domingo, 18 de diciembre de 2016

8 km de CASTRILLÓN 2016



Hacía años que le tenía ganas a esta prueba pre-navideña de Asturias, en la que tradicionalmente la gente acude en masa para medir sus fuerzas de cara a las San Silvestres. Pero no fue hasta este año 2016 cuando decidí formar parte de la fiesta de Piedras Blancas, pese a coincidir, como siempre, con la carrera de Navidad de Piélagos. Permuté una carrera por otra y aquí va mi pequeña historia de lo acontecido ayer en los 8 km de Castrillón.

Otro sábado veraniego en pleno mes de Diciembre ayudó a que más de 1300 personas se animaran a correr entre Piedras Blancas y Salinas. A esta carrera llegué con los deberes mejor hechos que a citas anteriores. Pese a no estar como el año pasado a estas alturas, creo que esta temporada estoy creando cimientos más sólidos. De la mano de Juan Carlos Llamas (Nutrición) y de mi nuevo entrenador, el gran Ricardo Lanza, espero llegar a mi nivel real pronto y poder sacar todo lo que tengo. Pero por el camino también quiero disfrutar de la competición, para mí, la mejor forma de mantenerme motivado.


Llegué a Piedras Blancas a las cuatro de la tarde, una hora antes de la salida, y el ambiente que se respiraba de atletismo popular y buen rollo da a uno un punto más de ganas de competir. El cartel de la prueba estaba formado por, a priori, muy buenos atletas: Ivan Cánovas (ganador el pasado año), Youssef Benkert, Raúl Alvarez, Borja Jerónimo, Adrián Iglesias (vencedor de los 10 km de Oviedo de este año), Jorge Cosío, Máximo Cordero, Aurelio… Un cartel de lujo pese a que el día siguiente se disputa el regional de cross en Asturias y muchos atletas federados optaron por esta segunda opción.

Durante el calentamiento me acerqué a la zona de salida y vi que había dos cajones preferentes para dorsales azules y verdes, mientras que los dorsales blancos debían salir atrás del todo. Me levanté la camiseta y confirmé lo que no me esperaba… tenía dorsal blanco ¿con qué criterio habían hecho dicha asignación? Pregunté a gente de la organización y me comentaron que era para dar prioridad a la gente que ya había corrido otros años… ¿y qué hay de la gente nueva que quiere salir a disputar un puesto? Les pedí cambiar el dorsal, pero me lo negaron, así que no quedaba otra que salir desde atrás, pero de vez en cuando hay que echarle un poco de cara, y no iba a dejar escapar a todos los favoritos en la salida. Además, había gente que no había corrido otros años y tenían dorsal preferente, así que me negué a que me boicotearan de esa forma. Se fue acercando la hora y minutos antes de comenzar me percaté de la presencia de cierto personaje que tras cumplir una sanción por dopaje de 2 años, se dedica a ir a carreras de pueblo a sacar dinero. Deciros que en esta había premios en metálico para los 7 primeros clasificados y un bote de 800 euros para el que batiese el récord de la prueba. Pues lo que me da rabia es que esta persona, pese a su polémica actitud allí donde va, se le invita por la organización, no figura entre los inscritos a la carrera el día que se cierra el plazo para apuntarnos todos los mortales y encima se le da dorsal preferente… En fin, detalles que estropean un ambiente de fiesta y que me hacen plantearme el volver a correrla.

Foto: La Nueva España

Pero vamos al lío, porque no merece la pena perder el tiempo con estas cosas. Minutos antes de salir, me intento colar en el segundo cajón, y veo que Jorge Cosío y Adrián Iglesias, otros de los favoritos para optar a premio, estaban en la misma situación que yo, con dorsal blanco. Un miembro de la organización nos abronca y nos echa para atrás, diciendo que hasta que no nos vayamos a donde nos corresponde, no da la salida. Nos ponemos los primeros del cajón blanco, viendo como los atletas de los cajones precedentes apuraban el calentamiento. La vena de la mala leche se me estaba hinchando un poco más y tenía unas ganas de soltar la adrenalina corriendo que no veía. Pero justo antes de salir, mientras sonaba el himno de Asturias, quitaron las barreras y rápidamente pude coger un sitio en segunda fila, detrás de Raúl Álvarez. 

Cuenta atrás desde 10 y arrancamos rumbo a Salinas. 8,4 km por delante semi-llanos, aunque no había grandes subidas, estaba lleno de repechos tendidos que van haciendo “pupa” en las piernas.

Foto: MV Foto

El guión previsto se cumple, el que vino a por el record se va solo, y detrás se forma un grupo con Cánovas, Youss, Raúl, Jonatan Vior y yo. Sé que no es mi lucha, que yo debo estar por detrás de ellos, luchando con Cosío, Máximo, Aurelio o Adrian, pero apuesto por jugármela e intentar seguir el ritmo de los tres monstruitos. Con terreno favorable en la ida, cubrimos los dos primeros kilómetros a 3’/km de media. Sigo enganchado al grupo y pienso quedarme ahí hasta que reviente, aunque sé que voy fuera de punto, alguna vez hay que probarse e intentarlo. La estrategia me sirvió para abrir un pequeño hueco con mis rivales “reales”, con los atletas que están al mismo nivel que yo.

Foto: MV Foto

 Pasamos por el kilómetro 3 y las fuerzas empiezan a fallar. El ritmo que llevan es demasiado para mí, y empiezo a ceder unos metros. Empieza entonces una lucha contra mí mismo, una contrarreloj de más de 5 kilómetros en solitario, luchando por mantener un quinto puesto que me da acceso a premio en metálico y que, viendo el nivel de los participantes, era el mejor puesto al que podía optar. 

Foto: Alfonso Valdés Gallego
Llegamos a Salinas, giramos para volver por el mismo camino, y con pequeños giros de cuello para ver como viene la carrera por detrás, tengo la sensación de que me están recortando. Sé que Cosío está fuerte  este año, y espero poder aguantar en los 4,2 kilómetros de vuelta. La carretera tiende más a picar hacia arriba en sentido Piedras Blancas, y los repechos se me hacen montañas. Procuro poner la mente en blanco y correr, sufrir y seguir corriendo. Por delante aún atisbo la figura esbelta de Cánovas, que rueda a unos 20 segundos de mí, y eso me ayuda a mantener la concentración. 

Foto J.m. García Fernández


Cada metro me cuesta más, voy a 178 ppm, mi tope en carrera, y las piernas piden tregua, pero solo queda un kilómetro y medio y no pienso dejar que se relajen. Llegamos a Piedras Blancas, penúltima recta ETERNA. Una calle que pica hacia arriba durante un kilómetro fue la mayor tortura de toda la prueba.

Foto: Alfonso Valdés Gallego


 El último giro no llegaba y seguía sintiendo en el cogote el aliento de Cosío y Máximo, aunque era todo psicológico, porque en realidad rodaban bastante distanciados. Sufrí para llegar a ese último giro de 90 grados lo que no está escrito. En la curva giro la cabeza, 300 metros a meta y con cientos de personas a ambos lados de la calle, no doy ni un metro, y cruzo la línea de meta quinto y feliz por haber sido capaz de no venirme abajo en el kilómetro tres cuando me quedé solo.

Foto: MV Foto
Al batirse el record de la prueba, los premios corren un puesto y me llevé el del cuarto, por detrás de la dupla gijonesa de Raúl y Youss, y de Iván Cánovas, que no pudo aguantar el ritmo de los dos titanes del Gijón Atletismo.



Tengo que estar contento con esta carrera, que supone dar un paso grande respecto a las anteriores y que me deja con el buen sabor de boca de haberme exprimido a tope.
Y lo mejor de todo es que esto solo puede ir a mejor.

Próxima parada: Carrera de Nochebuena de Gijón.

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