lunes, 2 de mayo de 2016

DUATLÓN DE POLANCO 2016: Bronce en un circuito no apto para galgos

El otro día les hablaba a los alumnos de la ESO y Bachillerato sobre la importancia de mantener viva la costumbre de redactar. Yo me di cuenta de ello cuando, hace ya más de dos años, "arranqué" con este blog que utilizo para contar batallitas deportivas pero que tiene ese segundo rol que os digo, obligarme a estar activo en lo que a escribir se refiere. ¡Y vaya si lo he notado! Desde que acostumbro a escribir las crónicas de carreras, redacto con mucha más facilidad otro tipo de documentos e informes (laborales, por ejemplo) que tan mal se nos suelen dar a los ingenieros. Pero hoy no vengo a daros la "chapa" con consejos de vida, hoy vengo a contar lo acontecido ayer en el Campeonato Regional de Duatlón de Polanco.


Pasaron cuatro semanas  desde el Nacional de Cerdanyola, en las que me he cargado de entrenos y kilómetros en los tres deportes: natación, carrera a pie y, sobre todo, bici. La primera semana después del Cto de España fue de descarga y terminó con un viaje de fin de semana a Roma, ideal para "resetear "cuerpo y mente y volver con las pilas cargadas a por tres semanas de trabajo y entrenos que han culminado con una buena carrera ayer en Polanco. Con 11, 13, 16 y 12 horas semanales, respectivamente, de entrenamiento, cerré la fase de carga quizás más dura de la temporada. Sorprendentemente, el cuerpo respondió bien casi todos los días y, pese la falta de descanso, saqué adelante todas las sesiones propuestas por el maestro Juan Carlos Llamas.



El Campeonato Regional de Duatlón de Polanco fue siempre una carrera que se me dio bastante mal. Con un circuito a pie durísimo en el que ser un buen atleta no ayuda a marcar grandes diferencias, y un segmento ciclista de casi 30 km sin drafting no apto para galgos corredores, que me había hecho ver hasta ahora la clasificación desde fuera del Top 10, llegaba a la cita con más ilusión y ganas que nunca y, sobre todo, queriendo terminar con buenas sensaciones. Quedan 5 semanas para el Mundial de Avilés y 6 para el Medio Ironman de Valencia, que son las fechas en las que tengo que llegar a tope, luego, lo de ayer, saliese lo que saliese, debía ser un premio.



Descansé el Jueves por primera vez en un mes, y activé el viernes con un "tápering" de 11 km de carrera a pie y 20 km de rodillo,  para despertarme la mañana de la carrera con las mejores sensaciones que recuerdo en semanas. Llegué a Polanco acompañado de mi madre y pronto me junté con la numerosa participación "Benderiana": Pablo, Lucía, Adrián, Oscar, Agüeros, Pedro, Miguel y yo formamos el combinadoo rojo. Esta carrera suponía para muchos de ellos el debut esta temporada. Calentando con Pablo y Adri ratifiqué mis buenas sensaciones, y ya puestos en línea de salida no quedaba otra que ponerlas en conocimiento de todos.



Con una puntualidad asombrosa arrancamos cuesta abajo los 6,2 km del primer segmento a dos vueltas, cada una de ellas con la mitad del recorrido bajando y la otra mitad subiendo la mítica rampa Polanquesa. Tardé poco en asumir el papel que realmente quería jugar, y tras seguir la estela del cohete lanzado por Toñín Suarez en los primeros 200 metros, me puse en cabeza  a tirar. Tanto que, antes de acabar la bajada ya me había escapado del grupo de favoritos junto a mi compañero Adrián. Buena señal, las buenas sensaciones no eran un farol. Además, en ese segundo grupo viajaban todos los gallos que luego, en bici, tendrían la oportunidad de mostrar sus cartas: Emilio Monagas, Manuel Pando, Mendiguchía, Lastra, Toñín, Nieto, Sergio Santiago, Miguel Ruíz... en definitiva, lo mejor de lo mejor actualmente en Cantabria.



La cosa se puso interesante desde ese primer kilómetro en el que los dos Bender decidimos romper la carrera. Posando en paralelo para el recuerdo cada vez que nos cruzábamos con algún fotógrafo, afrontamos por primera vez la dura rampa que marca el final de la primera vuelta. Allí, en lo alto, ves a todo el público agolpado esperando el paso de los duatletas e inconscientemente, uno se olvida de la dureza del recorrido cuando pasa por ese tramo. Sin embargo, llegar de nuevo a la zona llana y despoblada te devuelve de golpe a la realidad, y es cuando se nota ese sobreesfuerzo. En este caso, Adri pagó la primera vuelta algo camicace que hicimos y al empezar la segunda comenzó a ceder unos metros. Dudé si esperarlo o no, pero no había tiempo para especular. Las sensaciones eran muy buenas y debía aprovecharlas, luego, emprendí al aventura en solitario, con la duda de si lo pagaría a final de carrera y de si realmente el hueco que estaba abriendo con los temidos ciclistas sería suficiente. Apretando pero sin pasarme fui cubriendo esta segunda vuelta y conseguí llegar a boxes con unos 30 segundos de ventaja respecto a Adrián y un minuto con el grueso del pelotón.




Cambio de sector un tanto accidentado y en el que me cuesta más de la cuenta abrocharme el casco, y rumbo a pedalear en solitario. Nunca antes había cogido la bici como líder destacado de una carrera y, la verdad, es una sensación rara. Con una nueva flecha entre las piernas conseguida a través de la empresa "EsvaBikes", comencé enchufado los 28 kilómetros de ciclismo. Quizás demasiado enchufado... porque en la primera tachuela a punto estuve de salir volando por los aires... ¡menudo susto!



Con el pulso a mil por el esfuerzo y ese pequeño imprevisto, llegué a la temida subida a Pedroa. Una rampa con desniveles del 14% que me obligan a retorcerme sobre la cabra como una lagartija. Resoplo y gimo de sufrimiento en la cuesta, pero consigo coronar todavía primero. Está claro que el desarrollo que llevo (39x23) no es el óptimo para subir pendientes del 14%, pero el obstáculo estaba superado. Empieza entonces una lucha por acoplarme a la agresiva posición que esta temporada me han puesto los amigos de "El Cantón de Otero", tras pasarme por allí para hacer un estudio biomecánico. Me noto bien, cómodo, pero falto de fuerza en las piernas. Me falta "punch" para llegar a mi mejor nivel en bici, pero está claro que eso se coge con los entrenos y aún estoy a medio camino, por lo que no me agobio por ello. Y mientras pienso que voy moviendo watios como Cancellara, llega Monagas por detrás para quitarme  las pegatinas y sacarme de mi mundo de piruleta... ¡qué animal! No hago ademán de seguirlo, ni tan siguiera con la mirada, pues es tal la diferencia que pronto se pierde en el horizonte. Empiezo a tener mis dudas de si realmente soy yo el que voy mal o es él el que va demasiado bien, pero las dudas se van disipando a mi favor a medida que voy comiéndole kilómetros al circuito y no me adelanta nadie más.



Llego segundo al ecuador del segmento y cada vez con mejores sensaciones. Tras pasar el bonito tramo de Oruña-Vioño a 40km/h de media, afronto la recta de Zurita y empieza la tortura de ver como la carretera va picando cada vez más hacia arriba. Da la sensación de que vamos a hacer un "looping". Llegando ya al final de la recta de Zurita y antes de pasar por túnel bajo la autovía, es Manuel Pando el que me quita las pegatinas. Me pasa con una facilidad asombrosa, aunque no tanto como Monagas, y consigo mantener la referencia visual en todo el tramo de subida y llano hasta Torrelavega. Faltan 7 kilómetros y ya estoy en dentro del margen de seguridad para, me pase quien me pase, ser capaz de recuperarle la ventaja en el segmento final a pie.



El siguiente en adelantarme es Toñín Suárez, seguido de cerca por Lastra. "¡Vamos a sufrir Pelayín!" Ahora sí, cojo la referencia de Lastra y me mantengo a unos 50 metros, sin dejar que se vaya. ¡Qué diferencia hay entre ir solo o llevar una liebre que te marque el ritmo! Aunque soy consciente de que me está llevando más fuerte de lo que yo iba, no tengo la sensación de ir sufriendo tanto como cuando lideraba en solitario la carrera. Y así vamos llegando a Polanco, no sin antes percatarme de la presencia, a mis espaldas, de un sorprendente Miguel Ruíz que, este año, con la preparación que ha seguido para el Ironman de Sudáfrica, llegó a Polanco en un estado de forma excelente sobre la bici. Me adelantan él y Mendiguchía antes de llegar a la T2, pero hago la goma con ellos y les vuelvo a pasar. Jugando al gato y al ratón esos últimos metros llegamos casi juntos a la transición, aunque yo detrás, en séptimo lugar provisional.



De nuevo un malísimo cambio en boxes me hace perder unos valioso segundos y, cuando salgo a correr, soy sexto, con Toñín y Lastra luchando, 200 metros por delante, por el tercer cajón del pódium. Entre medias Miguel, que se lanza cuesta abajo a por ellos y contacta con el dúo predecesor justo a la vez que lo hago yo viniendo desde atrás. Nos juntamos los cuatro en el kilómetro 1. Aún queda dos kilómetros, de los cuales 1,5 son de subida. No me gusta especular en este segmento y las buenas sensaciones a pie del primer sector también aparecen, pese a esfuerzo en bici, en este segundo. Me coloco tercero y solo Miguel consigue mantenerme a raya. Voy guardando balas por si acaso me hacen falta al final, así que "ritmo ritmo ritmo" y a sufrir en la cuesta. Por delante hay un mundo respecto al segundo, que era Manuel Pando, y veinte mundos respecto al líder, Monagas, que ya debía de estar tomándose un helado en meta.



Afronto la subida con la ilusión de verme de nuevo en un pódium y con la satisfacción de saber que hoy sí, me iba a quitar la espinita de Polanco. Y cuando ya me las prometía felices dentro de mi agonía sobre la cuesta, atisbo, al fondo, al figura azul de Manuel Pando, que mira para atrás. ¡A por él! Sé que recortar unos 30 segundos en medio kilómetro es inviable, pero no me quiero quedar con la duda de no haberlo intentado, por lo que me lanzo cuesta arriba, corono el repecho y, efectivamente, ya sí me percato de la imposibilidad de alcanzar la medalla de plata. Disfruto del bronce los últimos metros y entro en meta satisfecho por el trabajo hecho, por las sensaciones y por el puesto.



No puedo pedir más. Llevo un mes cargadito de entrenamientos y que seguro que dan sus frutos en Junio, pero ahora con lo que tengo no está nada mal. Es mi primer pódium en un Campeonato Regional de Duatlón y, curiosamente, mi primer pódium en un duatlón sin drafting en Cantabria, donde, el potencial ciclista, suele primar sobre la carrera a pie. Por tanto, más contento aún si cabe.
Además, por equipos nos colamos en una meritoria séptima plaza y conseguimos el Cetro Regional femenino de manos de Lucía ¡Qué sería de nosotros sin ella! ¡Qué crack!





Y para celebrarlo, nos fuimos de cena de equipo al restaurante "La Tasca", donde comimos pizza hasta reventar y pasamos, sin duda, el mejor rato del fin de semana. ¡Muchas gracias equipo!
Y ahora, con las pilar cargadas de nuevo, vamos a por los dos últimos fines de semana de competición antes de Avilés y Valencia. Después, dos semanas de asimilación y a demostrar sobre el asfalto todo el trabajo de un año duro, pero precioso.




Como siempre, infinitas gracias a los fotógrafos allí presentes: Ana, Noe, Solución Oral... en definitiva, cada instantánea lleva detrás el sello de una gran persona. ¡MIL GRACIAS!


¡A seguir sumando!

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