domingo, 31 de enero de 2016

39º CROSS DE COLINDRES: Un sexto puesto para resarcirse

Aunque la carrera de los 10 km Oviedo-Las Caldas fue como un caramelo que endulzó el sabor amargo del Cross de Ajo, aun me hacía falta acabar de "limpiar" esa amargura con una carrera de las mismas características, es decir, con un cross.



Novedad para mí la de participar en el Cross de Colindres, que este año cumplía su trigésimo novena edición, que se dice pronto, siendo, a su vez, campeonato regional de veteranos. Sobre una distancia de 10000 metros y un circuito enrevesado, con giros y obstáculos (sí sí, obstáculos de los de saltar), formamos en la línea de salida un puñado de atletas Sénior, entre los que destacaban Luis Javier Casas, Hachoumi, Mohamed, David Álvarez o Manu Gómez, que reaparecía tras unas temporadas intermitente. No éramos muchos pero sí había nivelillo. Faltaban los más gallos de la región, pero los citados, más algún actor secundario que quiso ser protagonista, como mi compañero de entrenos Adrian, pusieron emoción a una bonita carrera de Domingo "Inviernoprimaveral".



A las 12:40h se dio el pistoletazo de salida. Con la lección aprendida de Ajo, donde sufrí como un perro al final, decidí salir ultraconservador e ir progresando con el paso de los kilómetros. Los primeros giros y prácticamente la primera de las cinco vueltas fuimos en pelotón. Nadie tomaba la iniciativa hasta que David y Luis Javier nos sacaron de nuestro letargo y nos pusieron en fila de uno. Aunque iba muy bien de fuerzas y cómodo, en esto del cross estoy aprendiendo que las sensaciones engañan y que mejor que sobre y no que falte, pues las sobras hay tiempo para gastarlas, pero los excesos se pagan con intereses muy altos.



Y con esa idea en la cabeza me puse detrás de mi compañero Adrian, que a su vez seguía a Manu Gómez y Mohamed. Formamos un cuarteto del cuarto al séptimo donde yo fui siempre a cola. Pero las buenas sensaciones del principio duraron dos vueltas... en la tercera, empecé a hacer la goma con mis compañeros de grupo. Se me iban en las rectas y yo los pillaba en las curvas. Me costaba seguirles y estaba sufriendo más de la cuenta ¿iba realmente mal? Pues no, porque giraba la cabeza y veía que nuestros perseguidores, normalmente atletas de mi nivel en este tipo de crosses largos, estaban cada vez más lejos. El ritmo era alto y constante. Los tres primeros tampoco nos sacaban mucho y yo, sorprendido con el rendimiento de Adri, sufría para aguantarles el ritmo.



Antes de iniciar la quinta vuelta, presencio como, unos metros por delante, Mohamed y Manu dejaban a Adrián un pelín descolgado. Solo dos kilómetros para meta y, aunque iba fuerte, un cambio de un kilómetro sí que me había guardado. Por tanto, cerré rápido el pequeño hueco con Adri y, tras recuperar un poquito a su estela, me fui a por los dos escapados. 




Tan solo un kilómetros y el pulso iba por las nubes. Siento como les voy pillando a medida que nos acercamos a las últimas curvas. El cuarto puesto está en juego y quedan 400 metros. Consigo casi enlazar con ellos, los tengo a tiro, pero venir tan forzado desde atrás no me permite hacer el último cambio que Manu y Mohamed sí tienen y me es imposible pasarlos, entrando a 2 segundos de ellos en sexta posición.




¡BIEN! Buena carrera, creo que rindiendo al 100% para ser cross y ser tan largo. Con el paso del tiempo me voy dando cuenta de qué tipo de corredor soy, y sin duda, el cross no es mi terreno. Por mi forma de correr me adapto mejor al asfalto, pero eso no quita para que siga sufriendo y disfrutando en cada cross de esta región. Un sexto puesto que acaba de limpiarme del todo el mal sabor de boca de Ajo y me da confianza y ánimo para dar un pasito más en estas dos semanas que faltan para el regional de Loredo, donde espero llegar a tope. Y nada más, otro Domingo de carreras y bien acompañado por mis padres, que no sé como aguantan este ritmo.



Muchas gracias a bertafotografías por el fotón que nos ha sacado. Creo que no hace falta buscar mucho para saber cual de todas las fotos que he publicado es la suya. 


Nos vemos en la siguiente... y que dure...

miércoles, 27 de enero de 2016

IV 10 km Oviedo-Las Caldas: No hay nada como correr en casa para quitarse la espinita

Lo bueno de estar inmersos en una temporada tan cargada de carreras es que, en apenas una semana, podemos resarcirnos de cualquier mal día que tengamos. Y ese fue el tiempo que tuve desde que el Domingo 17 de Enero terminara el Cross de Ajo arrastrándome por la preciosa campa del Faro.

La carrera de 10 kilómetros de Oviedo a Las Caldas sería el escenario perfecto para recuperar la moral. Como siempre, volver a casa y competir en mi ciudad es especial. Quizás nada supera las sensaciones de la San Silvestre, pero estos 10 kilómetros llegaron en el mejor momento y me ayudaron a afrontar motivado la semana previa de entrenamientos. Durante la misma completé dos sesiones de rodillo: una regenerativa y otra en ayunas. También dos sesiones de carrera a pie: una, el Martes, que consistió en un fartlek con 6x1000 trabajando en el umbral anaeróbico, y otra, el Jueves, con un rodaje de 50 minutos tranquilo. De natación hice dos entrenos y de gimnasio otras dos sesiones. En resumen, una semana bastante tranquila, donde el objetivo era tratar de descansar y recuperar las sensaciones perdidas.



Y el objetivo se cumplió… La mañana del domingo, día de la carrera, madrugué para testar las piernas con un rodajillo de activación, un par de horas antes de la salida. Las sensaciones de cansancio que fui acumulando durante la semana habían desaparecido y la maquinaria parecía estar bien engrasada. Pero el engrasado tenía que ser perfecto, pues el nivel de participación se preveía mucho más alto que el de las carreras navideñas. Cuando alcanzas un cierto nivel vas a las pruebas conociendo el panorama y sabiendo quienes pueden ganarte y quienes te van a ganar. En esta ocasión, la presencia del fondista asturiano más en forma actualmente, Martín Álvarez Espinar, del Piloña, (campeón del regional de Cross largo el fin de semana anterior) reducía las posibilidades de triunfo. Pero su presencia me motivaba, al igual que la de otros atletas como Adrián Silva (Universidad de Oviedo), el leonés Rabanal o Raúl Lazo. A última hora también se unía a la fiesta mi amigo Sergio Santiago, todo un sub 32 en 10 kilómetros que llegaba en forma y con ganas de luchar por la victoria.

Sin duda, el panorama era atractivo para el espectador, con cinco o seis atletas muy igualados y donde, un mal día como el de Ajo me haría quedarme lejos del pódium.

En una mañana calurosa y soleada nos fuimos colocando los más de 900 participantes en línea de salida. El speaker, Vicente Capitán, ilustre atleta, destacaba por megafonía la presencia de Martín Álvarez y también tuvo el detalle de nombrarme como vigente ganador de la San Silvestre. Creo que lo de correr de tapado en Oviedo se me ha terminado.



A las 11:30h se dio el pistoletazo de salida de la cuarta edición de los 10 km Oviedo-Las Caldas, que estrenaba inicio de recorrido. Esta vez salíamos hacia arriba desde las piscinas de San Lázaro, coronando en Pedro Masaveu, recorriendo toda esa calle hasta justo delante de mi casa y luego bajando por el Parque de Invierno para coger la senda que nos conduciría hasta Las Caldas. La incógnita sobre la estrategia de Martín quedó disipada de un plumazo en los primeros 400 metros, donde tomó las riendas del grupo y, antes de llegar al kilómetro 1 ya había hecho una selección en la que conseguí colarme. A rueda de Martín se colocó Adrián, detrás Rabanal, yo y Sergio Santiago. Salimos a machete, por lo menos esa fue mi percepción mientras bajaba despendolado por las cuestas del Parque de Invierno, tratando de no perder comba. Martín era mejor que nosotros, pero cuanto más tiempo le aguantásemos mejor.

Empezamos la senda en fila de uno y pronto pasamos de ser 5 a ser 4. Sergio Santiago abandonó nuestra compañía y se dejó caer ante el exigente ritmo de Martín. Yo sufrí como un perro los dos primeros kilómetros para agarrarme a la rueda de Adrián, con quien podría tener una lucha cerrada toda la carrera. Llegamos al kilómetros tres y fue entonces cuando Martín empezó a poner tierra de por medio. Poco a poco se fue alejando. Adrián y yo nos quedamos solos, pues Rabanal también había cedido un kilómetro antes. Fue entonces donde comenzamos nuestra particular lucha por repartirnos las dos plazas de pódium que quedaban libres.



Pasado el puente que cruza la autovía (km 4 aproximadamente) Adrián me pide que pase yo a tirar. Aunque iba justo, preferí pasar, para aparentar ir bien y hacer ver que tenía más fuerza de la que realmente había en mis piernas. Mantuve un ritmo constante de en torno a 3:05’/km hasta llegar al primer túnel, momento en que Adrián tomó la iniciativa y se puso a tirar. ¡Madre mía que duro va a ser ganarle!, pensé. Pero el gesto que hizo de girar hacia atrás la cabeza, buscando la referencia con el cuarto clasificado me dio pistas de que él iba tanto o más justo de fuerzas que yo, por lo que, de nuevo para aparentar, me puse a tirar con todo, pegando algún ligero arreón sin otra intención que probar al atleta de la Uni. Y, a falta de dos kilómetros, la estrategia funcionó. No suelo mirar hacia atrás, pero la respiración de Adrián cada vez se oía más lejos, síntoma de que estaba cediendo. Entonces decidí aún más apretar un poco y abrir un hueco suficiente para no llegar al sprint. El pulso se me disparó  bajando a tumba abierta por el campo de golf. Las bajadas parecían llanos y los llanos montañas ¡qué agonía! 




Empieza el último kilómetro, entro en el pueblo de Las Caldas y empiezo a ver al público agolpado al inicio de la subida de 200 metros pre-meta, una pequeña trampa con la que hay que contar. Miro hacia atrás, por si acaso, y ratifico que Adrián está lo suficientemente lejos como para amenazar mi segundo puesto, así que encaro la subida a ritmo y con calma, hasta que a falta de 30 metros vislumbro el crono de meta: 30:54, 30:55, 30:56… Es en ese momento cuando despierto de mi letargo y trato de arañar esos segundos al crono para intentar pararlo sub 31, pero no lo consigo, y el tiempo oficial me marca 31:00 ¡qué rabia! Aunque no sea un 10 km oficial, siempre hace ilusión estar un segundillo por debajo de un número tan redondo como es el 31.



Aun así estoy contentísimo por el puesto, por la carrera, por el tiempo y, sobre todo, por haber recuperado las sensaciones y volver a ser competitivo. Martín Álvarez ganó incontestablemente con 20 segundos de ventaja, y poder compartir pódium con él y Adrián es un lujo.



Para terminar llegó la entrega de premios, donde la organización, con Alberto Suárez Laso a la cabeza, se lució, agasajando a los tres primeros de cada categoría con diversos premios de los que gustan, es decir, de los de comer, lo cual se agradece enormemente y anima a volver a repetir el próximo año en una prueba, cuya edición de 2016 voy a recordar con cariño.



El próximo domingo más y mejor ;)


miércoles, 20 de enero de 2016

REGIONAL DE CROSS POR CLUBES 2016 (AJO): Unas veces se gana y otras se aprende... esta vez tocó aprender

¡Cómo cuesta arrancar un nuevo año tras unas vacaciones casi perfectas deportivamente hablando! Quizás el factor psicológico solo lo tengamos en cuenta cuando nos golpea duramente y no cuando estamos en estado de gracia. Esa motivación que te ayuda a superar tus límites solo se percibe cuando te da la espalda, y eso fue lo que sucedió en el Cross de Ajo.

Tras una primera semana de vuelta a la rutina poco menos que desastrosa, afronté la previa del Campeonato Regional de Cross con la ilusión de recuperar sensaciones y demostrarme que la forma no la he perdido.

El Domingo por la mañana desperté como nuevo; y eso que el viernes había hecho un test de esfuerzo hasta el agotamiento y me sentía pletórico por el buen resultado del mismo. Sin embargo, y aunque mi cuerpo me decía que estaba todo OK, al final no fue así.

Tras un calentamiento tranquilo con Sergio Bolado, me calcé los clavos y me puse en el cajón de salida, junto a mis compañeros de equipo, con quieres iba a luchar por conseguir la mejor posición posible a nivel de club, en el Campeonato Regional de Campo a Través.



Por delante algo más de 10 kilómetros, dando 5 vueltas a un circuito con muchas trampas. La aparente llanura de la campa del faro de Ajo era solo eso, una apariencia, porque el trazado, además de los “tropocientos” giros de 180 grados, era un constante sube y baja.

Se dio el pistoletazo de salida y arranqué fuerte para coger posición antes de que la estrechez del recorrido produjera algún embudo. Así, conseguí instalarme a cola del grupo cabecero, donde, sorprendentemente fui muy cómodo desde el principio. Completamos la primera vuelta y me veía rodando con Xavi Crespo, Pepín, Tico… Se había formado un grupo de unas 10 unidades y yo estaba en el corte.



Al inicio de la segunda vuelta las sensaciones seguían siendo buenas pero antes de que esta terminara se desataron las hostilidades. Hachoumi cambió el ritmo y todos reaccionaron. Yo lo intenté pero tuve que ver como el hueco con mis predecesores crecía a cámara lenta. Fue este un punto de inflexión del que ya no me recuperé. De repente, sin explicación alguna (sin explicación en ese momento, a día de hoy ya sé el motivo) me vine abajo. Un bajón similar al que sentí en aquella primera media Maratón, en el Triatlón de Buelna en 2009, o la explosión de este año pasado en la carrera a pie del Triatlón de Laredo. Una sensación conocida, pero a la que no estaba habituado últimamente. Pese a ello, me empeciné en mantener dignamente el ritmo y, durante la tercera vuelta fue a la estela de Pablo Martínez Serna. Mero espejismo fue el intento de seguirle, pues, con 4 kilómetros aún por delante, mis piernas dijeron basta y mi cabeza empezó a volverse loca. Cada recta, cada subida, cada giro era una tortura. Miraba hacia atrás y veía a un grupo de miuras que me envestirían de forma inminente.





La última vuelta fue un calvario y una sangría constante. Acostumbrado a correr recogiendo cadáveres, esta vez me tocó a mí ser el muerto. Perdí la cuenta de cuantas “camisetas” distintas me adelantaron en los últimos giros. Sabía que el final estaba a pocos metros, pero no había chicha para luchar por ninguna posición. Arrastrándome entré en meta el 20º, habiendo sufrido en 3/5 partes de la carrera como pocas veces recuerdo. 



Quizás un abandono hubiese sido lo más lógico, pero por mis narices que en una prueba de atletismo no me retiro. Creo que ya agoté el cupo de abandonos cuando era esquiador y la suerte jugaba un papel primordial. Ahora, que las carreras que hago dependen única y exclusivamente de mi esfuerzo, pienso lucharlas hasta el final y llegar lo más dignamente posible, pero siempre llegar.

Fue una carrera dura pero de la que más he aprendido en lo que llevo de temporada. Sé lo que hice mal y sé lo que hay que evitar hacer la próxima vez, por tanto, lección aprendida y con más ganas que nunca ¡a por la siguiente!

Muchas gracias a Andrea por las fotos que le he "robado" para amenizar esta crónica ;)



I Cross de Reyes de Sariego: No hay 3 sin 4 ¿es así el refrán?

Aprovechando los últimos coletazos de las vacaciones Navideñas por Asturias y aún con la resaca de la San Silvestre de Oviedo, me enteré de la celebración de una carrera de 5 kilómetros en Sariego (Pola de Siero). No tenía muy claro si ir o no; quizás el ritmo de carreras de las dos semanas previas me iba a pasar factura, por lo que aplacé mi decisión hasta el mismo día de la prueba por la mañana.

Preferí no hacer un previo pre-carrera específico, como sí había hecho para la de Nochebuena, Angulera, Mieres y Oviedo, y ver cómo respondía el cuerpo sin todo el ritual. Por tanto, el día anterior, en vez de descansar y hacer los 20 minutos de carrera a pie para activar, me metí casi tres horitas de bici con series en llano y en subida, seguido de un rodaje de 30 minutos a pie y unos progresivos. El cuerpo no iba a estar todo lo descansado que me gustaría pero también me motivaba la sensación de probarme a mí mismo en carrera bajo esas condiciones.

En una mañana gris y lluviosa llegué a Sariego con mi padre, me inscribí y me dediqué a esperar en el coche a que se acercara la hora de calentar. Lo que aparentemente pensaba que iba a ser una carrera más o menos fácil se complicó rápidamente con la llegada de Francisco López de Dios (doce veces ganador de la San Silvestre de Ribadesella), Mohamed Bakkali (segundo en la San Silvestre de Oviedo) y Máximo Cordero. Sin duda iba a tener que exprimirme al máximo para ganar, más incluso que en las citas previas.



Calenté unos 20 minutos, aprovechando para conocer parte del circuito. Se trataba de una carrera de 4800 metros, casi todo por asfalto y con tres duras subidas en las que casi hay que caminar. Pero el desconocimiento previo del mismo (pese a haber sido advertido por corredores que ya lo conocían) me hizo adoptar una estrategia un tanto arriesgada.



En total éramos algo menos de 100 atletas, dispuestos a luchar por las tres cestas de navidad que había en juego. Salida rápida y con terreno favorable los primeros metros. Un corredor de La Cerezal toma la iniciativa en este primer tramo, seguido de Francisco, Moha, Máximo y yo. Me mantengo a la expectativa pues, como siempre, los inicios de carrera los suelen lanzar corredores, que quizás no opten a la victoria, a ritmos altos. Tardé 800 metros en confirmar que tenía buenas piernas y, antes del kilómetro 1, me lancé a la aventura. Sin conocer el recorrido ni las trampas que me iba a encontrar, y consciente de que no estaba al 100%, intenté irme, copiando la estrategia de las San Silvestres de San Juan y Mieres. Para mi sorpresa, al poco de ponerme en cabeza tan solo me seguía Moha Bakkali.



Antes del kilómetro 2 llegamos a la primera rampa. Unos 250 metros "pindios" de narices, donde consigo despegar a Moha y me quedo solo. "Pues nada" ahora toca apretar el culo más de 3 kilómetros por "caleyas" que no conozco.
Trato de ir constante, pero los continuos toboganes me rompen el ritmo. Cae el kilómetro tres y me encuentro con la segunda de las rampas, o mejor dicho, muro. Al coronarlo nos meten por una pista de tierra donde procuro ir saltando los charcos y evitando el barro. Salimos de nuevo al asfalto y por detrás siento el aliento de Francisco López de Dios, a quien no le saco ni 10 segundos. Esto no está siendo tan fácil como en Mieres o en la Angulera. Sufro y sigo apretando hasta que por fin encaro la recta de meta.



Y cuando me las creía felices llega el mayor palo de todos... Me desvían a la derecha para hacer un bucle con otra gran rampa con la que no contaba. Iba justito de fuerzas así que la cuesta terminó de rematarme. Por poco tengo que parar y subir andando. A duras penas consigo coronar, miro de reojo y veo que mis perseguidores están lejos. Me lanzo calle abajo, tan "pindia" como la subida, y ya sí, encaro la recta de meta y gano la carrera.




Sufridísima victoria; diría incluso que la más sufrida de todas las que he conseguido estas navidades. Además un buen entreno de calidad que me he metido para el cuerpo y una bonita cesta de Navidad que me traigo a casa de recuerdo.


Es digno de reconocer el esfuerzo de este tipo de organizadores que montan una carrera sin cobrar inscripción y con premios mucho mejores que los ofrecidos por la mayoría de las pruebas que sí se lucran de ello.

 Por eso ¡GRACIAS!

lunes, 4 de enero de 2016

SAN SILVESTRE DE OVIEDO 2015: Simplemente...¡feliz!

Son las 3 de la mañana del 1 de Enero de 2016, y acabo de ganar la San Silvestre de Oviedo. Teóricamente iba a acostarme, pero no puedo hacerlo sin dejar escritas unas líneas de esta crónica.

Pancarta de linea de salida de la San Silvestre de Oviedo 2015
Lo que para muchos supone una buena forma de acabar el año, haciendo deporte y quemando calorías, para mí, cada 31 de Diciembre se convierte en uno de los días más especiales del calendario. Ya llevo varias crónicas de San Silvestres estas Navidades y, en todas, pese a los buenos resultados, tenía la cabeza puesta en la cita de mi ciudad, Oviedo. Bajar por Marqués de Santa Cruz, persiguiendo al coche que abre carrera, y ver al fondo, a lo lejos, a toda esa marabunta de gente que parece engullir al atleta al pasar, es una imagen imborrable que no sé si seré capaz de repetir, pero que seguro guardaré en el recuerdo para siempre.

Todos los dorsales con los que corrí la San Silvestre, de 2009 a 2015

La carrera de Nochebuena de Gijón, la San Silvestre Angulera y la San Silvestre de Mieres fueron el preámbulo de lo que sería la tarde que siempre soñé. Me desperté el día 31 con más nervios de lo normal. Desayuno tranquilamente y, mientras, leo la prensa y me entero de que me dan como favorito para ganar en Oviedo. A mí, que siempre me gustó ir de tapado, me cuesta asumir ese papel. Pero bueno, es lo que hay y tengo que asumirlo. Para rebajar los nervios y el ansia hasta la hora de la carrera (18:10), salgo a trotar un poco por el Parque de Invierno. Voy fijándome en los pequeños detalles que me rodean, trato de distraer mi mente de la vorágine que preveo vivir horas después. El rodajillo matinal me ayuda bastante a tranquilizarme y relajarme, a la vez que me permite ratificar las buenas sensaciones físicas de los días previos. La maquinaria está engrasada, solo falta ponerla a funcionar.

A las 17:20h quedo con Miguel en el semáforo de Muñoz Degraín. La costumbre de bajar con él hasta la zona de salida, en la calle Uría, llevamos repitiéndola año tras año, y no quiero perderla. Aún recuerdo aquel no tan lejano 2009 en el que bajábamos por primera vez para correr la San Silvestre. Ningún objetivo claro, ninguna presión, nada más que salir a ver qué pasaba. También recuerdo, ese mismo año, al acabar la carrera, mirar de reojo al pódium y comentarle a Miguel: "Algún año estaré yo ahí". Lo que no me imaginé fue que ya en 2013 lo conseguiría. Aquel tercer puesto supuso mi mayor logro deportivo hasta la fecha (al menos según mi valoración), pero aún quedaban dos escalones por delante. En 2013 la promesa me la hice a mí mismo: "Algún día voy a ganar la San Silvestre". Desde entonces entreno con ilusión y, cada vez que me sitúo en línea de salida el 31 de Diciembre, busco cumplir esa promesa. 

Las buenas costumbres no pueden faltar (con Miguel y Vanesa minutos antes de la salida)

Llegamos a la zona de calentamiento. Este año nos acompaña Vanesa, que, por primera vez, correrá la San Silvestre de Oviedo. Los tres nos empapamos del ambiente que se respira en los prolegómenos de la prueba. El Parque San Francisco se convierte en un desfile de corredores, trotando para activar la musculatura. Mientras calentamos empiezo centrarme y a ponerme algo nervioso. Las sensaciones son buenas y me intento convencer de ello para estar tranquilo y seguro de mí mismo.

Nervioso no, concentrado... Bueno, quizás algo nervioso sí que estaba

Diez minutos antes de la salida hago unos progresivos por delante del arco de EDP. Me encuentro ligero y confiado, y examino a los posibles rivales:  Nando Fernández Junquera (Piloña), Victor Álvarez (Toscaf), Fernando Canellada (Maratón Oviedo), Jorge Cosío (Atletismo Mieres) y Mohamed Bakkali (Universidad de Oviedo), se perfilan como los favoritos a la victoria. La ausencia de Alberto Suárez Laso y de Pablo Ibáñez, entre otros, deja una carrera muy abierta y en la que es difícil apostar a caballo ganador. Sin embargo, a unos minutos para empezar, saltan las alarmas. Se filtra la noticia de que Marcos Peón va a venir desde Gijón a correr la San Silvestre de Oviedo. Un invitado más a la fiesta, que si viene, lo hace con el cartel de favorito bien pegado al pecho.

Con la incertidumbre de si Marcos está o no formamos en la salida. Por primera vez nos colocan a los 20 primeros de la edición anterior delante de las 5000 personas que se van a lanzar a devorar los últimos 5500 metros del año. Circuito duro, "rompepiernas" y sin descansos.

Arranca la XXXII San Silvestre de Oviedo ¡En marcha!

La tensión se palpa en el ambiente. Me sitúo en el medio, cronómetros listos y se da el pistoletazo de salida. No tengo que hacer un gran sprint para no perder posición. Poca gente lucha este año por salir rápido y posar en la foto, así que consigo curvar hacia Toreno bien colocado. Subimos la cuesta en pelotón, muy despacio, lo cual hace que no se rompa el grupo, pero nada más coronar y antes de lanzarnos Cervantes abajo, Víctor toma la iniciativa y empieza a marcar el ritmo. Tampoco vamos a una velocidad endiablada, pero sí lo suficiente para seleccionar a unos 15 o 20 atletas en cabeza de carrera. Corro cómodo detrás de Víctor, siempre en posiciones delanteras para estar atento a un posible ataque. Fernando Canellada y Moha van a mi lado y Nando justo detrás. Pasamos por Independencia, cruzamos Uría, seguimos por Melquiades Álvarez, Covadonga y llegamos a la esquina de Arguelles. Me extraña que la carrera aún no se esté poniendo dura, sobre todo por parte de Nando, del Piloña, pero me da igual, voy cómodo y prefiero mantenerme a la expectativa.


Kilómetro 2, juntos pero no revueltos

Bajamos por Jovellanos y giramos a la derecha hacia la calle Paraíso. Es ahí donde, sin querer, me coloco primero. Estamos en el punto más bajo del recorrido, con más de 3 kilómetros por delante y gran parte de ellos en subida, por lo que  no es momento de tirar. Aflojo y dejo que Moha tome la iniciativa, pero en la calle Postigo Alto Nando lanza su ataque y se escapa. ¡Menudo hachazo! Me esperaba un ataque más constante y he de admitir que me sorprende el cambio tan brusco. Me pongo algo nervioso, pero evito calentarme y reacciono acelerando el ritmo progresivamente. El grupo de 15 en el que iba se rompe, y yo me lanzo Marqués de Gastañaga arriba en persecución del escapado, a quien pillo al inicio de Campomanes. 

Respondiendo al ataque de Nando (Calle Campomanes, kilómetro 3)

Giro la cabeza y veo que Moha va tercero pero algo descolgado. "Este es el momento", pienso. Me pongo a tirar antes de llegar a la Plaza San Miguel, con la intención de dar continuidad al ataque de Nando y aprovechar el factor psicológico que supone ver cómo te recortan la ventaja. No miro atrás, pero cuando llego a Pérez de Ayala y rodeo el auditorio, algo me dice que le he soltado. Esta es la oportunidad de mi vida y no la voy a dejar escapar.

Tirando más de ganas que de fuerzas ¡con todo hasta meta!

Me tiro por Calvo Sotelo cual pollo sin cabeza. Tengo que abrir hueco. Giro a la izquierda, cruzo la plaza de España, bajo por Santa Teresa y giro de nuevo a la derecha para afrontar, ya en solitario, la dura recta de Santa Susana, que pica para arriba, y donde el año pasado tuve una pequeña crisis. No sé cuanta distancia me separa de Nando, pero aprovecho los aplausos de la gente para hacerme una idea. Avanzo por Santa Susana, mente en blanco. Solo me separan 700 metros de meta y no se me puede escapar la victoria.

Es entonces cuando, al asomar en Marqués de Santa Cruz, veo al fondo, a lo lejos, a toda la marabunta de gente en la esquina con Fruela. Bajo Santa Cruz a tumba abierta, como si la carrera acabara ahí mismo, y llego donde está el público. Tan solo 400 metros para cumplir un sueño. Giro hacia Fruela, las aceras están abarrotadas, siento los aplausos con más intensidad que nunca. No me sigue nadie, puedo disfrutarlo. Recorro Fruela y Pozos con una tranquilidad que nunca antes había podido sentir. Última curva y veo el arco de meta. Allí están mis padres y mi primo, pero también siento la presencia de quienes ya no están. No me lo creo, recorro los adoquines que me llevan a cortar la cinta blanca y ¡GANO LA SAN SILVESTRE DE OVIEDO!





 El sueño que llevo persiguiendo años se hace realidad, no sé cómo reaccionar, las sensaciones son raras. Pasar de la máxima agonía a la máxima felicidad es algo a lo que mi cabeza no está acostumbrada, y se queda en blanco. Pero da igual, lo acabo de hacer, he ganado "mi" San Silvestre. Más por inercia que por consciencia me abrazo con Moha (Segundo) y Nando (tercero), felicito al resto de corredores que van llegando, giro la cabeza de un lado a otro, busco a los míos y pronto veo a mi madre. La quiero abrazar, pero antes de que pueda ir donde ella me "secuestran" los de la TPA, los fotógrafos y el speaker. Vivo todo ese momento en un éxtasis del que recuerdo cada segundo. Cuando me libero y me quedo solo, me abrazo al primer conocido que encuentro, que en este caso es Luis Cue, quien me había estado apoyando toda la carrera. Luego veo a mi primo y a Paula y después llegan Vanesa y Miguel, que ya sabían de mi victoria gracias al anuncio por megafonía. Me abrazo a Vanesa y le doy las gracias por todo. Luego voy donde mi madre y hago lo mismo. No sé a cuanta gente habré abrazado en los minutos posteriores a la llegada pero aún ahora sigo con ganas de seguir repartiendo abrazos.

¿Me lo creo o no me lo creo? Foto de La Nueva España

Junto a Moha Bakkali (2º) y Nando Fernández Junquera (3º)

Los momentos posteriores en el pódium superan las expectativas. Me nombran como ganador y salgo entre deslumbrantes focos a recoger el premio ante una plaza de la Catedral abarrotada de gente. Allí están todos, familia y amigos. Levanto la copa y les dedico este premio.  Y ahora, aunque mi cuerpo esté tumbado en la cama y sean las 4 de la mañana, mi mente todavía está en ese cajón del pódium donde  se puso la guinda a un año 2015 de ensueño.

Un sueño hecho realidad



¡FELIZ 2016!

Con mis padres

Con Vanesa

Con Alex

Con mi tío Luis

Tíos y primos

Con el más "míticu" de la San Silvestre Carbayona. Entrena algo para 2016 ¡gandul!

Con Luis Cue