domingo, 27 de marzo de 2016

DUATLÓN DE GIJÓN 2016: Mi primera victoria en Duatlón

Por fin gané mi primer duatlón. Hay mucha gente que se ha sorprendido al enterarse de que era la primera, pero sí, han pasado cinco años desde mi debut y aún no había tenido la suerte de hacerme con un triunfo en esta especialidad. En Gijón me quité esa cuenta pendiente y me lo he vuelto a pasar pipa en una carrera emocionante.

Tras hablar el pasado lunes con mi míster, Juan Carlos, decidí apuntarme al Duatlón Villa de Gijón in-extremis y con el único objetivo se hacer un entrenamiento de calidad de cara al Campeonato de España de Cerdanyola que se disputa el próximo fin de semana. Por tanto, tocaba una semana de bastante volumen de entrenamiento, series, gimnasio y nada de descanso para el duatlón. Misma estrategia seguida una semana antes en el Duatlon de Santander donde la carga de entrenamiento no la noté en exceso y creo haber rendido a buen nivel.



La hora intempestiva a las que nos pusieron la carrera (9:35 de la mañana) me obligó a levantarme a las 5:30, para satisfacer mi caprichoso estómago con un buen zumo de las mejores naranjas (megustalanaranja.es) y un tazón de copos de avena con yogur, miel y canela. Desayuno que siempre me sentó bien y que está vez no iba a ser menos. A las 8:30 puse rumbo a Gijón, acompañado de mis padres y con bastantes ganas de pasar la mañana dándole candela al cuerpo. Llegar a la playa de Poniente y empezar a respirar el ambiente de carrera es la mejor sensación. Dentro de la tensión que se respira, hay tiempo para saludar y desear suerte a amigos como Luis Cue, que iba a intentar mejorar el cuarto puesto del pasado año en distancia SuperSprint.

Dejo la bici en boxes y me voy a calentar y a concentrarme. Las sensaciones no son buenas, se notan los 21 km + 1 horita de gimnasio de hace dos días y las piernas van como troncos. Pero tampoco me quiero preocupar, es normal y hay que salir a por todas igualmente.
Con puntualidad nos colocamos en salida unos 140 duatletas para afrontar 5 km a pie, 20 km de bici y 2,5 km a pie. Entre los candidatos al triunfo Oscar Buján era, para mí, el más fuerte, aunque este año ha llegado a este mundillo gente joven muy buena como Ciro Canseco o Diego Martín, que también optan a la victoria y que ya me ganaron hace dos semanas en Morcín. A ellos se suma el veterano Jorge López de la Puente, segundo el año pasado y campeón del mundo de su grupo de edad en Pontevedra en 2014 o Ricardo Alcalde, gran especialista en carrera a pie.



Se da la salida y Oscar coge la cabeza. Los primeros metros se hacen muy rápido y no me quiero calentar, por lo que aguanto entre los 10 primeros y espero a que mis piernas, aún dormidas. Llegamos a la zona de giros... Recta-giro-recta-giro... Y así más de 15 veces, siendo imposible coger ritmo durante todo el primer kilómetro. Cuando salimos de la ratonera me colocó tercero, a la rueda de Ricardo Alcalde y Oscar, pero no voy fino. Por detrás no estamos abriendo hueco y veo que Oscar se preocupa y no deja de girar la cabeza buscándome, pero hoy, como digo, con ir rodando a 3:10 tenía bastante. Completamos la primera vuelta y parece que los tres conseguimos unos metros de ventaja con el siguiente grupo donde van Martin o Ciro, entre otros. No queda otra que echar el resto para no perder este tren, pienso. Sufro más de la cuenta siguiendo a Oscar y por fin se terminan los primeros agónicos 5000 metros, a poco más de 3:10 el km y permitiéndonos llegar a la transición tres duatletas, ideal para intentar irnos solos en bici.  



Hacemos el cambio a la bicicleta y pronto nos entendemos los tres. Sin escatimar en esfuerzos y haciendo cada uno lo que puede, vamos pasándonos relevos cortos y animándonos para que no nos pillen por detrás. Para mi sorpresa, a punto estoy de escaparme en el giro de 180 grados de la primera vuelta, donde, sin querer, abrí un hueco de unos 50 metros con mis compañeros de viaje. Por la cabeza se me pasó aprovechar la oportunidad e intentar la machada de irme solo, pero al ver que por detrás venían recordándonos y que previsiblemente nos pillarían, preferí esperar y seguir a relevos con ellos. La aventura duró menos de dos vueltas. En el kilómetro 10 consigue enlazar con nosotros un grupo de 3 donde van Jorge López y Diego Martín. Desde ese momento se acabó la colaboración. Parece que nadie quiere tirar, produciéndose un pequeño parón que aprovecha el pelotón de 10 unidades que nos perseguía para unirse a la fiesta. Demasiada gente para organizarse, así que la estrategia es clara: controlar la carrera, bajarse a correr descansado y estar atento a posibles ataques. No tienen nada que ver los pelotones de bici de Asturias con los de Candaría, donde el nivel sobre las dos ruedas es mucho más alto y los grupos, como el que se formó el pasado fin de semana en el duatlón de Santander, son más parecidos a los de una carrera ciclista Máster. 



Volviendo a Gijón, un tímido ataque de Ciro antes de la transición ayuda a avivar las piernas e incluso viene bien para activarlas de cara a la carrera a pie. Se prevé un final carrera emocionantísimo y muy abierto. En los últimos metros de bici voy pensando que tengo que hacer la mejor transición posible para tener opciones porque soy de los pocos que va con zapatillas de bici y eso me va a hacer perder unos segundos. Además, así como en Asturias el nivel de bici es más bajo que en Cantabria, a pie es mucho más alto y como me despiste me puedo ir más allá de top 10, pues del grupo de bici veía a muchos con posibilidades de mojarme la oreja.



Llegamos apelotonados a la transición, me trastabillo un poco al entrar y voy corriendo hasta mi sitio. Cuando poso la bici, Diego Martín ya está saliendo a correr... Me cambio las zapatillas, me quito el casco y al levantar la cabeza y ver que voy el 13 se me cae el alma a los pies. Bueno, esto todavía tiene arreglo, intento convencerme a mí mismo. Y con el precedente de la remontada del duatlón de Santander, me lanzo a por todas. Salgo de boxes como pollo sin cabeza a la caza de mis predecesores. Doce puestos me separan del triunfo y apenas 150 metros. Al primero que adelanto es a Ciro, buena señal, porque le consideraba de los más peligrosos a pie tras lo demostrado en Morcín. 



Hago lo mismo con otro puñado de duatletas entre los que está otro gran corredor como Ricardo Alcalde, y, cuando me quiero dar cuenta, antes de salir de la zona de giros ya voy tercero, a rueda de Oscar Buján y con el líder, Diego Martín, unos 50 metros por delante. No me lo pienso y paso a Oscar decidido a luchar por el triunfo hasta el último metro. No siento las piernas pero estas están corriendo a 3:05 y casi prefiero que sea así, es decir, no sentirlas. Falta 1 km para meta y el primer puesto está más a tiro que nunca. Toca ir hasta el final del paseo y me doy cuenta de que Diego empieza a quedarse, circunstancia que aprovecho para llegar donde él y, sin esperar, atacar con lo poco que me queda para no dar signos de debilidad. No miro hacia atrás hasta pasados unos metros pero sé que me estoy yendo. Tan solo la última recta me separa del arco de meta. Persigo la bici que abre carrera y oigo por megafonía anunciar mi llegada, sufro pero disfruto a la vez del último esfuerzo. Recta de meta, manos en alto y cruzó la cinta azul como ganador, por primera vez en mi vida, de un duatlón.





¡Qué ilusión me ha hecho! Nunca había ganado en esta especialidad y hacerlo delante de grandes duatletas como Oscar Buján, que finalmente entró segundo, y encima remontando en el último sector, es un privilegio. Tercer puesto para Diego Martín, que pese a haber debutado esta temporada en duatlón, en Gijón sentó cátedra de cómo ha de hacerse una transición.



Deberes hechos en dos sentidos, gran entreno de calidad afinando para el Nacional de Cerdanyola y como regalo una bonita victoria. Y esta quiero dedicársela a aquellos que están aportando su granito de arena esta temporada para que yo pueda disfrutar de este deporte. Se agradece que marcas como Catlike, Esvabikes, megustalanaranja.es, Keepgoing, ROTHAR, Motopie y SScar se involucren y me echen una cable. Por ellos merecen la pena estos esfuerzos. Y como no, gracias a Juan Carlos Llamas ( Básic Fitness), que es el encargado de engrasar mejor que nadie está máquina. Sin duda este año me he puesto en buenas manos.




Muchas gracias a todos por las felicitaciones y nos vemos en el campeonato de España en una semana.

PD: Gracias también a los fotógrafos que ayudan a darle color a esta crónica y a que nos llevemos un bonito recuerdo de la carrera.

sábado, 26 de marzo de 2016

DUATLÓN DE SANTANDER 2016: Volviendo a la senda del pódium y disfrutando

Satisfacción.
Si tengo que describir con una sola palabra el resultado del Duatlón de Santander del pasado fin de semana, esa es, sin duda, con la que me quedo.
Tras debutar en Morcín el fin de semana anterior, sabía que el puesto logrado no hacía justicia a mi estado de forma actual. No voy a poner excusas, simplemente tengo una serie de limitaciones y en Morcín quedaron patentes. Pero tan solo siete días son suficientes para quitarse el regustillo amargo que te deja no haber competido al 100%. Aún en fase de carga de la temporada y sin descansar ningún día después de la Media Maratón de Santander, llegó la hora de medirse con los de casa, con los de siempre, y testar el estado de forma en el duatlón que me vio debutar en 2011: El Duatlón de Santander.

Cambio de circuitos pero no de escenario. El entorno de la S-20, Sardinero y Parque de las Llamas seguía siendo el lugar elegido para su disputa. Pero como digo, los circuitos cambiaron para mejor, pasando la carrera a pie al interior del Parque y la transición en el Parking de “La Ballena”. No puedo decir que no corría en casa; “Las Llamas “es mi hábitat. No sé cuantas vueltas habré dado a ese parque en los 8 años que llevo en Santander, pero me conozco cada trozo de asfalto, hierba o baldosa como la palma de mi mano.

En un horario poco habitual (seis de la tarde) fuimos citados cerca de 200 duatletas para formar en salida. La proximidad de la noche obligó a la organización a cumplir a rajatabla los horarios previstos para las categorías menores. Durante el calentamiento pude charlar con Oscar Buján, quien me advirtió de la participación de un duatleta del Uno Publicidad-Trabaleguas, David García Azofra, que venía de ganar el clasificatorio Élite para el Campeonato de España, en Almansa. Un atleta reconvertido a duatleta que iba a vender cara la victoria. Del resto de participantes, lo de siempre, los míticos del circuito cántabro. Unos más en forma que otros, pero todos con la misma ilusión y ganas de competir. Tras pasar una más que amena cola de boxes junto al bueno de Pablo Martín Sarobe, rememorando nuestros entrenos cuando yo empezaba en este mundillo, allá por 2011, llegó la hora de ponerse tensos.

Duatlón sprint, con drafting y con un tiempo muy desapacible. Aunque no hacía frío, la lluvia y el viento no ayudaban a atraer al público y tampoco animaba mucho a los corredores, que están viendo como esta temporada en Cantabria ha hecho mal tiempo en los tres duatlones ya disputados.

Foto de http://www.triatlonsantander.com/

Se dio el silbatazo de salida y enfilamos la primera rampita del Parque para completar dos vueltas de 2,5 kilómetros y en el mismo sentido que entreno yo siempre. El guion previsto se cumplió desde el inicio. David García puso pies en polvorosa y comenzó a abrir hueco. La rápida salida de muchos de los participantes no me permitió destacarme hasta pasados unos 800 metros. Di caza a Oscar Buján y me puse a marcar el ritmo. Llegamos al final del Parque y giro la cabeza para ver si mi marcheta había conseguido despegar al peligroso grupo de Nieto, Fragueiro, Lastra, Andrés Acebo, Xisco, Víctor Carrera, Ánder… Confirmado, Oscar y yo habíamos conseguido unos metros de ventaja y, con 4 kilómetros por delante, no era momento de escatimar en gastos. Afrontamos la vuelta con el viento en contra a 3:10 el km y el hueco con nuestros perseguidores seguía en aumento, aunque también se ampliaba la ventaja del escapado, que demostró en este sector estar dos escalones por encima del resto.

Al inicio de la segunda vuelta las sensaciones eran buenísimas, me iba guardando balas para la traca final, que podía darse de muchas formas, o bien en una llegada masiva, si nos pillaban en bici, o en un mano a mano con Oscar en el último sector a pie, si conseguíamos aguantar los 20 kilómetros sobre las dos ruedas sin que nos pillasen. Seguimos apretando los dos el resto del sector y llegamos con casi un minuto de ventaja a la transición. Me cambio rápido, y cogemos la bici prácticamente a la vez. Estamos a 30 segundos del líder y la estrategia es clara: tirar a muerte a relevos, para intentar pillarle. 

Foto extraída del vídeo publicado en  http://www.triatlonsantander.com/


Pero los primeros metros de bici me pusieron en mi sitio ¡qué dolor de piernas! No tenía tono muscular y las sensaciones eran de ir sin fuerzas. Pasaba al relevo pero era consciente de que no estaba aportando gran cosa. En la primera de las vueltas a penas conseguimos recortar 5 segundos a David, mientras que por detrás se había formado un pelotón enorme conde los Buelna, comandados por Felipe, llevaban la iniciativa. ¡Va a estar difícil aguantar los 20 kilómetros!

Y por fin, a mitad de segunda vuelta, mis piernas reconocieron su nueva faceta y empezaron a imprimir fuerza sobre las bielas. Quizás demasiado tarde, pues el minuto de ventaja se redujo a la mitad en esa primera vuelta. Aguantamos la segunda sin ser pillados, pero al final de la tercera un mono azul del Polanco me sorprendió por un lateral s grito de “¡vamos los tres!”. Dani Becerra, que había saltado del grupo que nos perseguía, nos animó a colaborar e intentar ayudarnos para que no nos pillasen. Recuerdo que durante uno de mis relevos, cuando ya nos había alcanzado Dani, este me pidió que bajara piñones… jajaja Dani, Dani ,Dani… iba con las fuerzas justas y si bajo otro piñón me quedo parado jajajaja ;)

Foto extraída del vídeo publicado en  http://www.triatlonsantander.com/

El gran pelotón nos engulló a falta de dos vueltas. Ahora sí que estaba clara la estrategia. Tres vueltas tirando me habían dejado tostado y con aguantar el grupo ya tenía bastante. Rodé en todo momento en mitad de pelotón, recogido y atento a posibles ataques o caídas. La verdad es que se vivieron momentos de mucha tensión y peligrosos, especialmente en los giros, donde el asfalto mojado y el “grijillo” que había en el suelo, hacía que fuera peligrosísimo entrar en grupo. Rezando para no caerme fueron pasando los metros y, en el último tramo antes de entrar en boxes, se armó la “marimorena”. Éramos 30 duatletas para entrar por un hueco de 10 metros, y todos queríamos entrar los primeros, por lo que la lucha por la posición fue bastante peligrosa. Yo, que aún le tengo mucho respeto a la bici, me abrí por el exterior y, a rueda de Lastra, conseguí bajarme de la bici en mitad de grupo. Pero la mala suerte fue quedarme atrapado a la hora de enfilar mi pasillo de boxes, que estaba al otro lado de por donde yo había entrado, y me tuve que cruzar. Mala transición, sumado a que la mitad de los que llegamos juntos tenían pedales Thomson y no necesitaban cambiar zapatillas, dio como resultado que saliese a correr de los últimos del grupo. Las diferencias no eran muy grandes, pero en tan solo 2,5 kilómetros es muy difícil recuperar posiciones. Levanté la cabeza al salir de boxes y calculé unos 15 o 20 duatletas por delante, entre ellos David, que había sido neutralizado por el grupo durante la última vuelta de bici. Tres plazas de pódium para 30…¿podía estar más emocionante la carrera?





Fotos extraídas del vídeo publicado en  http://www.triatlonsantander.com/

Paso el primer kilómetros a 3:01 como pollo sin cabeza y, efectivamente, recupero muchas posiciones. Falta volver, con el viento en contra, y tras rebasar a Oscar Buján, rival peligrosísimo en este sector, me lanzo a por Nieto, Víctor Carrera y Fragueiro, que ocupan cuarto, tercero y segundo puesto respectivamente. Líder ya se había puesto David, aunque no daba la sensación de ser tan superior como en el primer parcial. Ya con el viento en contra y volviendo me caliento para adelantar a Nieto y a Víctor ¡qué dolor de patas! Voy al límite, pero no me importa, hay que luchar por la victoria. Quedan solo 500 metros y antes de la matadora rampa (en realidad es una rampita pero en esas condiciones te parece el Angliru) adelanto a Fragueiro, a quien no consigo despegar. David está a 50 metros, lejos para intentar el asalto al primer puesto, pues solo faltan 300 a meta. Meto la última marcha que me queda para soltar al Duatleta del Trisport y cruzo el arco de Liberbank segundo, a dos segundos tan solo de David.

¡Pufff qué agonía de último sector! Pero a la vez, ¡qué emocionante! No daba un duro por mí cuando empecé a correr tras dejar la bici y al final, rasqué un segundo puesto “in-extremis” que me sabe mejor que nunca. Gran carrera y, sobre todo, grandes sensaciones, pues la semana previa había sido muy intensa y con demasiada carga, por lo que haber podido rendir así es un subidón de moral para el Campeonato de España que tenemos en un par de semanas.



Y con el buen sabor de boca que me deja esta carrera, seguimos adelante en un camino del que aún queda mucho por recorrer.

Saludos

martes, 15 de marzo de 2016

DUATLÓN DE MORCÍN: Despacio pero seguro


Se me hace raro empezar la crónica del debut en duatlón de esta temporada. Tras no entrar en la convocatoria de la selección cántabra de cross, decidí volver a casa ese finde y aprovechar la disputa del Duatlón de Morcín para dar el pistoletazo de salida a esta nueva parte de la temporada.
El enfoque de esta carrera fue completamente distinto a como habitúo. Hasta hoy, todas las pruebas que he corrido las he hecho con un periodo de descanso previo. A Morcín llegué tras una semana cargada de entrenamientos y sin descanso, sin quitar las dos sesiones de gimnasio y con un entreno de transición correr-bici-correr. ¿y por qué? Pues por el simple motivo de que, aunque llegase descansado, mi torpeza, miedo o… llamémoslo prudencia en las bajadas en bici iba a hacer que mi rendimiento en Morcín no estuviese condicionado por la carga de entrenamiento ni el descanso, si no por la peligrosa bajada del sector ciclista que había que hacer un par de veces. Por tanto, con la única premisa de darme cera corriendo y en bici sólo subiendo, me planté en Santa Eulalia el Sábado por la tarde. Buen día para la práctica del duatlón tras unas semanas de tiempo invernal.

El pequeño pueblo asturiano de Morcín, a las faldas del de la preciosa sierra del “Aramo” y vigilado de cerca por el monte “Monsacro”, había sido testigo, años atrás, de mis aventuras montañeras cuando, con 15 años, subía con mi padre por las “eses” que el pindio camino dibujaban hasta la cima del citado monte. Buenos recuerdos me trae.
Durante el calentamiento me fui poniendo en mi papel: esta carrera me iba a tocar verla desde atrás. Al ser clasificatorio para el campeonato de España de Duatlón, unos pocos deportistas, pero de gran nivel, se dieron cita para ganarse una de las 16 plazas Elite en juego ¡Y qué nivel! Si tiramos de la lista de inscritos vemos a atletas como Iván Cánovas, ex atletas olímpicos como Berlanas o duatletas extranjeros de Élite mundial como el reciente fichaje del triatlón Santander, Karich Moussa, de Barhain. Un cartel de lujo para una prueba modesta pero muy bien montada.
En línea de salida formamos los 31 atletas de categoría Elite para afrontar 5 km de carrera a pie rápidos y más o menos llanos, 20 km de bici con dos vueltas de subida y bajada y 2,5 km finales de carrera a pie por el mismo circuito que el primer sector.

Se dio la salida y tras haberme quedado relegado a la última fila por culpa de la cámara de llamadas, así que los primeros metros los hice a cola de grupo. Giré la cabeza al poco de empezar y no tenía a nadie por detrás ¡qué sensación más rara! Aún así, no me puse nervioso y preferí ir buscando mi sitio a medida que pasaran los kilómetros. Las salidas de los duatlones sprint suelen ser muy explosivas, y esta, más aún. Pasé el primer kilómetro en 3:09 e iba a cola de grupo todavía. Tocaba remontar y empecé a hacerlo a partir de ese instante. El segundo kilómetro fue una sangría de adelantamientos, pasando del 30 al 10 y sin apenas acelerar el ritmo (3:06 el parcial del segundo kilómetro). Sin duda, la gente había salido por encima de sus posibilidades. Cuando enlacé con el grupo del sexto clasificado por fin encontré mi sitio en carrera. A la estela de Rodri, entre otros, completé un primer parcial exigente, pero sin matarme, guardando un puntito para la bici (168 pulsaciones medias, demasiado bajas por la fatiga de toda la semana de entrenamiento). Buena posición al entrar en boxes y con solo Moussa, Cánovas, Tijero, Berlanas y Hossain por delante. Hice mi primera transición del año decentemente, me calcé mis zapatillas Wishper Tri de Catlike y ¡a darle duro cuesta arriba! Nada más salir del pueblo empiezan los primeros repechos. ¡cómo cuesta la adaptación de correr a la bici! Hasta que las piernas se acuerdan de que ahora toca pedalear, las sensaciones son extrañísimas. Quizás el no haber entrenado ninguna transición esta temporada tenga algo que ver, pero bueno, siempre hay una primera vez. En esos primeros repechos de bici agónicos, en los que falta punch y el pulso se pone por las nubes, Rodri y otro duatleta del grupo cogen unos metros de ventaja y empiezan la parte dura de la subida con cierto margen. Tardé en coger tono muscular tanto como en llegar a la zona más “pindia”. Cadencia alta, respiración agitada y “p´arriba”, esa era la premisa. A mitad de subida siento cómo por detrás se acerca compañía… ¡y menuda compañía! Un pelotón de unas 15 unidades me engulle y sin querer me veo subiendo en mitad de una maraña de corredores. EL ritmo es más alto que el que yo llevaba, pero al ir acompañado se sufre mucho menos. La diferencia respecto a ir solo es enorme.

Consigo aguantar los ataques que se producen antes de coronar y disfruto compitiendo sobre las dos ruedas. Sé que llego corto de bici y aún me faltan series y kilómetros sobre la misma, pero he conseguido aguantar al grupo sin problemas y he disfrutado… Y digo he disfrutado porque, aunque aún quedaban 15 km de ciclismo. Tocaba bajar lo subido y, como dije, no me la pensaba jugar lo más mínimo. Lo que tampoco me esperaba era que “no jugármela lo más mínimo” significara perder un minuto en esa primera bajada… “Bye Bye” carrera… Llego abajo solito, pero sano y salvo (objetivo cumplido). Ahora toca volver a subir y exprimirse de nuevo. No veo a nadie por delante al inicio de la subida, pero cuando llevo un par de kilómetros atisbo a unos 30 segundos al grupo con el que había coronado previamente. Me pego el calentón padre para cogerles pero se me termina la subida cuando ya les estaba pillando y toca bajar de nuevo, pero esta vez hasta Morcín, para completar el duatlón con el sector final a pie de 2,5 km. La bajada hasta Morcín la vuelvo a hacer de forma prudente y la diferencia con mis predecesores se me va por encima de los dos minutos.
Llego al box, hago un cambio de material también bastante aceptable y salgo a correr solo. Nadie por delante, nadie por detrás y puesto 21 al que estoy abonado. Me cuesta motivarme durante los primeros metros pero luego pienso que es una buena oportunidad para hacer una serie a pie de calidad, por lo que voy aumentando el ritmo y termino fuerte el último kilómetros en torno a 3:05. Entro en meta con buenas sensaciones. La carrera fue lo que me esperaba en cuanto a resultado y mucho mejor en cuanto a rendimiento. La carga de entrenamiento supongo que se haya notado, pero muscularmente no me sentí tan bloqueado como esperaba y pude correr bastante rápido en los sectores a pie, e ir alegre en bici cuando la carretera apuntaba hacia arriba. Eso sí, el pulso no subía ni a patadas… ¡154 pulsaciones medias en los últimos 2,5 km! El día que las piernas descansen y se pongan al nivel del corazón, me pondrán multa por exceso de velocidad jeje. Pero bueno, ahora toca hacer volumen, meter kilómetros y cargarme de entrenamientos para, dentro de un par de semanas “super compensar” y llegar lo mejor posible al Campeonato de España.
¿Conclusiones? Pues que hay cada vez más nivel en duatlón en nuestro país y cada vez son más los deportistas “top” de otras disciplinas los que se animan a probarlo, como es el caso atletas buenísimos que rinden como si llevaran en ella toda la vida (véase el ejemplo de Cánovas o Berlanas). Por mi parte no me arrepiento en absoluto de haber sido prudente en bici. Ya habrá carreras para lograr puestos que reflejen mi nivel actual. El 21º de hoy es lo máximo que pude hacer, pero la cosa cambiará pronto.
¡A seguir dándole y disfrutando del día a día!
;)

MEDIA MARATÓN DE SANTANDER 2016: Lucha contra el tiempo...


Como un niño con zapatos nuevos me sentía los días previos a volver a disputar una distancia, 21 km, a la que cada vez le voy cogiendo más gusto. Cuando a principios de año me planteé correr la Media Maratón de Santander, lo hice con el objetivo de tener una motivación previa a la parte fuerte de la temporada.
Han pasado dos meses desde que alzaba los brazos en la San Silvestre de Oviedo. Dos meses desde que cumplí uno de mis sueños deportivos y por el que me sacrifiqué duro durante el inicio de la temporada. Pero el 1 de Enero me devolvió de golpe a la realidad. Si bien la meta de mi planificación la tenía planteada para el Mundial de Duatlón de Junio, la veía tan distante en el tiempo que, ese 1 de Enero se abría un abismo sin final ante mí. Intenté mantenerme activo todo este tiempo, corriendo los crosses de Cantabria, pero la fórmula no funcionó. Quizás el desgaste de ver tan lejos tus metas y el pasar de cumplir uno de tus sueños a arrastrarte por el barro fueron una piedra de toque para aprender a dosificar esfuerzos. Y como esta temporada es de aprendizaje, primera lección aprendida.
Con los crosses olvidados ya, la Media Maratón de Santander suponía un halo de ilusión antes de meterme de lleno con los duatlones. Mi estado de forma, pese al pequeño bajó en Enero, es bueno, y las semanas previas había conseguido recuperar las sensaciones corriendo, gracias, entre otras cosas, a las series cortas, que “engañan” al cuerpo y le dan algo chispa que había perdido. Por tanto, llegó el fin de semana de la Media y las pilas estaban más que cargadas.

La mañana del domingo fue climatológicamente infernal. El pico del temporal de frío, viento, lluvia y nieve que golpeó el Norte de España, coincidió con el día clave. Con hora prevista de salida a las 9:30h, no hubo mucho tiempo para pensárselo. Madrugón antológico para tomarme mi taza de avena con leche y un poco de chocolate, tres horas y media antes de la salida. Correr en Santander tiene la ventaja de que puedes salir directamente de casa hacia la zona de la carrera y apurar las últimas horas de descanso… Pero esta vez apuré demasiado. Eran las 9:00 cuando me disponía a salir del portal y aprovechar el trayecto para calentar. Pero fue asomarme a la calle y empezar a diluviar como nunca. Volví a refugiarme al portal, pues en vez de calentar lo que haría sería coger una mojadura y enfriarme más. “Parará pronto” pensé… Iluso de mí. Dieron las 9:15 y seguía lloviendo, por lo que no tuve más remedio que salir de mi escondrijo y dirigirme a línea de salida directamente.
Empapado y muerto de frío llegué justo a tiempo para situarme en segunda fila. Es la primera vez que no hago un previo de carrera charlando con la gente y disfrutando del ambiente, pero el día no se prestaba a ello. Los dos minutos que nos tuvieron parados antes de salir se nos hicieron eternos. Miré a mi alrededor y allí, entre nosotros, estaban grandes atletas maratonianos españoles como Fabián Roncero, Martín Fíz o Abel Antón. Todo un lujo compartir carrera con ellos.
Y poco más me dio tiempo a ver, porque cuando me quise dar cuenta, ya salíamos escopetados del Paseo de Pereda para cubrir, entre un “jarreo” incesante de lluvia, los 21097 metros de los que consta una Media Maratón.

Mi objetivo para esta carrera no estaba claro, y más con el día tan terrible que había salido; por lo que procuré adaptarme e improvisar según se fuera desarrollando la carrera. En el kilómetro 1 quedaron definidos varios grupos, y mi lugar ese día estaba en el grupito de Manu Heras, Fabián Roncero y Pablo Martínez Serna. Nos juntamos muy pronto los tres y nuestra compañía perduró bastantes kilómetros. Tras recorrer toda la Calle Castilla a un ritmo cómodo de 3:30, enfilamos la subida de Valdecilla en el kilómetro 3 y nos lanzamos San Fernando abajo para volver a pasar por meta, coincidiendo con el punto kilométrico 5,5. En ese momento, los corredores de la prueba de 5 km entraban en meta y nosotros seguíamos en dirección a la temida S-20. Pero lo que climatológicamente estaba siendo un infierno, físicamente y a nivel de sensaciones estaba siendo una maravilla. Además, tener como compañeros de viaje a dos personas con tanta experiencia como Manu y Fabián, y el ambiente distendido y de cachondeo que llevábamos, hacían que los kilómetros pasaran sin enterarnos. Por delante había un gran salto de nivel y no me merecía la pena morirme yo solo durante 21 km. Por tanto, la estrategia de la que dudaba antes de comenzar, estaba clara, ir bien acompañado y entretenido.




Cuando pasamos por Piquío (km 9) una nueva invitada se unió a la grupeta. La líder femenina y reciente subcampeona del maratón de Sevilla, Kaoutar Boulaid, enlazaba con nosotros. ¡Qué pasada! Estaba corriendo junto al plusmarquista europeo de media maratón (Fabián Roncero), junto al mejor maratoniano cántabro actual y liebre de la atleta olímpica Paula González Berodia (Manu Heras) y junto a la vigente subcampeona de España de Maratón (Kaoutar Boulaid), por lo que no podía sentirme más privilegiado en ese momento.

El ritmo seguía siendo cómodo al paso por el kilómetro 10. Aproximadamente 35’30’’ y con el pulso por debajo de 160 pulsaciones, muy lejos de mi umbral. Pero me daba igual, me lo estaba pasando como los indios y eso es lo que importaba. Comenzamos los 3,5 kilómetros de ida por la S-20 con bastante viento en contra y, sin querer ser tacaño, me puse a marcar el ritmo del grupo. Sabía que me estaba desgastando algo más que el resto, pero me daba igual.
Entre glorieta y glorieta fuimos “comiendo” metros a la parte más dura del recorrido hasta que, poco antes de dar la vuelta, empezamos a cruzarnos con los primeros, que ya volvían. Fue entonces cuando fuimos conscientes por primera vez de en qué posición íbamos y qué nos estábamos jugando. Dentro de ese ambiente distendido que estábamos llevando, empezamos a concienciarnos de que en realidad competíamos por el 8º puesto de la general y el 3º puesto de atletas empadronados en Cantabria, que daba derecho a premio en metálico de 75 euros. Desde ese instante el panorama cambió. Sólo uno de nosotros se iba a llevar el suculento botín… ¿alguna apuesta?

Para empezar, yo tenía pensado tomarme un gel en el km 14, que coincidía ya dando la vuelta y con viento a favor; aunque, al ver que Manu se lo tomaba en el 12, decidí copiarle la estrategia. Tampoco sabía si lo hacía a posta o no, pero ante un previsible ataque más adelante, preferí tener ya el gel dentro de mí. Como bien predije, el ritmo cambió a partir del punto de retorno. Manu nos puso en fila de uno y el primero en ceder fue Fabián Roncero. Ya solo quedábamos Pablo, Manu, la chica y yo. Llegamos al parque de Las Llamas (km 16) y el ritmo era alto, en torno a 3:15, aunque asumible, pues no había habido mucho desgaste. Lo que empezó como un bonito paseo entre la lluvia se había transformado en un bonito duelo entre nosotros. Empezamos a vigilarnos, sabíamos que la subida de Reina Victoria sería definitiva, y nadie quería gastar fuerzas, por lo que al paso por Piquío se produjo un parón. Nos íbamos controlando tanto que la chica, Kaoutar, decidió irse a su ritmo y se escapó con facilidad. Nosotros a lo nuestro, subimos timoratos la cuesta hasta el desvío de la Magdalena y, a falta de 3 km lo probé. Pequeño tirón con el que Pablo se quedó un poco descolgado. Manu seguía enganchado a mi rueda y en ese tramo el viento soplaba en contra. Quizás me la estaba jugando demasiado, pero había que correr un poco, que ya habíamos ido demasiado tiempo de paseo. Con menos de tres kilómetros por delante, volví a cambiar y, ahí sí, a un ritmo de 3:10 fui abriendo hueco con Manu. Pero no sería fácil mantenerlo, porque un invitado inesperado hizo acto de presencia. Los calambres en las piernas a falta de 2 kilómetros y el bloqueo muscular debido al frío, hacía que correr rápido fuese imposible. De hecho, iba a la misma velocidad cuesta abajo que en llano, no tenía capacidad de mover las piernas con más cadencia, y todo eso sin pasar de 170 pulsaciones, por lo que la sensación era de ir holgado de caja, pero bloqueado de piernas.



Enfilo la recta del paseo de Pereda, voy noveno y por detrás ya no me pillan. Incluso me permito el lujo de recortar muchísimo a mis dos predecesores, uno de ellos Mohamed. ¡Qué pena! Me faltó un kilometro más para pillarle y conseguir el segundo puesto de entre los cántabros. Aún así, tercero y 75 euritos inesperados a la saca. Del tiempo mejor ni hablamos…. Algo más de 1h 14, aunque eso es lo de menos. La carrera tuvo de todo, momentos de disfrute, condiciones climáticas cambiantes, buena compañía y finalmente disputa por un buen puesto en meta. Por tanto, las conclusiones que saco son que me lo pasé pipa y que no podría haber hecho un mejor entreno de domingo.



Ahora, con más ilusión que nunca, cierro la temporada de atletismo (salvo alguna carrera puntual que pueda surgir) y me centro en los duatlones. Dentro de 4 semanas es el Campeonato de España en Cerdanyola, al que espero llegar lo más fino posible.
Pero antes habrá un par de sopresitas más…
…y que dure…