martes, 28 de marzo de 2017

DUATLÓN DE SANTANDER: Historia de un tercer puesto o de cómo tirar a la basura una carrera en los primeros metros

"No hay dos sin tres", dice el refrán. Pues esta vez me puse terco e intenté evitar que se cumpliera el dicho. Porque ya eran dos las carreras que llevaba sin subirme al pódium y hoy, en el Duatlón de Santander, podía caer la tercera. ¿Habremos conseguido salvar los muebles?

Una semana tranquila en todos los sentidos y en la que, después de ser séptimo en Oviedo, a penas tuve tiempo de darle dos vueltas a la carrera, pues siete días después teníamos otra cita con el Duatlón, esta vez en Santander, en un clásico del Circuito Cántabro y que a su vez proclamaría a los vencedores Universitarios de la especialidad. Ya no recuerdo cuantos años llevo disputando este título, pero siempre hace ilusión competir por ese trofeo, que supone un aliciente más para esta competición.
Además del título Universitario, en el Duatlón de Santander se ponían en juego unos jugosos puntos para el Circuito Cántabro, al que, en principio no iba a optar, pero gracias a un cambio de fechas de última hora, sí que puedo tener alguna opción de completarlo. A Santander llegaba líder y de Santander líder me voy, por lo que se mantienen intactas las opciones.


Después de un Sábado invernal en el que no paró de caer agua en la capital cántabra, el Domingo amaneció despejado, algo ventoso, pero con una temperatura ideal para competir. Bajé al Parque de las Llamas, escenario de la carrera, con una hora de antelación. La puesta a punto había sido buena y las sensaciones en las piernas también lo eran, pero como dice el míster, luego esto hay que demostrarlo en carrera, así que no vale conformarse con sentirse bien, sino que hay hacerlo valer.


El Duatlón de Santander se disputa sobre distancia sprint (5/20/2,5) y con drafting, dando dos vueltas a las Llamas a pie, cinco vueltas de bici por la S-20 y una vuelta a las Llamas para terminar. Con la nómina de inscritos que figuraban en la lista, había una cosa clara: Karich Moussa (séptimo mejor duatleta del mundo; y no lo digo yo, lo dice la clasificación del último mundial en Avilés) debería ganar sin despeinarse. De ahí para atrás, estaba todo muy abierto, aunque según la estrategia de carrera que se diera podía haber variantes. En mi cabeza estaban todas las posibles, algunas me gustaban más y otras menos, pero tenía pensadas todas las alternativas. ¿Cuál se dio? pues la que menos quería que sucediera: que Pepín y Karich se entendieran e hicieran la carrera solos desde el principio. A pie no tengo nivel para seguirles, y si se daba el caso, habría que conformarse con luchar por el tercer puesto. Pero la lista de candidatos a las dos plazas de pódium restantes era más amplio: Nieto, Toñín, Pablo Herrero, David, Mendiguchía, Ander...cualquiera que anduviese hábil  y rápido en las transiciones, podía optar a pódium.


Se dio la salida con puntualidad y Karich toma las riendas del pelotón a un ritmo endiablado. Pepín sale a su estela y detrás Toñín, que aguanta el ritmo suicida los primeros 500 metros. Tengo la sensación de haber salido rápido, pero ¡joder! ¡Estos dos están volando por debajo de 3'/km! En los primeros 150 metros tiro a la basura la carrera, y en frío me pregunto qué habría pasado de haber extendido un poco más el calentón inicial y tratar de coger la espalda de Pepín. Pero elegí caballo perdedor, como luego se pudo ver. 


Aún así, no quise mirar el ritmo en el reloj porque podía darme una taquicardia, pero a posteriori vi que el primer kilómetro lo había pasado a 3:03'/km .... "¡Y voy descolgado!" Al paso por el puente, Karich y Pepín nos sacan a Toñín y a mí unos 15 segundos ¿qué es esto? Sigo apretando y me quedo solo en el tercer puesto, en tierra de nadie, sin pena ni gloria y pasando el segundo kilómetro a 3:05'/km... y ya son más de 20 los segundos que pierdo con cabeza de carrera. Viendo la abismal diferencia con ellos, decido correr con cabeza la segunda vuelta. Voy fuera de ritmo y completamente solo, por lo que esperar al grupo de detrás es la única opción que tengo para poder enlazar.


Primera parte de carrera que sucede según mi previsión más pesimista: Pepín y Karich llegan solos a boxes, se suben juntos a la bici y se entienden para darse relevos. Yo llego a unos 45 segundos, hago una transición tranquilo y apuesto mis cartas a dejarme coger por el grupo que viene detrás, con la ilusión de que tengan todos interés por tirar e ir a por los dos líderes.


Segunda parte de carrera que también sucede según mi previsión más pesimista: me pillan, intento tirar o animar a la gente, pero nada... allí nadie entra. Es entonces cuando hay que cambiar el chip y asumir lo que toca, una bici a "cara de perro", en un grupo con gente como Toñín, a la que le encanta jugar al gato y al ratón, escaparse, dejarse coger, volver a escaparse.... Ese plan nos perjudica a todos, pues los dos primeros, aunque no vayan rápido, yendo organizados es imposible que les cojamos. 


Empiezan a pasar las vueltas, cada vez con más tensión en el grupo. Hachazo tras hachazo en los giros de 180 grados, donde las piernas se ponen al rojo vivo para no perder comba, y luego... parón. Nos miramos, nos vigilamos, nadie tira... hasta que alguno enciende la llama de nuevo. Y así cinco vueltas.


Tras salir indemne de los cuatro primeros giros, en el quinto Toñín da el golpe definitivo, y esta vez no va de farol. Consigue 100 metros de ventaja y se escapa con el duatleta del Reinosa Ruíz. Los dos se entienden y empiezan a abrir hueco. Mendiguchía parece el único de los de detrás, interesado en contactar, pero es que a menos de 2 kilómetros para bajarnos a correr nadie quiere gastar un ápice de fuerzas e hipotecar el resultado en el último sector. Ya llegando a boxes decido poner ritmo en el grupo y limar la diferencia con los dos escapados. Mendi le da continuidad y con las piernas duras como farolas llegamos a la transición unos 10 duatletas juntos, dispuestos a luchar por la plaza de pódium que aun no tenía nombre.


Quizás aturdido por la escabechina de la última vuelta o simplemente porque soy un paquete en las transiciones, pierdo mucho tiempo en el cambio, al menos, más que mis compañeros de bici, y empiezo a correr muy distanciado de Pablo Herrero y Ander, que tras una fugaz transición cabalgaban en dúo hacia ese tercer puesto de pódium.



Yo, a unos 70 metros de distancia y con 5 o 6 duatletas por el medio, era un espectador más de la tremenda lucha entre el del Trisport y el del Santander. Pero mi rol de espectador a partícipe tardó en cambiar lo mismo que las dos farolas, que en ese momento llevaba puestas como piernas, tardaron en reaccionar y dignarse a correr ligeras. 


Tras superar la primera rampa de subida y la misma de bajada, me coloqué sexto, ya a un ritmo decente, pero no suficiente para dar caza a Pablo y Ander ¡Cómo corren los condenados! Tuve que darlo todo para enlazar con ellos antes de la mitad de vuelta. Llego asfixiado y tengo que tomarme un respiro, pero tampoco quiero dar signos de debilidad, así que casi sin pensármelo acelero en un cambio un poco suicida pero que bien puede valer un pódium. Me hizo gracia el gesto de Ander nada más contactar con ellos. Una señal con el brazo como diciendo: "tira tira". Agradezco tu confianza pero no te creas que tenía yo mucho para tirar, aunque ya que puestos había que disimularlo jajajaja.


Encaramos el último kilómetro de vuelta E-TER-NO, por la parte de abajo del Parque de las Llamas. Voy con todo, no hay más, y sé que me van tosiendo en el cogote. Conforme pasan los metros percibo que me estoy distanciando de Pablo y Ander, y es, sólo, a falta de 400 metros cuando confirmo, de reojo, la percepción que ya no me seguía nadie cerca. Efectivamente, el hueco ya es de más de 100 metros y yo estoy llegando a meta. Me dejo ir, cojo aire, me acicalo para la foto (esto es mentira pero hay que posturear un poco, en realidad sigo corriendo con cara de cordero degollado jeje), y entro en meta tercero y primer universitario, por detrás de Karich Moussa y Pepín, en otra liga ambos.


Me voy contento para casa, pero a medias, porque aunque se luchó y se hizo todo lo que se pudo al final, ya en los primeros metros escribí la "crónica de un puesto tirado a la basura". La "mano" de cartas me salió rana, pero hay que saber jugarlas y sacarles el máximo partido. No siempre se gana, así que cuando no se hace, el empate tiene que dejarte contento. Eso sí, la próxima vez pienso salir con mentalidad ganadora, luego ya la carrera nos pondrá en nuestro sitio.

"Si tiramos corto, la bola no va a entrar en la puta vida. Si tiramos largo, podemos mandarla a tomar por el culo, pero también tendremos alguna opción de que entre en el agujero"

¡Nos vemos en una semana en el Campeonato de España de Duatlón en Vall de Uixo!


PD: Fotos cortesía de Alfredo Poomusaieva, Yaiza Natural Herrera y Arantza Fernández. ¡Muchas gracias!

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