blanco, zancada descontrolada y ¡META!



Exhausto. Es la mejor palabra para definir el estado en el que crucé la línea de meta. Exhausto pero contentísimo y consciente de que había hecho un carrerón, dentro de mis posibilidades. Puedo decir que este Campeonato de España entra en el top 3 de mis mejores carreras en atletismo. Y...¿el puesto de la general? os preguntaréis. Pues mi puesto final fue el 90 de 123, lo cual dice mucho del nivelazo que había en esta carrera y del privilegio de correr con los mejores atletas del país. De los representantes de la selección cántabra fui el cuarto en terminar, muy cerca de Marcos, que fue el tercero, a poco más de un minuto de Tico (segundo) y a dos minutos del incombustible Javi Crespo (Primer cántabro). El puesto del más gallo de la tierruca fue el 37ª, que es un puestazo pero que nos sirve para darnos cuenta del nivel que hay en Cantabria en relación a otras comunidades.

Y sin duda, el mejor regalo tras la carrera fue encontrarme con mis amigos Dani Lanza y Álvaro Renuncio (compañero de viaje en la Media de París) y con mi primo y mi madre. De verdad ¡MUCHAS GRACIAS a los cuatro! Es increíble viajar 500 kilómetros y contar con el apoyo de familiares y amigos. Otros cántabros del mundillo del atletismo también estuvieron allí animando, pero muy especialmente quiero agradecer a Cris Ruiz y a Rocío Soria por sus fotos, muchas de las cuales están ilustrando esta crónica.





Y nada más, con esta carrera cierro, ya sí, la temporada de cross, y lo hago con el mayor premio que me podía imaginar: representando a la región donde me formé como atleta, en un Campeonato de España. Espero haber estado a la altura de lo que se me podía exigir, pero lo que no se puede poner en duda es que me desfondé por este equipo con el que pasé un fin de semana difícil de olvidar.

Os dejo el enlace de Teledeporte con la retransmisión completa de la carrera:





y que dure...

viernes, 13 de marzo de 2015

SEMI MARATHON DE PARIS 2015: 1h 12min 06seg... jugando a ser mayor!

De las muchas carreras que corro durante el año, al final siempre me gusta quedarme con dos o tres y guardarlas con cariño en el baúl de las "elegidas". Acaba de comenzar 2015, pero estoy seguro de que la Media Maratón de París de este año tendrá su hueco en ese baúl de los recuerdos. ¡Empezamos!



Allá por Septiembre me propuse volver a correr una Media Maratón y, por fin, probarme seriamente en la distancia. No tuve muchas dudas sobre qué carrera elegir, y tan pronto como se abrieron las inscripciones de la Semi Maraton de Paris, ya estaba mi nombre escrito en la lista de los casi 40.000 valientes que se darían cita el 8 de Marzo de 2015. Conseguí convencer a un buen grupo de amigos: Pablo Ibarguren, Álvaro Renuncio, Javi López y Andrew me iban a acompañar en un fin de semana turístico-deportivo que prometía mucho.

Los meses desde la inscripción hasta el fin de semana de la carrera fueron pasando, y la víspera del viaje ya tenía todo preparado con mimo para volver a la ciudad de la que, con nostalgia, guardo muchos recuerdos al haber pasado allí el curso 2011-2012, de Erasmus.



El viernes por la tarde pusimos rumbo a Bilbao desde Santander Andrew, Javi y yo, y nos juntamos con Ibarguren y Álvaro en el aeropuerto Charles de Gaulle, pues ellos volaban desde Madrid. Tarde, pero con ganas de pasárnoslo bien, llegamos al hotel Ibis donde nos íbamos a alojar, próximo a la plaza de la Bastilla y justo enfrente del que sería el kilómetro 6 de la carrera del domingo. Primera noche en París y primera noche de creps. Disfrutamos de un primer paseo nocturno por la ciudad debutando, algunos, en el maravilloso mundo de los creps, y haciendo planes para el día siguiente.




El sábado lo dedicamos a turistear. Bien es cierto que a París iba con la idea de hacer buena marca en la carrera, pero no podía olvidar que no solo estaba allí para hacer deporte, sino para disfrutar de un fin de semana con amigos y diferente al resto. Por la mañana fuimos al Parc Floral a por los dorsales ¡qué riada de gente! Aprovechamos la ocasión para empaparnos del ambiente de atletismo que se respiraba en el entorno del Bois de Vicennes, donde el día siguiente se daría la salida. Pablo y yo saldríamos en el segundo cajón (Preferenciel) mientras que el resto lo haría en el de 1h 35 min.




Desde el Bois de Vincennes  nos dirigimos a los jardines de Luxemburgo, donde aprovechamos el buen tiempo para comer un cucurucho de pasta sentados en el borde del estanque central. Un autentico lujo de tiempo, nada habitual en Paris, y que nos permitió ver la ciudad en su máximo esplendor. Eran las cinco de la tarde y mis piernas me pedían reposo. Tras caminar por la zona del Barrio Latino y el Sena hasta Notre Dame, y tras llevar muchas horas de pie, pensé que lo mejor sería descansar un poco, así que volví al hotel  con la idea de relajarme y concentrarme para la carrera.



Y por fin llegó el día. Mi costumbre de desayunar al menos 4 horas antes de las carrera hizo que me tuviera que despertar a las 5:30 de la mañana y, sigilosamente, roer mis mueslis metido en el baño, para no despertar a Andrew, mi compañero de habitación.
Las sensaciones eran muy buenas, pese a la caminata del día anterior, y no me encontraba demasiado cansado. Poco a poco se fueron despertando todos y a las 8:20 salimos del hotel hacia el Bois de Vicennes. De nuevo, la línea 1 del metro estaba llena de corredores, pero nada agobiante (ventajas de ir con la suficiente antelación). Casi 40.000 personas se iban a dar cita en una de las carreras más multitudinarias de Francia. 



La emoción de verme envuelto en el mismo ambiente que en 2012 me hizo recordar aquella edición, en la que 1h 23 min 6 seg fue mi tiempo, un tiempo que ahora me parece discreto pero que hace tres años veía inalcanzable. En 2015 otro Pelayo volvía a Francia. Un Pelayo curtido ya en muchas carreras, pero aún no en la distancia de 21 kilómetros, por lo que el respeto a este tipo de carreras estaba presente en todo momento.

Dio la hora de la salida y nos fuimos dirigiendo a nuestros cajones. Para llegar al mío tuve que andar casi un kilómetro. Conseguí meterme en mi cajón 20 minutos antes de la hora y, la verdad, impresiona pegar un saltito y ver detrás tuyo a tanta gente. En el cajón precedente, a unos metros de distancia, los etíopes, keniatas y algún que otro privilegiado se preparaban para la batalla. Doscientas plazas VIP donde se podía calentar hasta el minuto antes de salir. Por el contrario, yo me tuve que comer 20 minutos inmóvil, de pie y apretado... No era la mejor forma de empezar, pero es lo que hay.
Demasiado despacio fueron pasando los minutos hasta las 10:00h de la mañana, pero por suerte la salida se dio con rigurosa puntualidad y rápidamente la "serpiente multicolor" se puso en marcha. Primeros metros frenéticos, mucho ansia en la gente y demasiados calentones. Sin querer, me vi arrastrado por la marea humana en un primer kilómetro por debajo de 3:20... Puff, ese no era el plan, pero era imposible reprimirse, así que la idea de salir a 3:30 desapareció de inmediato y se convirtió en una carrera suicida, donde los primeros kilómetros se preveía que iban a ser a un ritmo más rápido del previsto. Salimos del Bois de Vincennes y cruzamos la Puerta Dorada para tirarnos calle abajo por la Avenida Daumesnil. 



El desnivel favorable en los primeros 8 kilómetros animaba a los corredores a salir por encima de sus posibilidades... ya vendría Paco con las rebajas del kilómetro 13 al 18, donde la carretera pica notablemente hacia arriba. Por mi parte, tras un inicio rápido, fui encontrando mi sitio y acercándome poco a poco a los grupos que me precedían, hasta tal punto que en el kilómetro tres enlacé con el grupito de las cuatro primeras chicas (Keniatas) que seguían a un coche que les marcaba en todo momento el tiempo. ¡Qué paranoia mental! Con lo poco que me gusta a mí ir mirando tiempos durante la carrera, me encontré con la tortura de llevar un cronómetro delante. Afortunadamente fue un visto y no visto, porque tan pronto alcancé al grupo de las Keniatas, estas cambiaron de ritmo y allí me quedé, en tierra de nadie, intentando encontrar compañeros de viaje que fueran al mismo ritmo que yo. Paso por el kilómetro 5 y ¡16:43! Casi un minuto por debajo de mi tiempo objetivo. De momento las sensaciones eran buenas y no quería imaginarme una posible petada.



Del 5 al 8 la carretera ya es más llana, pero me conseguí mantener a un ritmo cercano a 3:20, por lo que tras girar en Chatelét y afrontar la vuelta empecé a acusar muscularmente el esfuerzo. Quizás era más mental que físico, pero del 8 al 10 me costó un poco concentrarme. Aún así kilómetro 10 en ¡33:40! Madre mía... la que me espera. Es esa fase de la carrera el viento nos daba de cara y comenzamos tres corredores a darnos relevos cortos, para ayudarnos e intentar pescar al grupo numeroso que nos precedía. Y así llegamos al kilómetro 12, justo al segundo paso por la Bastilla. El calor del público en la Plaza, y las bandas de música hacían más amena nuestra agonía. Pero ¡aaaay amigos! llegó el kilómetro 13, y con él, se acabó lo bueno. Desde ese punto nos tocaba subir todo lo bajado y, hasta el 18, la carretera no dejaría de apuntar al cielo. Lógicamente el ritmo decreció, y empezamos a correr a 3:30-35. La verdad es que tuve suerte de ir bien acompañado por otro par de corredores del grupo que acababa de alcanzar, y nos íbamos dando relevos constantemente. Pasamos por el kilómetro 15 y aproveché para tomarme el gel de 3 Action. Gran acierto, porque de ahí al final las piernas funcionaron a la perfección. Pensaba que iba a acusar el sobreesfuerzo de los primeros kilómetros pero el desfallecimiento no llegaba.




El kilómetro 18 suele suponer una tortura para muchos y es conocido en la jerga atlética como el mini-muro de la media Maratón. Pero en París, ese kilómetro coincidía con el fin de la subida y los tres restantes eran completamente llanos, e incluso ligeramente favorables. Fue ahí donde un negrito que iba conmigo se puso a correr a 3 min el kilómetro como si tal cosa. Cuando pegó el cambio salí detrás de él, pero el calentón me duró 100 metros... ¡Quiéeeeeto! ¿cómo iba a ponerme a ritmo de carrera de 3 kilómetros en los últimos 3 de una media? Aún así mantuve un ritmo alto y junto a un experto Francés que venía a mi rueda fuimos cubriendo los últimos metros. En el 19 pasamos por la zona de fotógrafos y aproveché para mandar algún saludo, que espero quede reflejado en las imágenes. El francés que iba conmigo me miraba en plan... ¿pero tan sobrado vas como para ponerte a posar? Y le dije en un perfecto francés fatigado, que estaba aprendiendo de los mayores expertos del postureo: mis compañeros del Bender Triatlón. 



Tras ese pequeño diálogo encaramos la recta de meta y cambié de ritmo ¡qué buenas sensaciones! Parecía que la meta estaba cerca pero la alfombra azul aún se veía al fondo ¿qué tiempo haré? Cuando por fin tuve a tiro de vista el crono de meta vi que ya iba a superar el tiempo de 1h 11min 59 segundos. No pasa nada, sprint sobre la moqueta y brazos en alto animado por las bailarinas con pompones que nos recibían en los últimos metros. 



Fue cruzar la meta e invadirme un sentimiento de bienestar y felicidad enorme, muy similar al que tuve tras hacer 32:30 en los 10 km de Laredo en 2014, pero, esta vez, en una prueba más dura y más larga. Y mi tiempo real: 1h 12min 06 segundos!!!!! Puffff QUÉ PASADA!!!! Había conseguido colarme en el puesto 36 de casi 40.000 corredores y, además, siendo el primer español y de los primeros europeos en cruzar la línea de meta. 



Y lo mejor de todo: que aún presiento que en esta distancia hay margen de mejora, mucha. Corrí sin saber cómo hacerlo, sufrí, pero quizás no tanto como podría haberlo hecho. No llegué a coquetear con mis límites porque, para hacerlo, hay que tener experiencia en la distancia, y creo que ahora ya tengo algo más de lo que tenía. De hecho, mi pulso medio durante la carrera fue de 165 pulsaciones, cuando debería ser capaz de ir al menos a 172... así que se puede decir que me dejé unos caballos en el motor sin usar. En definitiva, que me llevo de París 1hora 12min y las ganas de volver a intentarlo y  hacerlo mejor.




El camino hasta aquí no fue fácil, y mucho tengo que agradecer a los que me aguantan día a día, a los que me apoyan y a los que, de forma altruista, me tienden su mano. Por eso, esta satisfacción al cruzar la meta en París es de mucha gente: mis padres (aunque digan que no se puede correr tanta distancia siendo tan joven, estoy seguro de que disfrutaron con ello), Vanesa, mis compañeros del Bénder, mis compañeros del viaje, el equipo de la UC de atletismo con quien entreno y mi equipo (Selaya-Reparte), Juanillo por sus buenos consejos de última hora y por su apoyo, Isma Megustalanaranja, por apoyarme y acompañarme en este reto con sus espectaculares naranjas, 3 Action, por darme ese plus de energía que necesito gracias a sus geles y a Catlike, vestirme con el mejor material. En definitiva, muchas gracias a todos por vuestro granito de arena.




Y para rematar un día redondo, el Domingo por la noche me llega un correo de la Federación Cántabra de Atletismo para decirme que estoy en la Selección Cántabra de Cross que el próximo fin de semana disputará el Campeonato de España  en Alcobendas. Sin duda, este era uno de los grandes retos que me había propuesto al empezar la temporada de cross y que tras darla por concluida me llega de forma inesperada. Me alegro mucho por mi equipo de atletismo, el Selaya Reparte, porque apostaron por mí este año y, dentro de mis limitaciones como atleta, creo que esta convocatoria hace justicia al año que hemos hecho como equipo.

Con ilusión, ganas y esfuerzo seguiré construyendo mi camino


Un abrazo a todos

martes, 3 de marzo de 2015

Tirando del baúl de los recuerdos... Media maratón de Paris 2012 ¡EN 5 DÍAS VOLVEMOS!

Han pasado ya tres años desde que aquel 4 de Marzo de 2012 cruzara la línea de meta en la Media Maratón de París. Una ciudad que me ha dado mucho y a la que vuelvo, tres años más tarde, cargado de ilusión por reencontrarme con los rincones por los que fui dejando recuerdos de aquel maravilloso año de ERASMUS.

Rebuscando en un antiguo disco duro, encontré una crónica de aquella carrera, tímidamente escrita y olvidada en un documento word, pero que al volver a leerla me ha hecho revivir cada instante de aquel día y motivarme aún más para lo que nos espera el próximo 8 de Marzo. Por eso quiero compartir con todos, a través de mi blog, ese recuerdo de la "Semi Marathon de Paris 2012"




Hace más de un mes que se disputó la Media Maratón de Paris (Semi  marathon en français) y ya va siendo hora de que plasme por escrito uno de los fines de semana más intensos que he tenido en lo que va de Erasmus.



El 4 de Marzo de 2012 era el día elegido para dejar atrás los malos recuerdos de la única media maratón que había corrido hasta el momento, hacía dos años en el Triatlón de Buelna. En aquella ocasión, las ganas y la obsesión por hacer un buen tiempo hicieron que, a partir del Km 15, la situación fuera agónica, acabando la carrera más por mi equipo de relevos que por mí mismo y con un tiempo de 1h 27min. Pero esta vez iba a ser diferente.

Para empezar, el plan era salir a disfrutar de la carrera y del ambiente. No todos los días tengo la suerte de correr con 35000 personas por una de las ciudades más bonitas del mundo. Además, la compañía de Pablo Ibarguren y Txito, que habían venido desde España a pasar el fin de semana a París, iba a ser un aliciente añadido.

El domingo 4 de Marzo amaneció nublado y fresco. La carrera empezaba a las 10 de la mañana y, por tanto, me tuve que levantar a las 6 para desayunar.  A las 8 había quedado con Ibarguren y Txito en Notre Dame y desde allí coger el metro que nos llevaría hasta el Bois de Vincennes, salida y llegada de la carrera. Finalmente, Txito no pudo correr por culpa de una lesión, así que nos iba a servir mucho de apoyo logístico.

La primera sensación de estar viviendo algo grande la tuvimos en el metro… ¡QUE RIADA DE CORREDORES! No había nadie en la Línea 1 del metro que no fuera vestido de running. Disfrutando del ambiente de metro llegamos al Bois de Vincennes sobre las 9, 1 h antes de la salida. Sin la presión de tener que correr buscando tiempos ni nada por el estilo nos metimos entre la marabunta para cambiarnos de ropa y calentar. Cada vez iba llegando más y más gente. Cuando faltaban 15 min para las 10, Pablo y yo nos fuimos a nuestra zona de salida. Íbamos a salir con los que buscaban 1h 35 min. No pudimos inscribirnos más adelante porque había que acreditar marca y yo no la tenía, por tanto, nos tuvimos que conformar con salir en torno al puesto 6000, más o menos. Por delante, 6000 personas, por detrás, 30000… no está mal….  

Ya metidos en el “corralito”, todos apretujados, como sardinas en lata, intentamos avanzar hacia delante dentro de los de nuestro grupo de 1h 35min y así perder el menor tiempo posible en la salida. Misión imposible esto último pues desde que dieron la salida hasta que Pablo y yo pasamos por el arco de salida pararon 2min 30seg…

Y… ¡En marcha! La carrera empezó a trompicones. Pablo y yo intentamos adelantar al mayor número de gente en el primer km pero resultaba muy difícil. En zigzag, subiendo y bajando por las aceras, esquivando contenedores de basura que se cruzaban en el camino… así transcurrió el primer km… ritmo 4:30… No estaba nada mal para lo difícil que era correr entre tanta gente. Como ya estábamos un poco "enchotados" decidimos seguir avanzando entre la multitud. Poco a poco fuimos encontrando espacio y ritmo, marcando un parcial en el Km 5 de 20min 23 seg… bastante más rápido de lo previsto y rondando un ritmo de 4 min/Km. Le pregunté a Pablo que qué tal iba, y me dijo que bien que podíamos seguir así. Yo encantado, porque con el paso de los kms iba encontrándome mejor y mejor.

En el km 7 aproximadamente salimos, por fin, del Bois de Vincennes por la Puerta Dorada para adentrarnos en París. Desde ahí y hasta el km 11 el terreno era favorable con una ligera bajada. Rumbo a la Place de la Bastille por donde pasaríamos dos veces, a la ida y a la vuelta. Mientras bajábamos a Bastille varias bandas de música animaban la carrera, una de ellas tocaba Paquito el Chocolatero y, quieras o no, te hace ilusión y te motiva.
El ritmo seguía siendo alto, y ya empezaba a notar que  Pablo iba un poco justo porque ya no corría a mi lado. Sin embargo intentaba en todo momento esperarle y darle conversación. Las sensaciones que yo tenía eran estupendas.

El paso por el Km 10 en 39:52 me hizo darme cuenta de que había posibilidades de buscar un tiempo cercano a 1h 24min, algo que ni me planteaba a la salida, pero que a estas alturas de carrera y con las buenas sensaciones que tenía lo veía factible. 

Pero en el tramo del Km 10 al 15 empezó la tortura para Pablo. Después de girar en Hotel de Ville y afrontar el regreso hacia meta vi que se quedaba. Intenté esperarlo y tirar de él en más de una ocasión, pero cuando me dejaba alcanzar le costaba luego mantener el ritmo de 4 min/Km.
Esto hizo que un poco antes del Km 15 le preguntase  cómo veía la posibilidad de atacar el tiempo de 1h 24min. Me dijo que él no, que lo intentara yo.  No podía desaprovechar esta oportunidad, las piernas me pedían más y más ritmo así que tras pasar por el Km 15 con un parcial de 1h 6 segundos apreté y comencé un periplo de 6 kilómetros en solitario adelantando gente sin parar.

No miré el reloj, lo que salga bien venido sea, pensé. El problema de estos 6 últimos kilómetros es que eran cuesta arriba. El miedo que tenía a desfallecer, como ya sucediera en el kilómetro 14 de la media maratón de  Buelna, se fue esfumando poco a poco. Los últimos kilómetros fueron cayendo sin enterarme… km 16…km 17…km 18… km19… km20… último km a tope y últimos metros dándolo todo!!! Entré en meta me agaché para coger aire, miré el reloj y… ¡¡¡¡¡ 1h 23 min 6 seg!!!!! 

No me lo podía creer, pese a haber salido con la idea de rondar 1h 30min acabé, haciendo mi mejor marca y con unas sensaciones buenísimas. Esperé en la línea de meta a Pablo, que llegó dos minutos más tarde, marcando un tiempo de 1h 25 min y batiendo en 2 min su mejor marca en media maratón. La mañana no podría haber salido más redonda, buen ambiente, buena compañía y ¡¡TIEMPAZO!!.

Ahora ya sé que puedo correr una media maratón sin desfallecer, pero solo pienso centrarme en preparar la temporada de triatlón. Con más ganas y motivación que nunca y con 3 meses por delante empiezo un periodo de preparación en solitario, porque aquí en Paris me es imposible encontrar un club que se adapte a mis horarios y objetivos.

…y que dure…