domingo, 17 de abril de 2016

Visita al Colegio Virgen de Valvanuz de Selaya

El pasado Viernes tuve la suerte de compartir una charla con los alumnos de 5º y 6º del colegio Santísima Virgen de Valvanuz de Selaya. Aunque, en principio, el objetivo de la charla iba orientado a hablar del deporte que yo practico y que, a día de hoy, me está dando bastantes alegrías, preferí enfocarla desde un punto de vista más didáctico.

Por ello insistí en la importancia que tiene el deporte y los buenos hábitos en el día a día, en el impacto que supuso en mi caso, comenzar a practicarlo desde niño y en la relación tan directa que este puede tener con el rendimiento académico.

Durante dos horas tuvimos la oportunidad de discutir y aportar ideas, entre todos, sobre las ventajas de realizar actividad física, la alimentación, el descanso y, sobre todo, la necesidad de hacer aquello que nos haga felices. También les enseñé a lo que me dedico profesionalmente, contándoles un poco las labores que realizamos en el Instituto de Hidráulica Ambiental de la Universidad de Cantabria. Aunque esta parte contrastaba con el ámbito deportivo, mostraron un interés enorme y gran curiosidad por saber cómo diseñamos puertos, playas o el por qué de la necesidad de adaptar la costa al cambio climático. Incluso se atrevieron a hacer propuestas de adaptación que bien podrían estar al nivel de cualquier informe que podamos redactar.

Fueron dos horas muy amenas, donde el peso de la charla lo llevaron los propios alumnos motivados por preguntas que yo les iba proponiendo y en la que he aprendido tanto o más que ellos.
Muchas gracias al equipo de profesores por el trato recibido, y enhorabuena también por la cantidad de iniciativas que tienen, invitando a gente al colegio y programando actividades que, al final, seguro son más enriquecedoras y motivantes que pasar un año entero en el aula con las asignaturas corrientes.

Os dejo el enlace del blog del colegio donde participan activamente tanto profesores como alumnos ¡Gran iniciativa!



Un saludo y hasta la próxima.





martes, 5 de abril de 2016

CTO DE ESPAÑA DE DUATLÓN CORTO (GGEE): Ser cabeza de ratón también te hace feliz

Ayer gané el duatlón distancia Olímpica (10-40-5) de Cerdanyola. Voy a empezar la crónica así para que a la gente que le entra urticaria cuando lo llaman "Campeonato de España de Grupos de Edad" se animen a seguir leyendo. Pues sí, da la casualidad de que esa misma carrera que gané llevaba dicho apellido de “Campeonato de España”, así que la victoria también vino acompañada de una medallita muy chula. Cada uno se plantea los objetivos que le resulten motivadores y a mí me hacía especial ilusión disputar una carrera a nivel nacional de esta distancia. ¿Que podía haber corrido en Élite? Probablemente, pero, primero, quería hacer una carrera sobre distancia Olímpica y no Sprint (la carrera Élite era sobre distancia Sprint) y segundo, no tuve la suerte de clasificarme en el Duatlón de Morcín, así que tomé la salida en Grupos de Edad.



Con una buena base aeróbica cimentada durante el invierno y la chispa demostrada en los dos últimos duatlones de Santander y Gijón, llegaba en uno de mis mejores momentos de forma al Campeonato de España de Cerdanyola. En las últimas crónicas expliqué la planificación para esta carrera, basada en meter bastante volumen y tomarme las competiciones de Morcin, Santander y Gijón como sesiones de calidad, que con un dorsal de por medio siempre se exige uno más que en un entrenamiento normal. Quizás me esperaba un peor rendimiento en estas pruebas así que los resultados y, sobre todo, sensaciones me sorprendieron, aunque la Semana previa a Cerdanyola estaba realmente cansado Eso sí, sabía que los deberes estaban hechos, por lo que deposité mi confianza en la capacidad regenerativa y de asimilación de mi cuerpo y me dediqué a descansar desde el Miércoles. El resultado fue poder levantarme el sábado por la mañana como nuevo y con la sensación de querer comerme el mundo.


A las 17:00, bajo un agradable sol primaveral, formamos en línea de salida los más de 150 duatletas de Grupos de Edad para enfrentarnos a la que considero una de las distancias más “jodidas” de este deporte: 10 km de carrera a pie, 40 km de bici y 5 km finales matadores de carrera a pie. La tensión que se respira en este tipo de eventos también le da una vidilla especial. Yo lo tenía claro, a tope desde el principio, vigilando a los rivales más fuertes de mi categoría, e intentar rematar la carrera en el último sector.



Con un ligero retraso nos fuimos colocando en línea de salida. Olía a duatleta, olía a Garmin, olía a tensión. Pero fuera de todo eso me quedo con el saludo del gran Poo que, en ese momento de angustia pre salida, me toca por detrás para desearme suerte. Le devuelvo el gesto con un discreto choque de manos, aunque sé que se merece un abrazo. Me lo guardo para meta.
La música suena… “¡a sus puestos....PEEEEEE!”



Con 10km por delante salimos todos como corderos degollados... Primer giro de izquierdas y meto cuerpo para coger posición. A cola del primer grupo completo los primeros metros, duros, con cuestas, e incómodos por la cantidad de gente y la falta de espacio. Al paso por el primer km el ritmo se estabiliza y empezamos a correr sobre 3:20. Me siento bien, voy cómodo, y eso me permite leer la carrera y localizar a los rivales de mi Grupo de Edad. El que en ese momento marcaba el ritmo del pelotón era uno de ellos, quien para mí sería el rival a batir, el gallego Brais Misa, se encontraba, igual que yo, agazapado a la expectativa. 



Según van pasando los kilómetros el grupo se va estirando. A la estela de Brais voy bastante cómodo hasta que Rosado, de una categoría menor, decide romper la armonía con un cambio de ritmo que permite definir de manera definitiva el devenir de la carrera. Nos quedamos tres solos en cabeza, con Rosado comandando y Brais y yo detrás. Al paso por el ecuador de este primer segmento Brais y yo comenzamos a ceder unos metros respecto a Rosado. Me pongo a tirar para que no se nos vaya mucho pero con la mente fría para no derrochar fuerzas que luego vaya a necesitar. Las calles rompe-piernas de Cerdanyola van haciendo daño y los kilómetros pesan. Rosado ya nos lleva una ventaja considerable, aunque no me preocupa pues, con 40 km de bici en el horizonte y en solitario hay que ser muy muy superior para cubrirlos sin que te pillen por detrás.




Estamos en la tercera vuelta y toca hacer el cambio a las dos ruedas. Miro el Garmin y me marca 8,5 km, por lo que me pillo un mosqueo considerable... ¿Por dónde nos van a meter? Pasamos al lado de los boxes pero no entramos, y en su lugar enfilamos una rampa de 500 metros al 8% que me remata. Realmente no sé qué fue peor, si la subida o la bajada por el mismo sitio. Tratando de recuperar muscularmente entro en la T1 junto a Brais, a unos 35 segundos de rosado y 30 segundos delante del grupo que nos persigue. Marco los tiempos en la transición, hago el cambio relajado pero fluido, y cojo la bici a la vez que mi compañero de fuga.



Me subo a ella y, como se suele decir, "a buen entendedor pocas palabras". Comenzamos a dar relevos de unos 10 segundos en un pacto silencioso. A veces sobran las palabras cuando dos personas luchan por un interés común.  Sin cruzar palabra Brais y yo comenzamos una lucha contra todos, bien organizados y sin escaquearnos en el esfuerzo. Ambos sabemos que de nosotros depende repartirnos las medallas y por esa idea decidimos apostar.



 Los 40 km de bici con drafting constan de un enlace de dos kilómetros y tres vueltas a un circuito duro, por el entorno de la Universidad Autónoma de Barcelona y Bellaterra, y con repechos de hasta el 14% que “mancan” las piernas. Al inicio de la primera vuelta y tras sortear por primera vez el repecho que sube a la facultad de medicina, damos caza al primer clasificado y formamos un trío de cabeza. No somos ninguno de los tres grandes portentos sobre la bici, pero nos organizamos bien y vamos a intentar sacar adelante la carrera entre nosotros. A sabiendas de que por detrás viene gente peligrosa sobre las dos ruedas, aun mantengo la esperanza de que no sean capaces de organizarse y pillarnos.



Mis pronósticos se confirman cuando, al cruzarnos con nuestros perseguidores, me percató de que estamos abriendo hueco. Trato se animar a mis compañeros de fuga y creo que el darnos cuenta de la situación nos motiva. Ya llevamos una vuelta y casi un minuto se ventaja. Todavía quedan dos más. 



Vamos pasando al relevo y todos somos generosos en el esfuerzo. No hay hostilidades, ni siquiera en el paso por el repecho, pues sabemos que una fuga de uno solo no va a ningún sitio. Muestra de ello fue cuando tras conseguir 100 metros de ventaja en la salida de una glorieta, decido esperarles y evitar calentones innecesarios. Y así van pasando los kilómetros de forma mucho más amena y en compañía.



A falta de una vuelta el hueco es de casi minuto y medio. Tras los intentos fallidos de Santander y Gijón, hoy por fin la fuga va a llegar al final. Es entonces momento de pensar un poco más en uno mismo. Seguimos pasando el relevo pero se nota que ninguno quiere desgastarse y los relevos son más suaves. Cuando me toca a mí, intento no saturar las piernas e ir con mucha cadencia. Nos la vamos a jugar los tres en el último 5000 y con las cuestas que nos esperan más nos vale llegar muscularmente bien.



Las sensaciones son muy buenas, no tengo amagos de calambres, por lo que espero poder correr bien al final. A veces peco de exceso de confianza y dejo los deberes para última hora, pero me siento tan cómodo corriendo después de la bici que puedo permitirme apostar todo a dicha “carta”.

Enfilamos la bajada hacia la glorieta de entrada a boxes mientras nos descalzamos. Brais se baja el primero, yo inmediatamente después, y cuando ya he puesto pie a tierra Rosado, que venía justo detrás, se me cae encima. ¡Mierda (o “recórcholis” para los más finos! Tengo que esperar a que se levante mientras miro, impotente, como Brais entra solo en la transición. Y no sólo eso, sino que además con la caída se suelta del pedal una de las zapatillas y tengo que recogerla con la mano. Entro en boxes el último se los tres, esta vez por un motivo ajeno a mi voluntad, y encima con la zapatilla que aún queda colgando del pedal dando tumbos. Tengo que llevar la bici a pulso hasta mi sitio de boxes. Me quito el casco y lo dejo, junto a la zapatilla que se me había caído, dentro de la cesta. 



Me calzo precipitadamente y salgo a correr como si en vez de 5 km quedasen 2,5. Empiezo el sector a 20 metros de Rosado y 100 metros por detrás de Brais. El inicio de esta parte se carrera a pie es por la misma rampa que terminamos el último tramo del primer sector. Duros 500 metros de subida, luego otros 300 de bajada, giro en un cono y vuelta hacia la zona de boxes. Empezamos a bajar por la “pindia” cuesta tras haber adelantado a Rosado. Voy segundo de la carrera y de mi Grupo de Edad, pero noto que Brais baja algo atascado. Además, oír los comentarios del estilo "uff, lo pilla fijo" provenientes del público,me animan bastante. Tanto que, nada más llegar al kilómetro 1 le doy caza.  No me lo pienso y sigo a mi ritmo, aun camicace, en busca de darme una alegría por las calles de Cerdanyola.



Queda todavía mucho, dos vueltas por el centro del pueblo así que me centro en seguir a la bici que abre carrera sin mirar atrás. Paso por meta y tan sólo queda una vuelta. Es entonces cuando me percato de que quien me sigue, a unos 100 metros, es Rosado, y no Brais. 



Aunque las sensaciones son espectaculares no me fio y, controlando sin dormirme, sigo cubriendo metros. No queda nada, lo voy a conseguir. Oigo el ya mítico “¡APRIETA!” de mi madre. Entro en la última y larguísima recta, 800 metros por la calle peatonal que va a dar al ayuntamiento y donde está el arco de meta



Lo siento cerca, lo huelo, lo saboreo; disfruto del ambiente, me recreo en mí mismo, pienso en mucha gente que no está pero que seguro se alegra, y entro en meta primero absoluto de la carrera.
¡Que pasada!, ¡Qué sensación cruzar primero la meta de este duatlón! Pronto veo a mis padres felices detrás de la valla y eso me pone más contento aún. Me abrazo a ellos y simplemente, disfruto.





Y con la resaca de este viaje a Cerdanyola empieza una nueva fase la temporada, una fase en la que voy a seguir corriendo los duatlones de Cantabria que me apetezcan e intentar llegar fino al mundial de Avilés.





¡A seguir dándole caña! 
Y recordad, no dejéis de disfrutar del camino ni dejéis sueños por cumplir! Yo prometo seguir soñando…